Elio Romero: «no es lo mismo estar solo, que sentirse abandonado y rechazado por la sociedad»

Un hombre de 89 años, cuyo cuerpo está cubierto de canas que narran las historias y vivencias de una vida intensa, transitó desde las tierras cálidas del estado Guárico hasta Ciudad Guayana. Allí se estableció con la esperanza y determinación de concretar proyectos que marcaron la educación y la lucha social

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En una vivienda resguardada por rejas y rodeada de un mar de cachivaches que parecen guardar secretos y recuerdos, se encuentra Elio Romero, un hombre recio de 89 años. Su cuerpo, cubierto de canas que narran una extensa y rica historia, se sienta con firmeza en una cama individual, en medio de ese pequeño universo que es su hogar.

A su lado, un viejo televisor sintonizado en Venezolana de Televisión intenta contar historias que apenas se ven y se escuchan, mientras un ventilador FM gira lentamente, enviando una brisa tenue que refresca el ambiente cargado. A un lado, una vieja camioneta Ford Bronco de dos tonos descansa aparcada, completando el cuadro sencillo pero lleno de vida del porche de la casa.

Solo vestido con un pantalón largo azul, Elio rompe el silencio con una frase sencilla pero profunda: “No es lo mismo estar solo que sentirse abandonado y rechazado por la sociedad”. Esas palabras invitan a mirar atrás, a recorrer el camino que lo trajo desde el estado Guárico hasta Ciudad Guayana, cargado de esperanzas y sueños por concretar.

Frente a este caballero, hijo de padres italianos, se despliega una historia marcada por el compromiso y el trabajo. Maestro, líder de proyectos de alfabetización en el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCE) y prefecto de la localidad, Elio ha dejado una huella imborrable.

Su teléfono inteligente no para de sonar; atiende una llamada tras otra, en un empeño constante por conseguir uniformes para representar a los jubilados y pensionados del INCE en los próximos juegos interempresas, institución en la que dedicó más de 33 años de su vida.

Añoranzas

En 1961, Elio Romero llegó a Campo Rojo, San Félix, con la convicción firme de un maestro que sabía que su vida estaba destinada a la enseñanza.

Proveniente de la Escuela Monseñor Rodríguez Álvarez, en Guárico, su formación abarcaba no solo aspectos académicos, sino también culturales y comunitarios, pilares que siempre sostuvo en su trayectoria.

Recuerda que en aquel centro educativo solo había 20 maestros, apenas dos contaban con formación académica; el resto, eran maestros de vocación, bien preparados y entregados a la noble tarea de educar.

Recordó que «reciente fue el aniversario de Campo Rojo y recibí un reconocimiento. La comunidad aún recuerda mi trabajo, así como muchos hombres y mujeres que pasaron por mi aula, quienes me evocan con cariño,» cuenta con emoción.

Padre de ocho hijos  -seis varones y dos hembras-, hoy vive solo, pero su espíritu permanece activo en la enseñanza y la lucha social. Para Elio, la juventud debe garantizar una atención preferencial a los adultos mayores en Venezuela, y en particular en Caroní, como un justo reconocimiento a quienes han dado tanto por la región.

La preocupación lo invade cuando observa el trato que los más jóvenes dan a las personas de la tercera edad. Señala que los transportistas a menudo menosprecian a los viejitos, negándoles el derecho a viajar gratis que la ley les otorga.

Además, lamenta la ausencia de instituciones o cuerpos policiales que velen por los derechos de los adultos mayores en la ciudad, a pesar de existir decretos que protegen a este sector.

«El que maltrata a un animal va preso, lo llevan a un tribunal; aquellos que vejan y maltratan a los ancianos son premiados,» afirma con voz firme. Para Elio Romero, quienes superan los 80 años están vivos porque han aportado mucho al país, y merecen respeto y cuidado.

Plan de alfabetización

Desde los albores de la educación popular, Elio Romero fue un pionero y un faro. Fue uno de los fundadores del INCE Industrial, que comenzó en 1963, y un impulsor clave del Plan de Alfabetización.

Habla de aquellos primeros días con claridad; instructores de España llegaron para formar a los primeros tutores, y él mismo fue formador, encargado de reclutar a cinco personas dispuestas a aprender a leer y escribir. Cada curso duraba 72 horas, y las clases se impartían en el Liceo Gumilla, ubicado en la avenida Castillito de Puerto Ordaz.

Con el tiempo, Elio no solo enseñó, sino que se convirtió en un referente; dio clases directamente en el INCE tras completar estudios para ser instructor de teorías. Su dedicación y compromiso lo llevaron a ser coordinador del programa de aprendizaje, luego coordinador regional del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista y finalmente director de la institución.

Su compromiso social no se detuvo ahí. Fundó el Movimiento de Integración Vecinal para defender los derechos sociales en las comunidades y durante la gestión del exgobernador Andrés Velásquez, fue nombrado prefecto por dos años y trabajó al lado de otros gobernadores como Clemente Scotto y Pastora Medina.

También fue uno de los arquitectos de la organización de la economía informal en el centro de San Félix, contribuyendo a estructurar un espacio que hoy sostiene a muchas familias.

Hoy, su lucha se concentra en los derechos de los adultos mayores. Elio clama para que sean vistos y valorados como personas fundamentales en la comunidad, que han entregado años de servicio al país y merecen atención preferencial.

Exige que los organismos municipales y el Gobierno nacional hagan cumplir las leyes y decretos que protegen a los adultos mayores, estudiantes y discapacitados, y que se otorguen subsidios a los transportistas para facilitar el acceso al transporte público de estas poblaciones.

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