En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.»

El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que estos.» El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Reflexión del Evangelio

En este Trigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario, la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Martín de Porres, quien nació en Lima Perú en el año de 1579 y murió en 1639.

Hijo de padre español y madre negra. Fue Beatificado por el Papa Gregorio XVI en el año 1837 y Canonizado por el Papa Juan XXIII el 6 de mayo de 1962.

Felicitaciones a toda la feligresía de la Parroquia San Martín de Porres, habitantes de Brisas del Sur, San José de Chirica, Buen Retiro y todos los sectores circunvecinos.

Liturgia del Día

La liturgia meditamos los textos: Dt 6,2-6: Sal 17; Hb 7,23-28; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 12, del verso 28 al verso 34.

En el que un maestro de la Ley admirados por la Sabiduría de JESÚS, se anima a preguntarle, sobre cuál era el mandamiento más importante de la Ley.

La cuestión no era tan obvia, ya que había 630 preceptos, y algunos maestros enseñaban que el principal mandamiento era el descanso sabático y otros maestros de cultura helenista, decían que el mandamiento más relevante era la alabanza a DIOS y la compasión por el prójimo.

JESÚS le responde al maestro, con el fundamento de lo que está escrito en el libro de Levítico (Lv 19,189) y Deuteronomio (Dt 6,5).

A lo dicho por JESÚS el maestro de la Ley le agrega lo que está escrito en el libro del Profeta Oseas, donde dice: «que, el amor a DIOS y al prójimo vale más que los holocaustos y sacrificios» (Os 6,6).

Transformación del amor

Lo que le permite a JESÚS, transformar el amor a DIOS y al prójimo como el mandamiento más importante e invita a vivirlo tal como lo quiere a DIOS, porque el que ama a DIOS ama al prójimo y viceversa.

Es claro, que la enseñanza de JESÚS se diferencia de la de su interlocutor, ya que mientras el maestro de la Ley, hace referencia a los holocaustos y sacrificios, y Él no se centra en el problema del culto, sino que va a la praxis de vida del Mandamiento Supremo, porque el Amor a DIOS va unido indisolublemente al prójimo.

Por eso es que JESÚS junta la gran enseñanza del Código de Santidad escrito en el libro de Levítico, con su mandato de amar al prójimo, junto con el mensaje central del libro del Deuteronomio, que nos invita a Amar a DIOS.

Lo que nos hace recordar que este Mandamiento, en el Evangelio según San Juan, recibe el nombre de «Mandamiento Nuevo», porque tiene por fuente y modelo al mismo JESÚS.

Preguntas ante la ley del Maestro

Al confrontarnos con el texto, y ver que JESÚS, ante la pregunta del maestro de la Ley, le responde que no es un mandamiento, sino dos en uno: el amor a DIOS y el amor al prójimo.

Por lo que podemos entender que, todos los ritos y promesas que le hacemos a DIOS en nuestras celebraciones litúrgicas, tenemos que hacerlo realidad a través de las obras y servicios a nuestros semejantes.

De tal manera que cualquier expresión de religiosidad, espiritualidad, piedad y mística, como acto de Amor a DIOS, deben pasar por el tamiz del Amor al prójimo. Porque solo el Amor al prójimo puede certificar si nuestra práctica litúrgica es auténtica y verdadera.

Vivir en el amor que revela Jesús

Así que JESÚS nos invita a vivir es ese mismo Amor que Él nos Revela, donde la Trascendencia de DIOS, se hace Inmanente para realzar y darle dignidad al ser humano. Por eso es que el Amor a DIOS va aparejado con el Amor al prójimo.

No es un segundo Amor, porque el Amor no se segmenta, es total, es una simbiosis en la que DIOS hace Presencia en el otro, en el diferente a mí, que es el prójimo, por lo que es una salida de sí, para ir al encuentro del otro.

Esto tiene sentido cabal cuando caemos en cuenta de que DIOS nos ama mediante el prójimo, ya que nada agrada más a DIOS, que nuestros gestos de amor, de cariño y de servicio que nos manifestamos unos a otros, y es esto lo que constituye un culto agradable a DIOS.

Por eso es que el culto cristiano, que es la celebración de la Eucaristía, es un memorial del Amor de DIOS por nosotros, que se Encarnó en la Persona de JESÚS, para enseñarnos a ser más humanos, y que no tuvo reparos para ofrendarse en la Cruz por nuestros pecados, «porque no hay AMOR más grande que aquel que da su vida por sus amigos», (Jn 15,13).

Señor, JESÚS, ayúdanos a entender que cualquier expresión litúrgica, como acto de Amor a DIOS, debe pasar por el tamiz del Amor al prójimo. Porque solo el amor y el servicio que nos prestemos unos a otros, puede certificar si nuestra práctica litúrgica es auténtica y verdadera.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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