En aquel tiempo, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeñitos.
Sí, Padre, pues tal ha sido tu voluntad. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos; nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; nadie sabe quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera dárselo a conocer.
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: ¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque yo les digo, que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Sabas el Santificado, nació en Cesárea de Capadocia, en el año 439, y murió en Mar Saba, el 5 de diciembre de 532. Fue un sacerdote de Anatolia, es venerado como santo por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. Vivió sobre todo en Palestina, dedicándose al eremitorio. Fue el fundador de varios monasterios, entre ellos el principal es Mar Saba.
En la liturgia del día meditamos los textos: Is 11,1-10; Sal: 121 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 10, del verso 21 al 24. En el que se narra una bella oración de acción de gracia de JESÚS al Padre, y que es la respuesta a las informaciones que el Maestro ha recibido de sus discípulos al volver de la Misión que Él les había encomendado, donde ellos le habían explicado todos los grandes prodigios que habían realizado.
Con esta oración JESÚS Anuncia la manifestación de DIOS en la historia de la comunidad, que es obra del Espíritu Santo, y por eso vemos ese sentimiento del Maestro, que lo mueve a dar gracia, porque DIOS se solidariza con los que de acuerdo a los prejuicios humanos no cuentan para nada.
La oración, también nos hace recordar a la que expresa María en Lc 1,51-53, porque ambas anuncian: “la Buena Noticia de Liberación”, Y es que tanto la oración de María, como la de JESÚS, provocan alegría y gozo en los que “ven” y “escuchan” a DIOS dentro de su vida.
La alegría de “ver” que el PADRE de JESÚS se Revela y se Solidariza con los marginados de la historia, debe de ser motivo de fiesta y compromiso con los marginados de nuestra sociedad. Por eso es que JESÚS los llama ¡FELICES¡, porque ven lo que muchos han deseado ver y no se les ha concedido.
Al confrontarnos con el texto, nos genera dos sentimientos, el primero: nos mueve un sentimiento de gracia, al vernos incluidos en ese grupo de ignorantes, que desconocemos tantas cosas pero que hemos sido tocados por la Gracia del Espíritu Santo, para que asumamos la Misión de ir a contagiar a otros de la Acción Dignificante de JESÚS, lo que nos Revela todos los días con Su Palabra. Segundo: nos invita a denunciar cualquier pretensión, incluida la de nosotros mismo, de que, al paliar la necesidad de nuestros semejantes, se vea como un hecho extraordinario que necesita ser reconocido, cuando la verdad es que es una obligación de cada cristiano, en su lucha particular, por extirpar las lepras de las injusticias sociales que vivimos en nuestras sociedades.
Teniendo claro que, DIOS ha hecho bien todas las cosas y ha puesto al hombre y a la mujer, en el centro de Su Creación para que disfrutemos de ella y nos ha dado unos dones, para que cada uno de acuerdo a nuestras capacidades podamos proveernos de los bienes necesarios para nuestra subsistencia y ayudar a nuestros semejantes, y ellos a su vez también desarrollen las suyas. Los problemas surgen cuando algunos nos desvivimos solo para la acumulación de riquezas y convertimos el tener y el poder, como la razón de nuestra existencia, y no nos importa el cómo lograr dichos propósitos, ni a quien perjudicamos con tal de lograr tal fin.
Y en ese afán de tener, cada cosa nos parece insignificante al lado de lo que deseamos y no hay tiempo para ponerse a pensar en DIOS y mucho menos para sus Mensajes de Fraternidad. Por eso es que los que no tienen nada o tienen pocos bienes materiales, valoran grandemente la llegada de una ayuda, por muy poca cosa que sea. Lo lamentable es cuando ese sentimiento de agradecimiento se convierte en yugo de opresión, por parte del que da la dádiva.
De allí que hoy sea el día para preguntarnos: ¿Cómo me estoy preparando para la celebración del recibimiento del Niño DIOS, con el agudizamiento de la crisis de mis limitaciones y miedos o con esperanzas? ¿Cómo estoy viviendo este tiempo de Adviento, para despertar mi sensibilidad hacia los que solo tienen la necesidad de ser socorridos?
Señor JESÚS, hoy queremos darte gracias, por habernos convocado e irnos Revelarnos paulatinamente Tu Palabra, que nos da sustento para la construcción de un mundo más justo, donde todos podamos disfrutar equitativamente de las bondades de Tu Creación. Amén.
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