En aquel tiempo, Jesús volvió a Cafarnaún. Apenas corrió la noticia de que estaba en casa, se reunió tanta gente que no quedaba sitio ni siquiera a la puerta. Y mientras Jesús les anunciaba la Palabra, cuatro hombres le trajeron un paralítico que llevaban tendido en una camilla. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo donde él estaba y por el boquete bajaron al enfermo en su camilla.

Al ver la fe de aquella gente, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, se te perdonan tus pecados.» Estaban allí sentados algunos maestros de la Ley, y pensaron en su interior: «¿Cómo puede decir eso? Realmente se burla de Dios.

¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?» Pero Jesús supo en su espíritu lo que ellos estaban pensando, y les dijo: «¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil decir a este paralítico: Se te perdonan tus pecados, o decir: ¿levántate, toma tu camilla y anda?.

Pues ahora ustedes sabrán que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder para perdonar pecados.» Y dijo al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» El hombre se levantó, y ante los ojos de toda la gente, cargó con su camilla y se fue. La gente quedó asombrada, y todos glorificaban a Dios diciendo: «Nunca hemos visto nada parecido.»

Reflexión del Evangelio

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Arcadio mártir en Mauritania en el año 304 d.C. La virtud cardinal de su fortaleza cubre su vida y su acción. En medio de insultos y burlas le van cortando lentamente y con crueldad: los dedos, manos, codos, brazos, piernas y finalmente la lengua para que no proclamara la fe. Él permaneció fiel sin claudicar.

En la liturgia del día meditamos los textos: 1Sam 8,4-7.10-22a; Sal 88; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Marcos, capítulo 2, del verso 1 al 12. En el que se relata la curación de un paralítico y el careo de JESÚS con los Maestros de la Ley.

Jesús en el ojo del huracán

Su enseñanza, sus curaciones y sobre todo Su inmediata cercanía con los excluidos, colocan a JESÚS en el ojo del huracán. Al volver a Cafarnaúm se encuentra con la expectativa de la gente sencilla, que ya lo reconoce como un gran Maestro, pero también se topa con la oposición de sus adversarios que lo acusan de blasfemo, el pecado religioso más grave de ese tiempo.

El conflicto no se hace esperar. Los intérpretes de las Escrituras consideran inapropiada la libertad con que JESÚS actúa, consideran que son solos ellos los únicos administradores de las enseñanzas religiosas.

JESÚS les muestra su error al presentarles como la tremenda fe del paralítico, y de sus acompañantes, es suficiente para recibir el beneficio del perdón y la sanación.

Así se enfrentan las costumbres humanas con la novedad de DIOS. Y de este enfrentamiento sale beneficiada una persona que desde ese momento puede decidir a donde ir y qué hacer con su vida.

Al confrontarnos con el texto, podemos sumarles otras consideraciones de carácter alegórico, así podemos decir: que la casa, quizás la de Simón Pedro, representando a Israel, en cuanto a Institución oficial era demasiado pequeña, la gente no cabía, y para llegar a JESÚS, era necesario destejarla, quedando abierta a todos, en ella entra no solo el enfermo, sino que constantemente se está esperando a nuevos inquilinos, a quienes JESÚS les ofrece Su Palabra, la Sanación y el Perdón, algo exclusivo de DIOS.

Hijo del hombre

La otra expresión que nos confronta y que resuena en este Evangelio es la del título: «Hijo del hombre», con alcance de universalidad JESÚS se hace fuerte y razona conforme al poder que se le ha dado a favor de los necesitados.

Por eso lo actual de las Palabra de JESÚS, que nos invita a tener confianza en Él, para que con nuestras decisiones desfondemos todos los techos y ataduras de las pretensiones humanas, para adherirnos a la novedad que DIOS nos regala cada día.

Señor JESÚS, acrecienta nuestra Fe, y con el fundamento de Tu Palabra, quitemos los techos que amenazan nuestra libertad y nuestra existencia, para adherirnos con alegría a la novedad que Tú nos regala cada día.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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