Marcos 9,2-10: “En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a ellos solos a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente. Incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»  En realidad, no sabía lo que decía, porque estaban aterrados. En eso se formó una nube que los cubrió con su sombra, y desde la nube llegaron estas palabras: «Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo.» Y de pronto, mirando a su alrededor, no vieron ya a nadie; sólo Jesús estaba con ellos. Cuando bajaban del cerro, les ordenó que no dijeran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron el secreto, aunque se preguntaban unos a otros qué querría decir eso de «resucitar de entre los muertos».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana.

 En este Segundo Domingo del Tiempo de Cuaresma la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor al Beato Don Carlos Gnocchi, como se le conoce popularmente en Italia, es muy querido por la misión cumplida en favor de los niños mutilados en la guerra como consecuencia de las bombas ocultas o de estar en los sitios de enfrentamientos. Vivió los horrores de la primera y segunda guerra mundial. Fue Capellán en el frente ruso, labor que ejerció con mucho heroísmo.

 Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 9, verso 2 al verso 10. En el que se narra la escena de la transfiguración de JESÚS, que se encuentra en el centro del Evangelio de Marcos. Esta escena es una de las más importantes del Nuevo Testamento. No es la cumbre, sino el resumen de toda la Revelación. En el episodio, Moisés y Elías, los portavoces de la Ley y de los Profetas, es decir de todo el Antiguo Testamento, presentan el Cristo del Evangelio, a los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, los amigos más íntimos de JESÚS, quienes serán los responsables de la Predicación y Propagación del Evangelio y de la Fundación de la Iglesia en todo el mundo.

 Así que los tres Apóstoles predilectos, llamados a ser los pilares de la Iglesia, son testigos de este agradable acontecimiento de ver la Manifestación Divina de JESÚS, que es el estado definitivo del Hijo del hombre, mucho antes de Su Pasión, Muerte y Resurrección. Pedro se atreve a proponer un plan suyo demasiado humano, para prolongar aquel momento de felicidad inefable, pero no sabía lo que decía. El mensaje definitivo llega de arriba, con la Voz proveniente de la nube, identificando a JESÚS, Revelando Su Personalidad, e invitando a la escucha atenta, incluso cuando se hable del duro camino de la cruz, del cual les hablará el Maestro en las siguientes jornadas.

Al confrontarnos con el texto, podemos preguntarnos: ¿qué significado puede tener Moisés y Elías, junto a JESÚS, en la cima de una montaña? ¿Qué significa la vestidura y el rostro resplandecientes? Las cuales podremos responder con la ayuda del Magisterio de la Iglesia, de la siguiente manera: la elevación es símbolo del encuentro con la trascendencia. Moisés y Elías son los únicos profetas que recibieron Revelaciones en la montaña de DIOS, su presencia junto a JESÚS, significa precisamente la centralidad de la Buena Noticia que es el Reino de DIOS, y que clarifica el mensaje legal de Moisés y en el mensaje profético de Elías. El vestido blanco indica el Resplandor de la Gloria Divina y el Rostro relumbrante recuerda la apariencia de Moisés al descender del monte con las tablas de la Ley, para decirnos que, quien tenga un encuentro con DIOS, queda Impregnado de Su Luz de Santidad.

Y al sacar esas enseñanzas podemos inferir, que, el Evangelio es la Revelación de la Voluntad de DIOS, que siempre actúa en la vida de su pueblo como Salvador, y obtener de allí dos lecciones muy actuales y perennes: la primera es que, debemos hacer una lectura de la Sagrada Escritura, desde una óptica Cristo-céntrica, para poder comprender la Ley y los Profetas, tal y como se las explicó el Maestro a los discípulos de Emaús.

Si lo hacemos así, lograremos entender que Toda la Sagrada Escritura tiene como Propósito, Revelarnos el Plan de Salvación de DIOS para la humanidad, en el que Él mismo se hace Presente en la Persona de JESÚS de Nazaret, para invitarnos a cumplir con lo que allí está escrito y podamos alcanzar la felicidad. Y la segunda enseñanza, es la urgencia que debemos tener para dejarnos Transfigurar por la presencia de JESÚS, en nuestras vidas cotidianas, pero no para encasillarnos en una de las tres chozas que propone Pedro, alejados de los problemas, sino más bien, asumiéndolos, de tal manera que podamos hacerle frente a las vicisitudes y amenazas a la vida, incluyendo una pandemia como la que estamos padeciendo.

Señor JESÚS. Ayúdanos a dejarnos guiar por Tu luz para poder transitar junto a Ti el silencio de la muerte, en las amenazas y obstáculos que se nos presenta en nuestra vida terrenal y luego Saborear junto a TI el Esplendor de Tu Gloria en la Vida Eterna. Amén.

Luis Perdomo

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