“En aquel tiempo todos quedaron asombrados por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen y recuerden lo que ahora les digo: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres.» Pero ellos no entendieron estas palabras. Algo les impedía comprender lo que significaban, y no se atrevían a pedirle una aclaración”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia universal celebra, la fiesta entre otros santos en honor a San Fermín, quien nació en el año 272. Tras predicar en Navarra, se marchó a Francia. Fue un Obispo que se negó a dejar de Predicar, por lo que fue decapitado en el 303. Es el Patrono de Amiens de donde fue Obispo y Copatrono de Navarra, junto con San Francisco Javier.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro JESUCRISTO según San Lucas, capítulo 9, del verso 43b al verso 45. Este texto que se encuentra justo después de la Transfiguración y de la sanación de un endemoniado, por lo que podemos deducir que los discípulos se encontraban fascinados por el aura de triunfo y grandeza que rodeaba a JESÚS, lo que también les daba seguridad porque este era el Mesías que seguramente coincidía con las expectativas de poder que ellos se habían forjado.
Y es que, las expectativas de los discípulos de JESÚS era un Mesías que liberaría al pueblo judío del Imperio Romano, y la creación de un estado poderoso. Expectativas que había crecido al ver los gestos de AMOR de JESÚS, ya que tenían un efecto transformador en las personas, que, los poseídos por la ideología opresora los interpretaban como gestos de poder. Por eso JESÚS reprende con severidad a sus discípulos, y con su práctica humilde y amoroso, toma distancia de tal concepción, e invita a releer el Cántico del Siervo Sufriente, presente en el libro de Isaías.
Es claro que el Mesianismo de JESÚS no se corresponde con la tradición del Antiguo Testamento de un DIOS que se afirma por el poder, incluso destruyendo a los enemigos. En las Buenas Nuevas que nos trae Nuestro Señor JESUCRISTO, la opción por el AMOR elimina la competencia por el poder que llama a la violencia. Y más bien se revela en la sencillez de la condición humana, identificándose como el «Hijo del Hombre», que se hace humano para enseñarnos a vivir como humanos. No se hace un Mesías triunfante, sino, un Mesías sufriente que opta por los pobres y entrega su vida por la Salvación de la humanidad.
Al confrontarnos con el texto, vemos como los discípulos de estos tiempos también andamos muchas veces, desorientados en torno al Mesías que seguimos, ya que frecuentemente nos dejamos llevar por las falsas ilusiones de la fama, del éxito, las grandezas de nuestras obras, el poder ocupar puestos de relevancias, de sentirnos más importantes que los demás. Porque lamentablemente es eso lo que cuenta para nuestra sociedad y para el mundo en general.
Y es que en nuestra sociedad y en el seno de nuestras familias hemos desarrollado la idea de que los importante es la meta, sin importar los medios y por eso hoy tenemos unos sectores sociales bien diferenciados. De allí que muchos delincuentes sean admirados por sus pertenencias mal habidas, por su lujos y derroches, por su negación a la vida, mientras que escasean los ciudadanos íntegros que más temprano que tarde reaparecerán para hacernos volver a la senda de la moralidad y de una sana convivencia ciudadana.
Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿Hemos puesto nuestra confianza en un Mesías de los éxitos o estamos claros que nuestra vida personal y comunitaria debe de estar cargada también de fracasos para aprender de ellos y enrumbarnos hacia el encuentro con nosotros mismo y con DIOS? ¿Ante los fracasos solo pensamos en la huida como lo hicieron los discípulos en el Getsemaní o avanzamos con nuestra Cruz hasta el calvario, para morir y alcanzar la Resurrección con nuestro Maestro?
Señor JESÚS, regálanos Tú Espíritu de discernimiento para dejarnos interpelar de manera Clara con Tú Palabra y saber que, Tu Mesianismo de solidaridad y de servicio es el Camino, para alcanzar la Vida Eterna. Amén.
Luis Perdomo
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