Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: «Ese es el Cordero de Dios.» Los dos discípulos le oyeron decir esto y lo siguieron.

Al ver que lo seguían, Jesús se volteó y les preguntó: «¿Qué buscan?» Le contestaron: «Rabbí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Jesús les dijo: «Vengan y lo verán.» Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día.

Eran como las cuatro de la tarde.  Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús por la palabra de Juan. Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías» (que significa el Cristo).

Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan, pero te llamarás Kefas» (que quiere decir Piedra).

Reflexión del Evangelio

En este segundo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia venezolana celebra la fiesta en honor a nuestra madre María, bajo la advocación a la Divina Pastora, ya que, desde el 14 de enero de 1858, en que la oportuna intersección de nuestra Señora, salva a la población de la ciudad de Barquisimeto del estado Lara, de la epidemia del cólera, se realiza en esa ciudad una procesión en su honor, la más grande de Venezuela y la segunda en asistencia de devotos en toda Latinoamérica.

Felicitaciones para ‘los guaros’ y en general para todos los venezolanos que hoy nos acogemos bajo el amparo de la Divina Pastora, para que nos libre de todas las epidemias que amenazan la vida terrenal.

En la liturgia del día meditamos los textos: 1Sam 3,3b-10: Sal 39; 1Cor 6,13c-15a.17-20; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan, capítulo 1, del verso 35 al 42. En el que se relata el encuentro furtivo entre Juan el Bautista y JESÚS de Nazaret, y el posterior diálogo entre Jesús y sus futuros discípulos.

Encuentro de Jesús y sus futuros discípulos

La entrada de la narración es magistral. Juan Bautista, fija la mirada en JESÚS, que va de paso, él, sin embargo, no lo pierde de vista, está atentísimo, y dice sin rodeos, a sus interlocutores: «Ese es el Cordero de DIOS».

Dos de los discípulos de Juan, que seguramente lo habían oído hablar del Cordero de DIOS, al escuchar esta afirmación, se ponen a seguir a JESÚS, es decir manifiestan el deseo de vivir con Él, adoptar sus objetivos y colaborar en Su Misión.

Y es que «seguir», significa ir detrás de otro que indica el camino, sin embargo, en este caso comporta una dimensión distinta, ya que como lo dirá el Evangelista más adelante, ellos seguirán a Quien les marcará la ruta, pero que a su vez es el Camino.

Dos seguidores hacen silencio

En la tercera escena que nos narra el Evangelio, vemos cómo los dos seguidores hacen un trecho de silencio, como marcando la expectación, y es aquí cuando JESÚS, toma la iniciativa, preguntándole ¿Qué buscan? Ellos responden con otra pregunta de gran intensidad: «Rabbí, ¿dónde vives?», y Él no se pierde en explicaciones, simplemente les invita a «ir y ver», se les manifiesta abierto, disponible a compartir la intimidad de su propia vida.

Por esa cercanía y disposición, ellos se quedarán con Él, para el resto de sus vidas, asumiendo un nuevo modus vivendi, y en el caso de Simón, un Nuevo Nombre, muy acorde con su Misión.

Al confrontarnos con el texto, vemos que estamos en presencia de una de las mejores explicaciones, para entender que Ser Cristiano es tener Una Vocación, porque los que nos consideramos seguidores de JESÚS, tenemos que descubrir el llamado que Él, nos hace para continuar Su Misión de Anunciar la llegada del ‘Reino de DIOS’, en una lectura asidua de Su Palabra.

Y al tener plena conciencia de nuestras responsabilidades, nos convertimos en Testigos de la Luz de DIOS, en un mundo amenazado por tinieblas del pecado, que nos aleja de DIOS y anarquiza las relaciones humanas.

Una vocación

Por lo que podemos decir: que ser CRISTIANO, es tener la mejor Vocación del mundo, ya que, si cumplimos con el Mandato del Maestro de «Amarnos los unos a los otros», entonces estaremos marcando la pauta para construir la «Civilización del Amor», logrando convertir a las sociedades humanas, en lugares de encuentros donde Reine la Paz y la Justicia, tal como DIOS Ha Concebido a la humanidad.

Pero tenemos que tener en cuenta que esta conciencia vocacional a menudo se ve amenazada por varias causas, una de ellas puede ser la de confundir una devoción personal, con la respuesta personal al llamado de JESÚS.

La otra amenaza es la de confundir la vocación cristiana, con una de sus manifestaciones: del ejercicio de un ministerio religioso masculino o femenino, ya que no solamente los que ejercen las labores ministeriales religiosas, tienen vocación, porque todos estamos llamados, laicos y consagrados, a desarrollar nuestra Vocación de Cristianos, que no es otra que la de Ser Servidores y Transmisores del AMOR de DIOS a todos nuestros semejantes.

Señor JESÚS, ayúdanos a hacer una lectura comunitaria y creyente de las ‘Sagrada Escritura’ para descubrir en ellas la Misión que tienes para cada uno de nosotros de Ser Servidores y Transmisores del AMOR de DIOS a todos nuestros semejantes.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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