Evangelio del Día. Marcos 7,14-23

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«En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchen y entiendan todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «También ustedes siguen sin entender? ¿No comprenden? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina».

Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

LaLa Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Miguel Febres-Cordero. Vivió entre los años 1854 y 1910. Nació en Ecuador, de origen venezolano. Fue el primer Hermano de la Salle de origen Latinoamericano y el primero en llegar a los altares. Gran escritor y académico de la lengua española, que en 1875 publicó la primera gramática castellana.

 Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio según San Marcos, capítulo 7, del verso 14 al 23. donde JESÚS, da una explicación en torno a las leyes de pureza, y para lo cual, propone una especie de parábola o frase de sentido misterioso: ¿la entienden? Como otras veces sucede en la narrativa Marquiana, el Maestro reserva la explicación solo para los discípulos, que no han entendido el mensaje.

 Recordemos que, en la tradición judía, cuidadosa de salvaguardar la santidad del pueblo, es importante observar las normas de pureza, entre las que se destacaba las relativas a la de los alimentos. Por eso habían elaborado una serie de preceptos donde se establece que clase de alimentos eran puros o impuros y que cosas contaminaban o no. Quien era impuro quedaba excluido de la comunidad y por lo tanto no era digno de entrar a la presencia de DIOS.

 Ante esta madeja de leyes hechas con la excusa de la pureza, el Maestro declara a todos los alimentos puros, y los invita a revisarse el corazón que es de donde salen todos los males morales, que separan a los hombres y lo alejan de DIOS. Y es que, para JESÚS, el encuentro con DIOS no depende de los alimentos, ni del contacto con algunos objetos, lo que hace impuro al ser humano es lo negativo que sale de su corazón, que lo deshumaniza y lo separa de DIOS, porque el mal no está en las cosas, sino en las opciones y decisiones humanas.

 Al ver esta hermosa enseñanza dada por JESÚS, y confrontarnos con nuestras vidas podemos entender mejor porque en el lenguaje bíblico, el corazón es la sede de los pensamientos y afectos, es decir donde se fraguan las motivaciones de las conductas humanas. Y esa enseñanza nos hará ubicarnos de una mejor manera en la aguda crisis existencial que vive el pueblo venezolano, y nos aportará los argumentos suficientes para poder explicarle a otros la necesidad de que es necesario dejar a un lado nuestras posiciones personales o grupales para ir al reencuentro ciudadano de todo un pueblo, que está clamando por sus derechos elementales.

 Porque DIOS nos ama a todos independientemente de nuestras vestimentas, de nuestros gustos culinarios y de nuestras posiciones económicas, políticas o religiosas, pero ese mismo Amor, nos exige que hagamos de nuestras vidas una oportunidad de gracia y de salvación, apartando intereses ideológicos, económicos o religiosos, y así podremos alcanzar la plena comunión con nuestros semejantes y con nuestro Creador. Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Amamos a DIOS y a nuestros semejantes como DIOS Ama, o como nuestros intereses nos los permiten?

Señor JESÚS, ayúdanos a entender Tus enseñanzas, para saber que, solo trabajando concienzudamente nuestro interior, podremos acercarnos más entre nosotros, haciéndonos más humanos y más dignos de llamarnos hijos de DIOS y hermanos entre nosotros. Amén.

 

Luis Perdomo

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