“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad les digo: el que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los Cielos. Les aseguro: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos.» Los discípulos, al escucharlo, se quedaron asombrados. Dijeron: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo: «Para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible.» Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?» Jesús contestó: «A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente, y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna. Muchos que ahora son primeros serán últimos, y otros que ahora son últimos, serán primeros.»
“Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta de Santa María Reina. A semejanza y en perfecta coincidencia con el Reino de Jesucristo, que no es temporal ni terreno, sino más bien es un reino eterno y universal. Esta fiesta litúrgica fue instituida por el Papa Pío XII en 1954 al coronar a la Virgen en la Basílica de Santa María la Mayor, Roma, Italia, el 11 de octubre de 1954, día en que también el Pontífice promulgó el documento principal del Magisterio de la Iglesia, la Encíclica Ad Caeli Reginam, que habla sobre la dignidad y realeza de María.
En la liturgia del día meditamos los textos: Jue 6,11-24a; Sal 84; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 19, del verso 23 al 30. En el que se nos dice que después del episodio del joven rico, JESÚS se siente como decepcionado, y a manera de desahogo, les dice a sus discípulos: “que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos” (Mt 19,23). La declaración de JESÚS es tan fuerte que escandaliza a los discípulos. Y surge una duda que Pedro transforma en pregunta: “y nosotros que dejamos todo para seguirte. ¿Cuál será nuestro premio?” (Mt 19,27).
JESÚS le dice a Pedro, que ellos recibirán el céntuplo de los bienes materiales que han renunciado y participarán en el Banquete de la Vida, que es mayor bien a que un ser humano puede aspirar. Ya que la seguridad no está en los bienes materiales, sino en la confianza en DIOS. Es verdad que tal renuncia es difícil, hasta parece imposible. Pero he aquí que JESÚS, entrelaza su respuesta con la primera Bienaventuranza: quienes optan por la pobreza, tienen a DIOS por Rey, y no sufrirán necesidad alguna y recibirán cien veces más de lo dejado en familia y posesiones. Porque DIOS que nos conoce antes de nacer, sabe de nuestras necesidades y de qué manera pueden ser satisfechas.
Sin lugar a dudas que, en este texto es una catequesis, para los discípulos de todos los tiempos, donde se desarrolla un mismo tema, con dos momentos que se complementan. El primero, es sobre el riesgo que las riquezas presentan, cuando hacemos de ellas la razón de ser de nuestra vida, ya que se pueden volver un impedimento para entrar en comunión con DIOS. El segundo momento aparece como algo muy característico de la necesidad humana de saber “lo que se va a ganar” a cambio de su despojamiento y fidelidad. Ya que el ser humano busca seguridad y protección, y DIOS pide desprendimiento y entrega hacia nuestros semejantes, porque esa es la manera de tener sociedades justas y solidarias.
Al confrontarnos con el texto, vemos que la llamada de JESÚS es clara, sus seguidores debemos ser pescadores de nueva humanidad. Seguimiento que tiene unas implicaciones bien complejas, porque comienza por compartir Su estilo de Vida y Misión, es decir por vivir en absoluta solidaridad con el prójimo y con el universo. En contraparte JESÚS muestra que la recompensa para los discípulos fieles será el propio Don de DIOS, por lo que es necesario renunciar a los bienes terrenales, para ganar los Bienes Eternos, y tener como único Tesoro el Amor de DIOS, que multiplica con creces cualquier esfuerzo humano.
De tal manera que lo que JESÚS nos propone, es que nos hagamos ciudadanos del Reino de DIOS, dándole la utilidad necesaria a los bienes materiales, pero no dejándonos dominar por la ambición que ellos generan. Porque lamentablemente nuestros pensamientos distan mucho de los Pensamientos de DIOS. Él nos pide desprendimiento y entrega hacia nuestros semejantes, y nosotros queremos seguridad y acumulación de bienes. Por eso es que hoy es el día para pedirle a DIOS, que nos ayude a sustituir de nuestro léxico y de nuestra manera de proceder: “el cuanto hay para eso”, por: “mande usted, para qué soy bueno”.
Señor JESÚS, las coyunturas que se nos presentan en el día a día de nuestra existencia, nos hace amarrarnos más a nuestras pocas o muchas posesiones materiales que tenemos y nos cerramos ante la necesidad de los otros. Danos la amplitud del corazón para ser auténticos discípulos tuyos y poder dar todo a todos, sin reserva. Amén.
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