“Después que Jesús había saciado a cinco mil hombres, sus discípulos le vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos.

Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.

Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad les digo: ustedes me buscan, no porque han visto señales, sino porque han comido de los panes y se han saciado.

Obren, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre, porque a este es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que crean en quien Él ha enviado».

Reflexión hecha por Luis Perdomo, animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia universal celebra la fiesta entre otros santos, en honor a San Fidel de Sigmaringen, presbítero y mártir, el cual, siendo abogado, decidió entrar en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, llevando una vida observante de vigilias y oraciones. Nació en Sigmaringen, Alemania, en 1577, y murió en Suiza el 24 de abril del año 1622.

El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.

La liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan capítulo 6, del verso 22 al 29, donde se dice que, después de la multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de JESÚS, y en su búsqueda llegan hasta Cafarnaúm. Y al encontrarse, Él les reprocha: «Ustedes me buscan, no porque han visto señales, sino porque han comido de los panes y se han saciado» (Jn 6,26). JESÚS no se engaña, sabe que no han sido capaces de leer las señales del pan multiplicado.

Por eso, los exhorta a “obrar” por un alimento imperecedero, el que dará el Hijo del Hombre y que concede la Vida Eterna. Esta exhortación es una respuesta a las aspiraciones de los judíos, para quienes la Ley, es fuente de vida y desean saber que “obras” cumplir para obtenerla.

A las muchas obras, JESÚS contrapone, una única obra de DIOS: “creer en el que Él ha enviado” (Jn 6,29).

Porque DIOS es el que da ese alimento, y lo da a través de su Hijo, y es Quien genera el crecimiento de la Fe en Él, es el alimento al que tenemos que dedicar todas nuestras energías, ya que los alimentos terrenos sacian momentáneamente, pero ese alimento sacio para la Eternidad.

Así nos lo recuerda la Constitución Dogmática «Gaudium et Spes», de los Gozos y Esperanza, del Concilio Vaticano II: «Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solo los alimentos terrenos».

Al confrontarnos con el texto, vemos que ayer como hoy, los seres humanos siempre andamos en la búsqueda de la Divinidad, para adorarlo, para darle gracia y para tratar de sondear sus designios y ajustar nuestra manera de actuar de acuerdo a esos criterios.

Pero algunas personas quisieran someter lo divino a sus propias necesidades o intereses humanos. Por eso es que JESÚS nos dice hoy, que, si queremos encontrarnos con DIOS, solo tenemos que Creer en Él que es el Enviado del PADRE. Y esa convicción nos hará vivir un itinerario de crecimiento, para alcanzar la madurez de Fe, que es la que satisface el hambre de DIOS.

Para desarrollar este itinerario tenemos que disponernos a caminar con JESÚS, para conformar comunidades de discípulos, que se dejen saciar en la Fuente del AMOR y ser enviados por Él, con la Fuerza del Espíritu Santo, para Anunciar la Buena Noticia del Reino, en cada uno de los espacios donde nos desarrollemos.

De allí que hoy sea el día para preguntarnos: ¿por qué somos seguidores de JESÚS? ¿Estamos convencidos del bienestar que proporciona este alimento a nosotros y a nuestros semejantes?.

Señor JESÚS, ayúdanos a entender que la Ley Divina y todas las cosas que queramos hacer, se resumen en una sola: creer en Ti, que Eres el Enviado del Padre, para enseñarnos a ser más solidarios y serviciales. Amén.

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