“En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me verán, pero después de otro poco me volverán a ver.» Algunos discípulos se preguntaban: «¿Qué querrá decir con eso: «Dentro de poco ya no me verán y después de otro poco me volverán a ver»? ¿Y qué significa: «Me voy al Padre»?» Y se preguntaban: «¿A qué se refiere ese «dentro de poco»? No entendemos lo que quiere decir.» Jesús se dio cuenta de que querían preguntarle y les dijo: «Ustedes andan discutiendo sobre lo que les dije: Dentro de poco tiempo no me verán y después de otro poco me volverán a ver. En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta en honor a nuestra Madre María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Fátima. El 13 de mayo de 1917, la Virgen María se les apareció a tres niños: Lucía y sus primos Francisco y Jacinta Marto vivían en el pueblo de Aljustrel, en Fátima, Portugal, y trabajaban como pastores de los rebaños de sus familias. Los tres niños vieron una aparición de la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora. Felicitaciones a la feligresía de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan capítulo 16, verso 16 al verso 20. En el que, continuando con su discurso de despedida, JESÚS les dirige unas palabras bien enigmáticas a sus discípulos, diciéndoles, que, no es una separación definitiva, sino una breve separación, pues su ausencia para los sentidos, será reemplazada por la presencia real en el corazón, en el sentimiento, en la Fe, donde podrán sentirlo con mayor fuerza.
Pero eso no lo entienden Sus discípulos en ese momento y por eso es que, al JESÚS, anunciarles Su Partida, les causa recelos y tristeza, ya que venían experimentando las amenazas del poder religioso del Templo y de las sinagogas. De allí que, la afirmación sobre el ver y no ver a JESÚS se repite por tres veces, aclaración que pareciera, confundirlos más. Sin embargo, JESÚS percibiendo la dificultad de los discípulos en comprenderlo, los consuela diciéndoles que su tristeza se convertirá en gozo.
Porque lo importante, no es verlo físicamente, sino perseverar en sus caminos. Ya que, para que lleguemos a una Fe plenamente desarrollada, es necesario que se nos quite el consuelo de su presencia durante tiempos más o menos prolongados. Esto lo verificaron por primera vez, los primeros discípulos en el momento en que murió, y luego lo vieron RESUCITADO. Esto lo verificaremos todos los que hemos creído en la Palabra de JESÚS, al final de los tiempos, cuando descubramos a CRISTO Glorioso después de haberlo esperado en la Fe.
Al confrontarnos con el texto y cotejarlo con esos momentos de gran tribulación, que nos ha tocado vivir, en las que tenemos la sensación de que JESÚS está ausente. Entonces caemos en que solo es, en la Fe, donde encontramos la fuerza para superar esos momentos difíciles. Y que los términos de “permanecer” o “ir”, nos ayudan mucho, ya que, expresan la percepción, o no, de la Presencia de JESÚS, y no el hecho de una Ausencia. Porque los discípulos que guardamos la Palabra de JESÚS nos volvemos Morada del PADRE, del HIJO, y del ESPÍRITU SANTO, de tal manera que constantemente estamos experimentando Su Presencia.
Pero cuando dudamos de la Palabra de JESÚS, y nos alejamos de Él, incumpliendo con nuestras obligaciones de servicio y de entrega hacia los demás, nuestra Fe corre el riesgo de quedar reducida a una aceptación de creencias, de costumbres, de palabras que no entendemos. Es fácil entonces instalarnos en algunas prácticas religiosas, sin dejarnos cuestionar por las llamadas que JESÚS nos hace desde el Evangelio que leemos cada día. Porque sólo seremos sus discípulos si le damos el abrazo de la Fe, a Su Mandato de AMOR, con el cual podremos permanecer unidos en comunidad y haciendo la voluntad del PADRE, lo que nos garantiza vivir la alegría de participar de la Gloria de Nuestro Señor JESUCRISTO.
Señor JESÚS, danos el discernimiento necesario para poder entender que toda circunstancia adversa es pasajera y nuca es comparable con la alegría suprema de tenerte a nuestro lado, y aunque muchos dudemos de eso, nuestro mayor consuelo es poder experimentar Tú paz en medio de tanta violencia e incertidumbre. Amén.
Luis Perdomo
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