Marcos 7,24-30: “En aquel tiempo Jesús decidió irse hacia las tierras de Tiro. Entró en una casa, y su intención era que nadie lo supiera, pero no logró pasar inadvertido. Una mujer, cuya hija estaba en poder de un espíritu malo, se enteró de su venida y fue enseguida a arrodillarse a sus pies. Esta mujer era de habla griego y de raza sirofenicia, y pidió a Jesús que echara al demonio de su hija. Jesús le dijo: «Espera que se sacien los hijos primero, pues no está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perritos.» Pero ella le respondió: «Señor, los perritos bajo la mesa comen las migajas que dejan caer los hijos.» Entonces Jesús le dijo: «Puedes irte; por lo que has dicho el demonio ya ha salido de tu hija.» Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama; el demonio se había ido”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy, la fiesta en honor a Nuestra Madre María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes, en la que se hace referencia a las dieciocho apariciones de la virgen María que Bernadette Soubirous, afirmó haber presenciado en la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau, en las afueras de la población de Lourdes, Francia, en 1858. Y puede decirse que el mayor milagro de Lourdes consiste quizás no tanto en sus curaciones espectaculares, sino en la atmósfera de oración confiada de los peregrinos y en la unidad de la fe de los pobres y ricos, los sanos y los enfermos. Es por eso que hoy también se celebra la jornada mundial por los enfermos.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 7, versos del 24 al 30. en el que se relata la súplica que hace una mujer extranjera, para que JESÚS sane a su hija que estaba poseída por un espíritu inmundo. JESÚS fiel a la tradición de su pueblo, argumenta una frase muy dura: “no está bien quitar el pan a los hijos y echárselos a los perritos”; pero la mujer le replica: “también los perritos comen debajo de la mesa de las migajas que tiran los niños”. El Maestro le dice esto, porque los judíos miraban con mucho desprecio a los paganos; ellos eran los hijos de DIOS, y los paganos, los perros. Ser portadores de la verdadera fe los obligaba a no dejarse contaminar por otras religiones, pero, en realidad eso reforzaba su incomprensión con cualquier extranjero.
Por eso es que JESÚS contestó a esta mujer afligida repitiéndole el refrán despectivo de los judíos. Y que a pesar de que JESÚS vino a salvar a todos, Él tenía claro que Su Misión debía comenzar por Israel que era el pueblo elegido. Sin embargo, se encontró en varias oportunidades con gente pagana con mucha fe en DIOS y, más de una vez, se admiró al ver con la seguridad y fe con la que se dirigían a Él. Se comprende entonces que JESÚS, le dice eso a la mujer, para probar hasta dónde llegaba su fe; y en efecto, logró con creces, ver este gran testimonio de fe
Al confrontarnos con el texto vemos que, en tiempos de JESÚS, tal como los hay ahora, también había problemas territoriales. No se llevaban bien entre sí los vecinos, y no parecía fácil que se pudieran arreglar las cosas. Con esta situación se enfrentó la mujer sirofenicia. Ella sabía que JESÚS puede curar a su hija, se acerca a Él, para implorarle. La respuesta de JESÚS hubiera bastado para desanimar a cualquiera, pero no a una madre desesperada. Su argumento fue tan contundente, que a JESÚS no le quedó más remedio que darle cumplimiento a su petitorio. Porque la fe todo lo puede, logrando sobrepasar barreras, fronteras y prejuicios, por lo que debe de ser nuestro reto de cada día.
Ya que nosotros, al igual que los judíos, quizá todavía estamos limitados por nuestra percepción del mundo, a veces demasiado estrecha, en la que solo aceptamos a los de nuestro entorno, a los que piensan como nosotros. Pero la enseñanza que nos da el Maestro es la de mirar más allá, es la de salir al encuentro del otro, es la de abrir nuestro corazón, para acoger a todos aquellos que no comparte nuestra fe y con nuestro testimonio de vida, experimentadas en nuestras actitudes hacia los demás, lograr hacer realidad la “civilización del AMOR”.
Ya que los discípulos de JESÚS estamos llamados a ser continuadores de Su Modo de vida, revolucionando nuestras relaciones humanas. Y dando pasos concretos hacia los otros, hacia los que tenemos más cerca, pero también hacia aquellos nuevos horizontes que nos dan miedo. De allí que hoy sea el día para animarnos a romper con la cuarentena, y con nuestros modestos o muchos recursos realizar acciones que mitigue las carencias económicas, intelectuales o de salud de nuestros semejantes. Porque la fe ha de vivirse en un marco concreto, cercano, y a la vez universal. Ecuménico, y católico, tal como JESÚS, nos las enseña cada día.
Señor JESÚS, danos una fe como la de la mujer sirofenicia, para romper las barreras de nuestros prejuicios sociales, religiosos, políticos y económicos y de esta manera podamos tener una sociedad donde todos podamos ser vistos y tratados con la misma dignidad que Tú nos has dado. Amén.
Luis Perdomo
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