En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios».

Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.

Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a la Beata María de la Encarnación Avrillot. Nació en Pontoise, cerca de París el 1 de febrero de 1566. Barbe Avrillot, de casada Acarie y como religiosa, María de la Encarnación. Madre de familia ejemplar y mujer sumamente devota, introdujo el Carmelo en Francia, fundando cinco monasterios, y, muerto su esposo, abrazó la vida religiosa.

Murió el 18 de abril de 1618, con 52 años de edad y con fama de santidad y la beatificaron el 5 de junio de 1791, en plena Revolución Francesa. Esta mujer excepcional es patrona de las familias de París.

En la liturgia del día meditamos los textos: Hch 8,26-40; Sal 65; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Juan capítulo 6, del verso 44 al 51. En el que se continúa con el discurso de JESÚS, sobre el «Pan de la vida», con las expresiones: «Yo soy el pan de la vida», «Yo soy el pan vivo bajado del cielo».

Identidad divina

Este «Yo soy» hace referencia a la revelación de Yahveh a Moisés en el Monte Sinaí. Con ello se nos quiere indicar la identidad Divina de JESÚS en medio de una realidad tan humana como el pan y el acto de alimentarse.

Es oportuno recordar que, los expertos bíblicos sugieren que, este texto y en su conjunto todo el discurso del Pan de vida (Jn 6,22-51) pueden ser leídos en relación con el Prólogo del Evangelio de Juan (Jn 1,1-18). Y al relacionarlos descubrimos que la carne-pan que JESÚS nos da es su Palabra.

Esto encierra un dinamismo no visible, para los ojos humanos, pero palpable en la experiencia de la Fe, tal como lo celebramos en cada Eucaristía, donde la Palabra se convierte en Pan, el Cuerpo de JESÚS que alimenta a toda la Comunidad para fortalecerla como Su Cuerpo Místico, cuya cabeza es ÉL Mismo.

Revelación tras la resurrección

Y es que, en JESÚS Resucitado Se nos Revela una vida auténticamente Nueva que vence la muerte. Porque el Hijo, es la mediación que nos conduce al Padre, por eso es que, escuchar y ver al Hijo es escuchar y ver al Padre, y el abrir el corazón para vivir esta experiencia, del Encuentro con nuestra Divinidad, es la que nos conduce a vivir en plenitud, esta vida circunstancial y efímera, anticipo del disfrute de la Vida Eterna.

Al confrontarnos con el texto, y entrar tal como lo sugieren los expertos bíblicos, en la lógica de San Juan, podremos entender el planteamiento de que, JESÚS es «el Verdadero Alimento», al que estamos invitados a degustar. Para Juan y su comunidad, JESÚS es el verdadero alimento, porque es al mismo tiempo el principio de todo, es el paradigma a seguir y el parámetro para ser fieles al Proyecto de DIOS.

Ya que, quien conoce a JESÚS, quien se adhiere a su Proyecto de vida, quien hace el camino discipular cumpliendo sus mandamientos, es quien come el Alimento que da la Vida Eterna.

Aceptar la vida de Jesús

Por eso es que todos estamos invitados a aceptar a JESÚS en la vida, pero no de forma teórica, ni cúltica, ni catequética-doctrinal, sino de manera Existencial, para que siguiéndole a Él podamos ser testigos ante el mundo, de la Acción Salvífica del Padre Celestial.

De allí que hoy sea el día para pedirle con toda la fuerza de nuestra alma, la asistencia permanente del Espíritu Santo, para poder estar alimentados física y espiritualmente, y poder librarnos de tantos males y tentaciones que nos amenazan constantemente.

Y en medio de esas peticiones poder interrogarnos: ¿Descubro la presencia de JESÚS en su Palabra? ¿Soy capaz de escuchar la Palabra de DIOS con la misma reverencia como cuando voy a comulgar?

Señor JESÚS, Pan bajado del Cielo que das la vida al mundo, aumenta nuestra Fe en Ti, siendo perseverantes en la escucha de Tu Palabra, y fortalecidos podamos ser fermentos de Tu Buena Noticia, en este mundo terrenal acechado por la tiranía de la injusticia y la ignominia.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store