“En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: ‘¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa’”.
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo: “Les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana
En este Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta entre otros santos en honor a San Vicente Grossi.
Fundador de las Hijas del Oratorio, un sacerdote entregado a sus fieles, que tuvo como eje vertebral de su vida la santa misa, y en el ideario de su labor apostólica dirigida a la infancia y juventud.
Nació el 9 de marzo de 1845 en la localidad italiana de Pizzighettone, perteneciente a Cremona, región de Lombardía.
El 7 de noviembre de 1917 entregó su alma a DIOS a causa de una peritonitis fulminante, diciendo: «El camino está abierto; hay que recorrerlo».
Fue beatificado por Pablo VI el 1 de noviembre de 1975. Y el 18 de octubre de 2015 el papa Francisco lo canonizó.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 12, del verso 38 al verso 44, en el que se presenta dos escenas, la primera está unida a la enseñanza del domingo pasado, sobre la declaración del mandamiento del AMOR, que debe ir en dos direcciones, hacia DIOS y hacia el prójimo.
En la enseñanza de hoy, JESÚS previene a sus discípulos para que no repitan el modo de ser de los escribas que presumen de unos correctos cumplidores de la Ley, cuando en su interior no existe Amor a DIOS, ni al prójimo, solo preocupación por sus posesiones materiales.
En la segunda escena se presenta la extraordinaria acción de una viuda pobre que aporta todo lo que tiene, al tesoro del tiempo.
JESÚS que está en una posición privilegiada, desde donde puede observar cómo los fieles van pasando a depositar su ofrenda, no le impresiona, como al común de los observadores, la cantidad que cada rico había depositado en el cofre, ya que sus parámetros de juicios son completamente diferentes a los criterios mercantilista con el que la mayoría de los fieles que ponderan la cantidad por encima de la calidad del desprendimiento.
Por eso es que, JESÚS denuncia el pecado de los letrados encubre sus injusticias bajo el manto de la legalidad de sus posiciones de poder, que les da la posibilidad de controlar las instancias legales y se aprovechan de los más pobres despojándolos de sus pocos bienes, y en particular de las viudas que carecen de cualquier derecho de representación.
Al mismo tiempo propone a una pobre viuda como modelo de la justicia y de la generosidad, que, con su precaria colaboración, cumple con los requisitos económicos que al menos en teoría, debería servir para socorrer a las personas indigentes.
Al confrontarnos con el texto, vemos que estas escenas que se nos presentan en contraste, tienen mucho que ver con el desarrollo de la vida de nuestra sociedad, ya que, esos maestros de la Ley con sus trajes ostentosos y sus actitudes prepotentes, son todos aquellos que sintiéndose más que los demás, por su dinero o por tener una posición de poder, se creen con el derecho de disponer hasta de la vida de los demás seres humanos. Y la viuda pobre, andrajosa y huidiza, representa al pueblo llano que sufre los desprecios de los primeros, que muchas veces se les niega hasta la posibilidad de soñar con los derechos existenciales, que, por Gracia Divina, Dios nos ha dado a todos.
Es ese el cuadro que en el Antiguo Testamento DIOS Padre denunció a través de los Profetas y por la que se hace Padre y defensor de las viudas de los huérfanos (Sal 68,6). Y ese el cuadro que el DIOS Hijo denuncia en las actitudes de los maestros de la Ley, que centran sus vidas en la búsqueda de honores y reconocimientos y se aprovechan de sus posiciones para hacer uso de los menguados bienes de los pobres. Pero que tal como lo dice el Apóstol San Pablo: “donde abundó el pecado, sobreabunda la Gracia”, el Espíritu de DIOS Actúa a través de la Viuda, que aun cuando se sabe explotada y marginada, entrega todo lo que tiene, como signo de Fe y confianza, en lo que DIOS dice en la Sagrada Escritura.
Sin lugar a dudas que la viuda simboliza aquella porción de Israel que entró en la dinámica de JESÚS que está dispuesta a dar, a darse y entregarse con lo que tiene a la Causa del Reino DIOS, que hace morada primeramente en el corazón del ser humano y desde allí se expande a toda la comunidad. Ella también simboliza a todos esos cristianos que dedican tiempo de manera desinteresada a la edificación de la Iglesia, haciendo de sus vidas un culto agradable a DIOS. Y es este el culto que JESÚS quiere que asumamos sus discípulos de todos los tiempos.
Y si tenemos la Fe de la Viuda, traducida en la actitud de entrega y de servicio, como práctica de vida, nos Configuramos con JESÚS, y podremos saber “que hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35), ya que la pobreza de corazón de dar todo lo que tenemos, es la llave que nos abre la puerta para el disfrute de la riqueza del Reino de los Cielos.
Señor JESÚS, danos el discernimiento necesario para entender que el desapego a los bienes materiales y el compartir fraterno son signos característicos de tus discípulos, porque tal como Tú lo dices: “hay más alegría en dar que en recibir”. Amén.
Luis Perdomo
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