Evangelio del Día. Lucas 14,25-33

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«En aquel tiempo, caminaba con Jesús un gran gentío. Se volvió hacia ellos y les dijo: «Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío. Cuando uno de ustedes quiere construir una casa en el campo, ¿no comienza por sentarse y hacer las cuentas, para ver si tendrá para terminarla? Porque si pone los cimientos y después no puede acabar la obra, todos los que lo vean se burlarán de él diciendo: ¡Ese hombre comenzó a edificar y no fue capaz de terminar! Y cuando un rey parte a pelear contra otro rey, ¿no se sienta antes para pensarlo bien? ¿Podrá con sus diez mil hombres hacer frente al otro que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, envía mensajeros mientras el otro está aún lejos para llegar a un arreglo. Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Martín de Porres, quien nació en Lima Perú en el año de 1579 y murió en el año 1639. Hijo de padre español y madre negra. Fue Beatificado por el Papa Gregorio XVI en el año 1837 y Canonizado por el Papa Juan XXIII el 6 de mayo de 1962. Felicitaciones a toda la feligresía de la Parroquia San Martín de Porres, habitantes de Brisas del Sur, San José de Chirica, Buen Retiro y todos los sectores circunvecinos.

 Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 14, del verso 25 al 33. En el que JESÚS, advierte a todos sus seguidores, que no basta con recibir la invitación del seguimiento y aceptarla en aras de un fácil entusiasmo, sino que es preciso someterse a ciertas condiciones para ir detrás de Él, ya que hay que desprenderse de cualquier apego que pudiera obstaculizar la integridad del seguimiento.

JESÚS hace esta advertencia, porque desde las primeras comunidades cristiana, hasta nuestro tiempo, somos muchos que, después de habernos entusiasmado por Él y haber dejado muchos apegos y libertinajes, para dedicarse a la obra del Evangelio, se han vuelto atrás, buscando una vida más «normal» y más segura, según las normas del hombre común. Y por eso es que nos pide una concentración total con el compromiso de vida cristiana. Ya que nunca seremos libres para responder al llamado de DIOS, si nos negamos a considerar un replanteo de los lazos familiares, y el uso del tiempo, para hacer de nuestras vidas, una alabanza constante y total a DIOS, dando Gracias por las alegrías y por las penas, en los éxitos y en los fracasos.

 Por eso es que JESÚS nos invita a reflexionar seriamente sobre una decisión que no puede hacerse a la ligera, sino que hay que discernirla y planificarla, tal como se hace con la construcción de un edificio y cuando los comandantes de un ejército se disponen para la guerra. Y en un lenguaje diáfano y enfático, expone de manera radical, que hay que subordinar la adhesión al Maestro, a los vínculos familiares y hasta personales más estrechos y asumir la hostilidad de la sociedad circunstante que ve con malos ojos esa alternativa, lo que en muchos casos va a generar un seguimiento doloroso, llevando su propia cruz, tal como la sufrió nuestro Señor JESUCRISTO.

  Al confrontarnos con el texto, podemos ver que ser discípulo de JESÚS, es mucho más que ir tras de Él por esnobismo o para hacerles creer a otros que somos más santos que ellos. Ya que, para ser discípulo de JESÚS, es necesario afrontar las tres renuncias que él mismo nos pide: primero: amarlo más que todas las cosas, lo que incluye a la propia familia; segundo: cargar con el oprobio y el sufrimiento por el rechazo de muchas personas que puede acarrear su seguimiento; y la tercera: es la renuncia a bienes y estatus sociales, porque nos obnubilan y no nos permiten tener la humildad necesaria para configurarnos con el Maestro. Por eso es que JESÚS nos invita a pensar muy bien nuestra decisión de ser o no ser su seguidor, por lo cual no debemos dejarnos llevar por los entusiasmos esporádicos o compromisos pasajeros, sino que debemos ponderar las reales responsabilidades y consecuencias de ser su seguidor.

Es ese el objetivo, al comparar el discípulo con el rey que va a la guerra. Porque el que se compromete para la propagación del Evangelio es, en realidad, un rey al que DIOS tratará en forma regia. Pero también debe saber que su Misión es la de luchar contra el «tentador de este mundo», es decir el demonio, quien lo tratará de parar con mil pruebas y trampas inesperadas. Y de no haberse preparado y configurado con Cristo, siguiendo al pie de la letra Su Palabra, el discípulo llegará con toda certeza a una quiebra de sus fundamentos de Fe, y sería mucho peor que no haber empezado. Por eso es que, él que se dispone a ser discípulo de JESÚS, debe de pensar en que si se comprometería seriamente o solo será un discípulo de tiempo parcial o simplemente un discípulo fracasado.

De allí que hoy sea el día para preguntarme: ¿De qué manera he asumido mi seguimiento a JESÚS, radical, a medias, superficial? ¿Estas palabras de JESÚS, me ayudan a recobrar fuerzas para hacerle frente a la circunstancia que estoy viviendo o por el contrario me dan más miedo y quisiera volverme atrás?

 Señor JESÚS, Tú nos invitas a seguirte y no escondes las dificultades que deben afrontar cada uno de Tus seguidores. Ayúdanos a tener siempre la mirada en Ti, para poder sortear las dificultades de cada día, renunciando a los apegos materiales y sentimentales y poniéndonos al servicio de todos nuestros semejantes. Amén.

Luis Perdomo

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