Evangelio del Día. Juan 5,17-30

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«En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos: ««Mi Padre sigue trabajando, y yo también trabajo.» Y los judíos tenían más ganas todavía de matarle, porque además de quebrantar la ley del sábado, se hacía a sí mismo igual a Dios, al llamarlo su propio Padre. Jesús les dirigió la palabra: «En verdad les digo: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino sólo lo que ve hacer al Padre. Todo lo que haga éste, lo hace también el Hijo. El Padre ama al Hijo y le enseña todo lo que él hace, y le enseñará cosas mucho más grandes que éstas, que a ustedes los dejarán atónitos.

Como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, también el Hijo da la vida a los que quiere. Del mismo modo, el Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo la responsabilidad de juzgar, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado. En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la vida. Sepan que viene la hora, y ya estamos en ella, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen vivirán. Así como el Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Y además le ha dado autoridad para llevar a cabo el juicio, porque es hijo de hombre. No se asombren de esto; llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán mi voz. Los que obraron el bien resucitarán para la vida, pero los que obraron el mal irán a la condenación. Yo no puedo hacer nada por mi cuenta, sino que juzgo conforme a lo que escucho; así mi juicio es recto, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Leonardo Murialdo, presbítero, que fundó la Pía Sociedad de San José, para educar en la fe y la caridad cristianas a los niños abandonados. Nació en Turín (Italia) el 26 de octubre de 1828 y murió en la misma ciudad el 30 de marzo de 1900. Fue beatificado el 3 de noviembre de 1963 por S.S. Pablo VI y canonizado el 3 de mayo de 1970 por S.S. Pablo VI.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Juan capítulo 5, del verso 17 al 30. Donde se presenta la Misión de JESÚS como un proceso judicial en el que se enfrentan la luz y las tinieblas, la verdad y el error, la vida y la muerte. En el que, la Verdad sale favorecida, ya que a favor de JESÚS dan testimonio las Sagradas Escrituras, Moisés, el Bautista, pero sobre todo el Padre y las Obras que el Padre le ha Encomendado, por lo que puede decirse que JESÚS Mandado por El Padre, con Su Encarnación Revela la Gloria de Dios, que Ha Puesto Su Morada en la tierra para Hacer Realidad Su Reino.

 También se nos dice que las Acciones de JESÚS, están Inspiradas en el Accionar Continuo del Padre, que son: Crear, Redimir y Liberar. Y es eso lo que JESÚS hace realidad en el mundo terrenal, Crea espacios para el hombre Nuevo, Redime a los oprimidos y excluidos, y nos libera de las ataduras del mal y del pecado. Ya que la Voluntad de DIOS es, que: «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad», Y es esa la Misión de JESÚS, dar cumplimiento a la Voluntad del PADRE. Misión que no podían entender los dirigentes judíos por su cerrazón de corazón, y más bien juzgaban Su atrevimiento de llamar a DIOS como Su Padre y Tratar de ponerse en Su Lugar.

 Al confrontarnos con el texto y ver lo que atestigua JESÚS, cuando nos dice: que Él no da Testimonio de Sí mismo, sino de Quien lo envió, que es Su Padre Celestial, nos hace recordar las tantas veces que andamos justificando nuestras acciones o vanagloriándonos de lo que hacemos, lo que nos produce una profunda vergüenza, por actuar totalmente opuesto a JESÚS. Ya que Él no es como nosotros que aceptamos glorias y alabanzas unos de otros y por eso no nos abrimos definitivamente a la Verdad y en muchos casos ni llegamos a creer por comodidad, por miedo o por desconocimiento.

 Porque creer en JESÚS, es adherirse a su persona y asumir su proyecto liberador como Voluntad del mismo Padre. Ese es el compromiso que adquirimos al momento de nuestro Bautizo para ser sacerdotes, profetas y reyes, en un mundo asediado por el mal. Por eso es que el texto nos invita a aprovechar este tiempo de Cuaresma para prepararnos a celebrar una Pascua que después de dos años sin celebrarlas, por la pandemia, volvemos al Templo con las medidas de bioseguridad y con un corazón contrito y ansioso para que las fiestas de nuestros días santos sean tiempos de gozo y de esperanza perenne frente a los problemas y desventuras del mundo.

Señor JESÚS, fortalece nuestra Fe con la Fuerza de Tu Espíritu, para leer la Sagrada Escritura y poder escuchar, comprender y hacer la Voluntad del Padre, y al obrar así, podamos hacer realidad Tu Reino en medio de nosotros. Amén.

 

Luis Perdomo

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