«En aquel tiempo, dijo Jesús, a sus discípulos: «No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino.» Entonces Tomás le dijo: «Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto.» Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.» Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices, muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Cuando les enseño, esto no viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias obras. Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto, o si no, créanlo por las obras mismas. En verdad les digo: El que crea en mí, hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.

La Iglesia Universal celebra hoy el Cuarto Domingo de Pascua, en este caminar de la Vía Lucis, en la espera de nuestro anhelado Pentecostés. Hoy también celebramos la fiesta entre otros santos, en honor a la Beata María de San José. La primera Beata venezolana: Laura Evangelista Alvarado Cardozo, la Madre María de San José. Hija de Clemente Alvarado y Margarita Cardozo, nació en Choroní, un pueblo del Estado Aragua, Venezuela, el 25 de abril de 1875. Como requisito para la Beatificación, se exhumaron los restos mortales de la Venerable María de San José, el 19 de enero de 1994, hallándose su cuerpo incorrupto. Es Beatificada por San Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en Roma el 7 de mayo de 1995.

En la liturgia del día meditamos los textos: Hch 6,1-7; Sal 65; 1Pe 3,15-18 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 14, del verso 1 al verso 12, en el que se presenta a JESÚS queriendo transformar una situación de tristeza que vive Su Comunidad, por el Anuncio de Su Partida, buscando una situación de Confianza Plena en lo que Él les ha Dicho y en lo que le han visto hacer. Y es que JESÚS tranquiliza a Sus amigos, como el Pastor que apacienta a Sus ovejas, y por eso les pide confianza: “No se turben; crean en DIOS y crean también en Mí” (Jn 14,1).

Y esas Palabras se las dirige para se mantengan firmes en la Fe y para eso les propone un seguimiento que no es solo de Peregrinar, sino que también es de HABITAR. Ya que los discípulos fieles formaran una Nueva Familia, con el PADRE y el HIJO. Porque para JESÚS el Camino hacia el PADRE es una práctica constante que se prepara en la vivencia del Amor leal a Él y a Su Proyecto de Vida.

Por eso es que la afirmación de JESÚS: “Yo Soy el Camino que conduce al PADRE” (Jn 14,6) se ha transformado para la Iglesia en: “el ser humano es el único camino que conduce a Cristo”. Tal como lo afirmó San Juan Pablo II: “el Camino de la Iglesia es el ser humano concreto, real. Camino trazado por Cristo mismo”. Y para hacer realidad ese Camino, la Iglesia nos propone ir a la fuente de la Sagrada Escritura. Definición bien clara hecha en el documento “laboris” del Sínodo de la Palabra del 2008: “la Palabra de DIOS, tiene un Rostro: CRISTO; tiene una Casa: la Iglesia y tiene un Camino: la EVANGELIZACIÓN”.

Al confrontarnos con texto, y escuchar las Palabras de JESÚS: “YO SOY EL CAMINO”. Y por Él saber, que se hizo hombre precisamente para que, viéndolo a Él, viéramos al PADRE, y, al meditar Sus Actos, fuéramos progresando hacia la Verdad. Pues, aunque al comienzo no entendemos bien sus propósitos, con el tiempo, lo descubrimos caminando junto a nosotros y comprendemos que Su Camino, debe de ser la razón existencial de nuestras vidas.

Y es que, desde que JESÚS pasó por la tierra haciendo el bien tan plenamente humano, como solo puede hacerlo DIOS, nuestra Fe tiene un solo CAMINO para seguir Sus Pasos, el de convertirnos en reflejos de la Persona de Cristo, para poder transformarnos cada día en personas más amorosas y serviciales y contagiando a otros de nuestro Encuentro con el Resucitado.  Por eso es que hoy, JESÚS nos desafía a abrir los ojos de la Fe en un DIOS mayor que nuestra imaginación e inmensamente más Bondadoso, de cuanto pudiéramos esperar, que nos da fuerza para ser TESTIGOS de Él en el mundo y continuar Su Obra Evangelizadora.

Señor JESÚS, Ayúdanos a vencer nuestras prácticas cultuales que no nos permiten comprender la verdadera dimensión de Tu Praxis de AMOR, y de entrega hacia los demás, y de esta manera poder habitar en la Casa que nos tienes preparada. Amén.

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