“En aquel tiempo, entró Jesús a un poblado y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Mientras tanto Marta estaba absorbida por los muchos quehaceres de la casa. A cierto punto Marta se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude.» Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”.     

 “Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

 La Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Daniel Comboni, que nació el 15 de marzo de 1831. Hijo de unos campesinos bien pobres. Llegó a ser el primer Obispo de África Central y es uno de los más importantes misioneros de la Historia de la Iglesia en esa área geográfica. Es fundador de dos Institutos misioneros. Muere en Sudán, a los 50 años. Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II, en el año 2003.

En la liturgia del día meditamos los textos: Jon 3,1-10; Sal 129; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 10, del verso 38 al 42. en el que se narra la llegada de JESÚS, en calidad de huésped, a la casa de dos mujeres. Ellas son Marta que, cumple religiosamente sus deberes de hospitalidad para con el invitado, pero no acude a su enseñanza, y María que, por el contrario, asume la condición de discípula y se coloca a sus pies, dándole la mayor importancia y dejando todo lo demás en un segundo plano.

 A Marta no le queda tiempo para estar con JESÚS, quizás a muchos de nosotros nos pasa igual, porque le ponemos tanto empeño a la manera de servir y de trabajar, en el hogar o en la comunidad, que nos dejan cansados y vacíos. Hacemos quizás muchas cosas necesarias para el servicio de DIOS y del prójimo, y, sin embargo, una sola es necesaria para todos: escuchar a Cristo cuando se hace presente. JESÚS quiere que lo encontremos en nuestro quehacer diario, porque Él es quien nos fortalece y quien nos da la paz para nuestro descanso.  Y es que en la vida hogareña hay un sinfín de actividades que realizamos diariamente, como limpiar, preparar la comida, cuidar de los hijos, etc. Pero si con todo eso ya no queda tiempo para escuchar a los demás, de establecer un diálogo fraterno que permita fortalecer los lazos familiares para el crecimiento de todos ¿de qué vale esa vida?

 Al confrontarnos con el texto, se nos plantea un dilema de la vida cristiana, ya que no basta con recibir a JESÚS, porque la mayoría de la gente lo hace, incluso los que no son cristianos.  Y por eso es que la actitud o la opción asumida por Marta y María, nos llevan a reflexionar sobre cuál de estas actitudes hemos decidido asumir en nuestra relación con el Maestro y en nuestra relación con nuestros hermanos.

 Ya que nuestra vida cristiana, la podríamos estar orientando de una manera equivocada como Marta, no solo en relación con nuestros semejantes, también cuando nos tratamos de comunicarnos con Nuestro Creador, y vamos multiplicando las palabras, exponiendo cien veces al Señor nuestras inquietudes. También cuando el responsable de la celebración se pone nervioso, preocupado por lo que hacen o dejan de hacer los miembros de la comunidad. Y es que muchas veces estamos más preocupados por lo externo, que por entrar verdaderamente en sintonía con DIOS.

 De allí lo necesario de entender que orar es tomarse el tiempo para escuchar, para meditar en silencio la Palabra de DIOS, es silenciar nuestros deseos para poner más atención en lo que DIOS, quiere decirnos. Ya que la mayoría de las veces entramos a la oración con todas nuestras preocupaciones vanas, y salimos de nuevo con ellas, sin escuchar a DIOS y obviamente sin respuestas.

  Por eso es que hay que asumir la actitud de María que escucha y se deleita con la Enseñanza del Maestro, ella rompe con el paradigma tradicional sentándose a los pies del Maestro, cosa insólita para la sociedad de su tiempo, que no veían con buenos ojos que las mujeres fueran discípulas, sino que estuvieran ocupadas en los quehaceres de la casa. Y es que, para asumir la Novedad del Reino, tal como lo hizo María, hay que romper paradigmas y estar dispuestos a la Escucha de la Palabra para dejarse transformar por Ella que “Hace Nueva todas las cosas” (Ap.21,4).

Señor JESÚS, Danos el discernimiento necesario en la escucha de Tu Palabra, y ayúdanos a tomar la decisión correcta para el beneficio de nuestras vidas, y de esta manera dejemos a un lado muchas actividades que consideramos importantes e imprescindibles, pero que nos alejan de Ti y de Tus Mandamientos.

Amén

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