“En aquel tiempo había una profetisa muy anciana, llamada Ana, hija de Fanuel de la tribu de Aser. No había conocido a otro hombre que, a su primer marido, muerto después de siete años de matrimonio. Permaneció viuda, y tenía ya ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones. Llegó en aquel momento y también comenzó a alabar a Dios hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Raúl, Monje Cisterciense de origen inglés. Fue discípulo de San Bernardo en Claraval, el gran reformador de la vida monástica. San Raúl, contribuyó a la reforma de la vida eclesiástica y en 1131, fundó la famosa Abadía del Valle de Celdas, Vaucelles, cerca de Cambral, Francia. Su rectitud y austeridad le valieron el honor de los altares.

Por su parte la liturgia diaria nos invita a meditar el Evangelio de JESUCRISTO según San Lucas capítulo 2, verso 36 al 40. En el que se relata el encuentro de la Profetisa Ana, con la Sagrada Familia de Nazaret, el lugar del encuentro es el Templo de Jerusalén, exactamente en el atrio de las mujeres, allí está Ana, porque de acuerdo a la Ley, no podía estar en otro lugar. Ella es una mujer con una triple exclusión: es mujer, es viuda y es anciana; y al igual que Simeón, otro anciano del que hablan los versículos precedentes, perseveró muchos años esperando al Salvador.

Por eso es que Ana sabe leer los signos de los tiempos y descubre la mano de DIOS, en la historia y en la cotidianidad de los que visitan al Templo. Ana abre sus ojos cansados y viejos, para descubrir en el pequeño niño JESÚS, al Mesías esperado al que muchos excluidos como ella, esperaban para que impusiera un nuevo orden social.

Es importante destacar que, el pueblo de Israel no hecho ningún mérito para merecer tal distinción, sino que más bien ha ido en contra de los designios de DIOS. Sin embargo, como DIOS siempre cumple Su Promesa, en el tiempo propicio Se Hace presente en medio de la humanidad, hecho que no es reconocido por los poderosos, sino por el “pequeño resto de Israel”, es decir por los sencillos y excluidos.

Por eso es que DIOS Encarnado en la persona de JESÚS, por bocas de Simeón y Ana, llenan las expectativas de un pueblo cansado de la opresión política y religiosa. El texto termina con el retorno de la Sagrada Familia de Nazaret, a su casa, es un hogar sencillo, y pobre, donde JESÚS va a desarrollarse y fortalecerse en Sabiduría y bajo la Presencia del Altísimo lo acompañará, para el Cumplimiento de Su Misión de Ser la Luz del mundo.

Y es que, Cristo es, sin duda, la Luz que ilumina a los hombres, pero también, en otros momentos, la que los ciega y los deja desconcertados. Es señal que divide a los hombres, pero los que se ponen en contra no siempre son los malos. Pues hay malos que en un principio están en contra de Cristo, pero después reconocen sus maldades y sus pecados y finalmente hacen una enmienda de vida. Y hay buenos que su autosuficiencia de creerse impolutos y predestinados, no los dejan hacer nada por sus semejantes, y solo se dedican a juzgar y a mirar con indiferencia lo que a su modo de ver están perdidos y condenados, y por eso nunca llegan a Configurarse con Cristo.

Al confrontarnos con el texto vemos que La Palabra se ha Hecho Carne, para fortalecer la Esperanza de un pueblo oprimido por todas las plagas surgidas desde los distintos ámbitos del quehacer humano, tanto social, político, económico, y religioso. Y lo Hace por el AMOR Supremo que DIOS, le tiene al Hombre, que lo Ha Creado para que sea feliz y para que disfrute en igualdad de condiciones de toda la maravilla de Su Creación, Gesto que lamentablemente es roto por la violencia del hombre contra el hombre.

Violencia que producen las guerras, la trata de personas, la explotación o una pandemia como la que estamos viviendo, y que tienen su origen en el distanciamiento del hombre a los designios de DIOS, lo que nos hace oscurecer el horizonte de nuestra existencia, por lo que ponemos en duda, la tan ansiada solución a estos múltiples problemas que estamos confrontando. Por eso es que necesitamos tener un corazón como el de José, María, Zacarías, Isabel, Ana y Simeón, personas del pueblo llano, como tú y como yo, que solo tuvieron la Fe y la Esperanza de que DIOS siempre cumple Su Promesa, y es esa nuestra mayor fortaleza, para seguir perseverando en la Búsqueda de la Verdad que es CRISTO JESÚS.

Señor JESÚS, fortalece nuestra Fe y nuestra capacidad de discernimiento, para reconocer en cada momento de nuestras vidas, Tu Presencia Amorosa, en la que nos animas a seguir luchando por un nuevo orden social, en nuestro mundo terrenal. Amén.

Luis Perdomo

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store