Evangelio del Día. Marcos 9,41-50

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 «En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos «Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua porque son de Cristo, yo les aseguro que no quedará sin recompensa.» «El que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar. Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida, que ir con las dos a la gehena, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te está haciendo caer, córtatelo; pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehena. Y si tu ojo prepara tu caída, sácatelo; pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. Pues el mismo fuego los conservará. La sal es buena, pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se lo devolverán? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.»    

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Sergio, quien fue un magistrado del Imperio Romano, que se hizo monje, y, en poco tiempo, comenzó a gozar de una gran influencia y fama en el seno de la sociedad de su época. Por esa misma razón, es decir por hacerse monje y creer en JESÚS, le cortan la cabeza el 24 de febrero del año 301. Su Martirio fue un gran ejemplo para las primeras comunidades cristianas, lo perdió todo, humanamente hablando, pero ganó la inmortalidad de la Vida.

 Por su parte la liturgia diaria nos invita a meditar el Evangelio de nuestro Señor JESUCRISTO según San Marcos capítulo 9, verso 41 al 50. En el que se presentan algunas sentencias originarias de JESÚS, transmitidas por la tradición de las primeras comunidades y que son presentadas como normas para la convivencia en los diferentes contextos de las comunidades. La sentencia inicial: «Quién dé de beber un vaso de agua porque pertenecen a Cristo no quedará sin recibir recompensa», tiene el carácter de una orientación de acogida a los misioneros. Ya que en una jornada misionera, se espera que las casas estén abiertas y atentas a recibir a los enviados por JESÚS.  A continuación, vendrán un par de sentencias acerca de los pequeños, humildes y frágiles. La alusión a estos pequeños marca la oposición de ser el más grande, de acuerdo a la discusión que los discípulos habían tenido antes. Sin lugar a dudas que estas sentencias, son una serie de orientaciones para los miembros de las comunidades, con el fin de prevenir posibles escándalos internos. Por eso se hace una advertencia para aquellos que, movidos por la vanidad, buscan el poder dentro de la comunidad y chocan con los humildes que se acercan con la esperanza de encontrar Amor y fraternidad.

Las alusiones a las caídas por las manos, los pies o por el ojo, pueden hacer referencia al robo, al desvió del camino, o al adulterio. La referencia a la automutilación, usada con un sentido simbólico, se inspira en las sentencias de amputación vigentes aún en algunas culturas. Y las frases finales con la sal y el fuego, expresan la convivencia armoniosa y dinámica en la comunidad. Ya que, entre los discípulos debe prevalecer la paz, simbolizada por la sal que da sabor y preserva el fuego del Amor, con el cual la comunidad se abre a la comunión de vida con los pequeños y excluidos.

Al confrontarnos con el texto, podemos ver que, para las comunidades primitivas, un cristiano tiene que ser una persona radicalmente comprometida con los valores del Evangelio demostrando coherencia entre lo que profesa y lo que hace, por lo que no puede haber dicotomía en su vida. Por eso es que el Evangelista coloca el acento en unas palabras muy exigentes de JESÚS, en el que, frente al escándalo por tener una conducta desviada o incoherente, es preferible la mutilación de un miembro del cuerpo.

 Porque en nuestro compromiso cristiano tenemos que jugar limpio, no vaya a ser que lleguemos al final de nuestras vidas, ricos de cosas, pero vacíos de Obras de Amor ante los ojos de DIOS. De allí lo importante de tener en cuenta el versículo final del texto, que nos ayuda a entender lo que nos dice JESÚS, en cuanto a tener sal, pero de aquella que no pierde el sabor, aquella que es capaz de sazonar al mundo de alegría y paz. Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿lo que hago y digo tiene sintonía con los valores del Evangelio, aquellos que dan alegría y paz a todos mis semejantes?

Señor JESÚS, Regálanos la fortaleza necesaria para vivir plenamente nuestro compromiso cristiano, sin dobleces ni ambigüedades, sino más bien siendo sal que de sazón de alegría y paz a los distintos entornos donde interactuemos. Amén.

 

Luis Perdomo 

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