La directiva actual de Mineros de Guayana, le de una explicación completa a la fanaticada del cuadro, sobre la actual situación del equipo. Foto archivo prensa MDG

Nada, literalmente nada, se conoce de la suerte del cuadro Mineros de Guayana, que estaría transitando sus últimos días, en la primera división del fútbol profesional de Venezuela, sin que nadie salte a la palestra a explicar, que es lo que realmente está pasando en sus huestes interiores.

Mineros de Guayana nació el 20 de Noviembre del año 1981, y desde entonces jugó un primer torneo en la segunda división, campeonato que ganó por cierto, de manera invicta, y de ahí en adelante, ha jugado siempre en la máxima categoría.

Es decir, tiene 40 años prácticamente jugando en la primera categoría, un aval que pocos clubes en nuestro actual balompié de hoy día, pueden jactarse de poseer.

Es más, ocho años le duró su paso en la máxima división, para terminar de ganar el título en el mes de Mayo de aquella mañana dominguera de Mayo del año 1989, en el Polideportivo Venalum.

Y desde entonces, en altas y bajas, logró los títulos del Torneo Apertura 2913 y las Copas Venezuela de los años 1985, 2011 y 2017.

O sea,  que pedigrí tiene y que le ha valido para ser el fiel reflejo del fútbol en todo el estado Bolívar, desde cuando sus primeros directivos dimensionaron la creación de un equipo de primera división para el estado Bolívar, el cual emergió de aquellas caimanas” o “caimaneras” en la cancha grande del Colegio Loyola Gumilla.

La idea desde entonces, era clara: tener el reflejo de un equipo de primera división, en el horizonte del aporte social que se podría establecer, teniendo como referencia a la entidad que se creaba.

Y con Mineros de Guayana, se reforzó esas intenciones que emanaba el fútbol amateur de entonces, en aquella Copa Maltín Polar, en la que entre otros estaba al pie del cañón, el hombre fuerte del fútbol de El Pao de entonces, Laureano González.

Futuro incierto

Historia pura de la que tomamos tiempos, para contraponerla a lo que podría venírsele a Mineros de Guayana, en los próximos días, sí no se toman cartas explícitas al particular.

La situación, es bien complicada, y realmente llamativa en la forma cómo se ha tomado, por parte de quienes están al frente del club de fútbol profesional.

De entrada, a pocos días de arrancar el torneo, que se ha manejado,  arrancaría el venidero 2 de febrero, y por lo menos para el momento de redactar esta nota, así está estipulado, no se conoce nada del equipo Mineros de Guayana.

La dirección de prensa negriazul, no ofrece luces sobre la actualidad, conociéndose que hay órdenes de arriba –directiva- para no sacar nada, y tampoco del grupo de jugadores que estarían vinculados aún con los negriazules –ya se conoce de algunos que han firmado con otros elencos-  lo que deja en un absoluto limbo el temario informativo del elenco guayanés.

De hecho hay hasta miedo, pareciera, a personas vinculadas con el cuadro a tomar el teléfono, para conocerla realidad a la hora, de este tema, un axioma que dificulta, por ejemplo, la actividad periodística que se pudiera establecer, porque es lógico suponer que hay una enorme fanaticada, miles y miles, que quieren y necesitan estar informados. De hecho las normativas federativas aúpan el cubrimiento informativo como tal, porque es parte del espectáculo.

De hecho, para este domingo 22 de enero, si arrancara el nuevo Torneo Nacional 2023, Mineros de Guayana, no saldría a la palestra, un caso por el que pareciera transitar también el equipo de la UCV, ello por algunas informaciones llegadas desde la capital.

Sin entrenamientos, sin contrataciones, sin conocer quien será el técnico –lo fue hasta el final de la campaña pasada el profesor Elías Emmons- de quien se conoció, aguarda en su casa, el llamado a entrenamientos, si es que es renovado por los mineristas.

Sin equipo profesional no habría canteras

Las canteras mineristas podrían correr un peligro cierto, de perderse en el limbo, ante la situación por la pudiera decantar, el equipo profesional. Foto archivo prensa MDG

Y ¿cuáles serían los daños colaterales, que una hipotética no presentación, en la próxima campaña, se podrían acarrear?

Pues, si el equipo profesional de máxima categoría no sale, pues ello arrastraría a todas las canteras, ya que si no eres club profesional, pues tampoco tendrías aval para las canteras, con lo que se perdería una enorme cantidad de jugadores, la mayoría guayaneses, que tendrían que emigrar, o quedar marginados del fútbol venezolano.

Para ser más claro, hoy Mineros de Guayana, no existe, a cómo van las cosas, por su situación, y en la que la directiva actual, encabezada por el empresario Ricard Antoun, pareciera entregar sus ganas, que la llevaron a este proyecto del 2022, y con una proyección del mismo Antoun, en la que señalaba que para el 2023, este grupo de jugadores, sería protagonistas.

Pues con el tiempo pasado, y pese a que se le reconoce al grupo empresarial que tomó Mineros de Guayana, el haber logrado cerrar la campaña, con cuentas parejas un saneamiento económico del grupo de jugadores, de acuerdo a versiones, ciertamente no oficiales, pero que parecieran ser ciertas.

Quedaría pendiente, si nuestra memoria no nos falla, la demanda establecida ante la Cámara de jugadores de la Fifa, por parte del jugador Francisco Coll, que rondaba un reclamo, creemos recordar, de unos 60 a 70 mil dólares, y por la que el ente federativo del fútbol mundial, había dado razón al entonces jugador minerista.

Pero, todo ese esfuerzo quedaría en el cesto de la basura, y todo el estado Bolívar, sin su icónico primer equipo en el fútbol profesional, que pareciera ser, se ha quedado, incluso sin dolientes, y por ahora, sin un respaldo que le permita arrancar la nueva campaña, de la que incluso se nutriría de varios de los jugadores que hoy forman parte en el combinado Vinotinto, que disputa el Sudamericano sub-20.

De hecho, algún aficionado pensaría, más allá de lo que puede ser el futuro cercano minerista, que sí Mineros de Guayana no sale, pues jugaría la próxima campaña.

Pues no, no podría ser así, ya que sí no juega el venidero Torneo profesional 2023, quedaría inactivo, y aunque digamos la marca Mineros de Guayana, no moriría, esta tendrá que fungir apenas en las bases del simple fútbol aficionado del estado Bolívar.

Y sí de ahí se atreve a regresar  a la primera, debería transitar desde bien abajo. Algo que lógicamente nadie quiere imaginarse.

De esta manera, el fútbol profesional, no sólo del estado Bolívar, sino de Venezuela como tal, sufriría un duro golpe, en la historia por data, de uno de sus grandes exponentes.

Un retroceso abismal, y digamos que hasta increíble,  que costaría la historia de más de 40 años de fútbol guayanés.

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