En aquel tiempo, Jesús se fue a la región de Cesárea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo? ¿Quién es el Hijo del Hombre?» Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros que eres Elías, o bien Jeremías o alguno de los profetas.»
Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.» Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjonas, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
Ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia Universal celebra hoy la Solemnidad conjunta de San Pedro y Pablo, en la que se conmemora el martirio en Roma de los Apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, que dieron un gran Testimonio y por el cual son llamados las dos columnas del edificio de la Fe cristiana.
Pablo viajero itinerante por excelencia, que llevó el Evangelio hasta los confines del mundo conocido. Pedro es escogido por JESÚS como cabeza de su iglesia, para su conducción y hacerles frente a los avatares de la vida.
Felicitaciones a la feligresía de la Parroquia San Pedro y San Pablo de la Urbanización el Guamo y sus alrededores.
La liturgia del día medita los textos: Hch 12,1-11; Sal 88; 2Tim 4,6-8.17-18; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 16, del verso 13 al 19. En el que JESÚS, realza la dignidad y el rol de Pedro entre todos los Apóstoles.
Ya que, JESÚS elige a Pedro, que será para siempre la Base del Nuevo Pueblo de DIOS y que sugiere la necesidad de que la Iglesia, siempre necesitará de una cabeza visible, y de allí en adelante los sucesores de Pedro serán lo que él mismo fue en la Iglesia primitiva, el Vicario de Cristo en la tierra.
Ubicándonos en el contexto del texto, vemos que el ritmo de vida que llevaba JESÚS, durante su vida terrenal, causaba gran admiración entre toda la gente con los que interactuaba. Sus actitudes, acciones y Palabras hacían que fuera identificado con grandes Profetas que habían sido testigos de DIOS en el pueblo de Israel.
Para algunos era Juan Bautista, que habría regresado de la muerte, tras su martirio a manos de Herodes, y para otros era Elías, importante figura Mesiánica, cuyo retorno era esperado por los judíos. Sin embargo, para sus discípulos, y en especial para Pedro, JESÚS es el Mesías, el Hijo de DIOS viviente.
Estas consideraciones se hicieron posibles, gracias a un auténtico y decidido Seguimiento a JESÚS, que, al constatar la Fe espontánea de Pedro lo Constituye en la Piedra fundacional de la Iglesia.
Al confrontarnos con el texto vemos que, la Fe en Cristo, Hijo de DIOS, que Pedro Proclama, es realmente algo que viene de DIOS.
Y nos da la certeza de que, nuestra Fe no es una opinión humana, ni es una adhesión sentimental; por lo que «no viene de la carne ni de la sangre» (Mt 16,17), expresión que, entre los judíos, designaba lo puramente humano del hombre, lo que el ser mortal hace y comprende con sus propias capacidades.
Nuestra Fe, por el contrario, proviene del Espíritu, que es quien nos hace madurar en el crecimiento espiritual, para poder entender, aunque sea de manera limitada los Designios de DIOS para nuestras vidas.
Así entendemos que la Fe en Cristo es mucho más que una convicción humana, y las Palabras con que JESÚS felicita a Pedro: «Feliz eres Simón», valen también para sus seguidores de todos los tiempos.
Porque es el Padre es el que nos ha elegido y nos ha traído hacia Cristo. De allí se desprende el hecho de que nuestra Fe tiene sentido, si nos Configuramos con los hechos y las Palabras de JESUCRISTO, el Hijo del Padre CREADOR.
Por eso es que, al igual que Pedro y Pablo, los Testigos de hoy, que somos cada uno de nosotros, estamos llamados a entregarnos completamente, con los dones y cualidades de cada uno, al Anuncio y a la vivencia de la Buena Noticia de JESÚS en medio de los distintos espacios donde interactuemos.
Y de esa manera haremos realidad la Promesa de DIOS, de hacer morada en el corazón de los hombres.
Señor JESÚS, concédenos una Fe inquebrantable y decidida como la de los Apóstoles Pedro y Pablo, para que también nosotros podamos dar Testimonio de Tu AMOR Misericordioso en el mundo.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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