Evangelio

En aquel tiempo Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?» Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa.

Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’, dirá: «Entonces, ¿por qué no le creísteis?».

Pero ¿vamos a decir: “De los hombres?”» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos.» Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra la fiesta entre otros santos, en honor a San Justino, mártir del siglo segundo y gran apologeta, defensor de la fe cristiana. Nació en Flavia, Neápolis, Samaria. Con sus escritos nos dejó una excelente síntesis doctrinal, entre sus obras se destacan: «Dos Apologías» y «Diálogo con el judío Trifón».

Donde se puede encontrar muchas informaciones sobre los ritos y la forma de administrar los sacramentos en la Iglesia primitiva.

En la liturgia del día meditamos los textos: Jds 17,20b-25; Sal 62; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 11, del verso 27 al 33.

Este texto es la continuación del episodio donde JESÚS echa a los mercaderes del Templo, por eso se nos dice que, de regreso al Templo de Jerusalén, el Maestro tiene un encontronazo con las autoridades religiosas, que incluía a los sacerdotes, escribas, ancianos, saduceos, fariseos y herodianos.

En esta confrontación se pone de manifiesto el Proyecto de Vida de JESÚS y el proyecto de intereses particulares de los hombres que representaban el poder político, económico y religioso. Ellos quieren saber con qué autoridad hace JESÚS esas cosas.

No preguntan por los motivos que lo llevaron a expulsar a los vendedores y compradores; solo preguntan por su autoridad, porque seguramente piensan que JESÚS debe de rendirles cuenta a ellos.

JESÚS no se niega a responderles, pero para desenmascarar las ambivalencias de sus acciones los interpela con otra pregunta: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?.

Los hombres de poder se quedan callados, ya que habían considerado el Bautismo de Juan como cosa de hombres y no de DIOS, y porque fueron ellos los que habían tramado la muerte de Juan. Ellos perciben el alcance de la pregunta, por eso responden con malicia: «no sabemos», respuesta hipócrita que no merece una respuesta de JESÚS.

Al confrontarnos con el texto y ver la conducta desviada de los dirigentes judíos, ya que ellos sabían plenamente que el Templo era una casa de oración donde debían confluir todas las personas a un encuentro personal y comunitario con DIOS, para pedirle perdón, para darle gracias o para pedirle su protección.

Sin embargo, ellos la habían convertido en vulgar mercado no solo de cosas materiales, también de tramitación de supuesto favores espirituales. Y es contra esa práctica indecorosa y farsante que reacciona JESÚS, para poner las cosas en su justa dimensión imponiendo Su Autoridad moral y espiritual.

Es claro que esas desviaciones también persisten en nuestra época, ya que también nosotros nos enfrentamos a un desafío semejante. Porque, en el nombre de la libertad, de la justicia, incluso del Amor, se desvían recursos para encubrir la enajenación mental y espiritual, de muchos de nuestros semejantes.

Por lo que los impuestos, las colectas, las colaboraciones pedidas para unos fines benéficos, con frecuencia terminan invertidas en propiedades particulares de quienes controlan el poder político, religioso o económico.

Por eso es que, como JESÚS, también nosotros estamos llamados a poner en evidencia estas desviaciones, asumiendo posturas críticas que permitan su corrección.

Si lo hacemos así, estaremos viviendo a plenitud nuestra condición de Profetas que adquirimos en nuestro Bautismo, que Anuncia la Palabra de DIOS y Denuncia todas las desviaciones presentes en nuestras comunidades, ya que el enriquecimiento de unos pocos de manera corrupta y fraudulenta, debe de ser denunciado y corregido por todos los que nos consideramos seguidores de JESÚS, no solo porque es condenada por DIOS, sino porque perjudica sobremanera a los que menos tienen y que tristemente son usados como argumentos de los que practican estos actos inmorales.

Señor JESÚS, danos la fuerza necesaria para asumir con entereza nuestra condición de Profetas, para Anunciar con nuestro testimonio de vida los Valores de Tu Evangelio y Denunciar con Autoridad los vicios y las corrupciones presente en nuestras comunidades.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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