En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Pónganse en camino! Miren que los envío como corderos en medio de lobos.

No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saluden a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos la paz de ustedes; si no, volverá a ustedes.

Quédense en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No anden cambiando de casa en casa. Si entran en una ciudad y los reciben, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya en ella, y díganle: «El reino de Dios ha llegado a ustedes».

Pero si entran en una ciudad y no los reciben, saliendo a sus plazas, digan: «Hasta el polvo de su ciudad, que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos sobre ustedes. De todos modos, sepan que el reino de Dios ha llegado».

Les digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad». Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».

Él les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren: les he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada les hará daño alguno. Sin embargo, no estén alegres porque se les someten los espíritus; estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.

En este Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a Santo Tomás Apóstol.

El Martirologio Romano, que combina varias leyendas, afirma que Santo Tomás predicó el Evangelio a los partos, medos, persas e hircanos, y que después pasó a la India, donde fue martirizado en la región de «Calamina». En el malabar y en todas las iglesias sirias esta fecha es la fiesta principal, pues el martirio tuvo lugar el 3 de julio del año 72.

En este día también se conmemora la traslación de las reliquias de Santo Tomás a Edesa.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 10, del verso 1 al verso 20, en el que se narra la elección y el envío por parte de JESÚS, de unos misioneros que tienen el encargo de ir a unos lugares que serán posteriormente visitados por el Maestro.

Se trata de una elección de dimensiones universales, dado que se nombra a 72 personas con el encargo de ir a todas las ciudades conocidas. El grupo es organizado en pareja y enviado de dos en dos, muy probablemente, que haya estado conformado por hombres y mujeres.

Con la imagen de una cosecha abundante y una escasez de trabajadores para recogerla, JESÚS, procura animar y motivar a sus oyentes, para que no siendo sordos a las urgencias misioneras, se integren de manera decidida a la comunidad del Camino. Por eso es que las palabras de JESÚS discurren entre las dificultades, «Como corderos en medio de lobos” y la esperanza: “El Reino de Dios está llegando». 

Muy oportuno es recordar que, el estilo misionero de JESÚS tiene sus luces, que nada tienen que ver con las fuerzas mundanas. Primero, la pobreza: «No lleven bolsa ni alforjas».

Luego viene el compartir: unos llevan el mensaje, otros ofrecen morada y pan. Y el mensaje es: la Paz; «la Paz» que evoca todos los bienes, desde la bondad de DIOS hasta la Justicia entre los hombres. Y no podía faltar lo que JESÚS hizo toda su vida: curar, sanar, consolar, atributos de servicio que le transmite a sus discípulos para el éxito de la Misión.

Al confrontarnos con el texto vemos que, el envío exige condiciones frágiles y limitadas, sin provisiones para el camino, pero llenos del Espíritu Santo.

Por eso es que esos misioneros llevan la Fuerza y la capacidad de transmitir la Paz, aceptar lo propio de las culturas de los lugares a donde vayan, sanar a las personas enfermas y proclamar la llegada del Reino de Dios y denunciar públicamente a quienes no lo acepten.

Porque al enviado siempre le persigue el riesgo del rechazo a su persona y al mensaje de JESÚS. Y solo la Fuerza de Su Espíritu, le dará el suficiente discernimiento a cada uno de Sus seguidores para entender que el Reino de DIOS ya está entre nosotros, y muchas veces no entendemos las Obras que DIOS hace en nosotros y a través de nosotros.

Y por si acaso logramos percibir algo que nos haga sentir importantes, el Señor mismo nos hace una advertencia y nos da un gran consuelo: «no estén alegres porque se les someten los espíritus; estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10,20).

Por lo que debemos tener claro que nuestra tarea es la de Anunciar y trabajar en la Construcción del Reino, pero su crecimiento dependerá del Dueño de la Mies, que nunca nos deja solos.

Y es esa misma seguridad del Acompañamiento de DIOS, la que nos debe colmar de esperanza y de entusiasmo para hacerle frente a tantas señales del antirreino, de tantas dificultades y crisis con las que convivimos diariamente.

Señor JESÚS, Tú nos envías “como corderos en medio de lobos”, a llevar Tu Paz al mundo, acrecienta nuestra Fe y Esperanza, y con Tu Paz poder hacerles frente a tantas señales del antirreino, de tantas dificultades y crisis con las que convivimos diariamente. Amén.

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