“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad les digo: el que es rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Les aseguro: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos.» Los discípulos, al escucharlo, se quedaron asombrados. Dijeron: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo: «Para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible.» Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?» Jesús contestó: «A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente, y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna. Muchos que ahora son primeros serán últimos, y otros que ahora son últimos, serán primeros».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia Universal celebra hoy entre otros santos, la fiesta en honor a San Jacinto. Fue un santo dominico del siglo XIII, nacido en Polonia. De orígenes nobles, fue ordenado sacerdote muy joven y posteriormente partió a Bolonia, de cuya universidad se graduó como Doctor en Teología. Fray Jacinto trascendió las fronteras de la evangelización medieval, que es un claro antecedente de la globalización moderna. La vida de Jacinto es ejemplo de universalidad e integración con aquellos que son de culturas distintas.

Y la liturgia diaria, nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 19, versos del 23 al 30. En el que se nos dice que después del episodio del joven rico, JESÚS se siente como decepcionado, y a manera de desahogo, les dice a sus discípulos: “que difícilmente, un rico entrará en el Reino de los Cielos”. La declaración de JESÚS es tan fuerte que escandaliza a los discípulos. Y surge una duda, que Pedro transforma en pregunta: “y nosotros que dejamos todo para seguirte. ¿Cuál será nuestro premio?”.

JESÚS le dice a Pedro, que ellos recibirán el céntuplo y participaran en el Banquete de la Vida, que es mayor bien a que un ser humano puede aspirar. Ya que la seguridad no está en los bienes materiales, sino en la confianza en DIOS. Es verdad que tal renuncia es difícil, hasta parecer imposible. Pero he aquí que JESÚS, entrelaza su respuesta con la primera Bienaventuranza: quienes optan por la pobreza, tienen a DIOS por Rey, y no sufrirán necesidad alguna y recibirán cien veces más de lo dejado en familia y posesiones. Porque DIOS que nos conoce antes de nacer, sabe de nuestras necesidades y de qué manera pueden ser satisfechas.

Sin lugar a dudas que, en este texto es una catequesis, para los discípulos de todos los tiempos, donde se desarrolla un mismo tema, con dos momentos que se complementan. El primero, es sobre el riesgo que las riquezas presentan, cuando hacemos de ellas la razón de ser de nuestra vida, ya que se pueden volver un impedimento para entrar en comunión con DIOS.  El segundo momento aparece como algo muy característico de la necesidad humana de saber “lo que se va a ganar” a cambio de su despojamiento y fidelidad. Ya que el ser humano busca seguridad y protección, y DIOS pide desprendimiento y entrega hacia los semejantes, porque esa es la manera de tener sociedades justas y solidarias.

Al confrontarnos con el texto, vemos que la llamada de JESÚS es clara, sus seguidores debemos ser “pescadores de nueva humanidad”. Seguimiento que tiene unas implicaciones bien complejas, porque comienza por compartir Su estilo de Vida y Misión, es decir por vivir en absoluta solidaridad con el prójimo y con el universo. En contraparte JESÚS muestra que la recompensa para los discípulos fieles será el propio Don de DIOS, por lo que es necesario renunciar a los bienes terrenales, para ganar los Bienes Eternos, y tener como único Tesoro el Amor de DIOS, que multiplica con creces cualquier esfuerzo humano.

De tal manera que lo que JESÚS nos propone, es que nos hagamos ciudadanos del Reino de DIOS, dándole la utilidad necesaria a los bienes materiales, pero no dejándonos dominar por la ambición que ellos generan. Porque lamentablemente nuestros pensamientos distan mucho de los Pensamientos de DIOS. Él nos pides desprendimiento y entrega hacia nuestros semejantes, y nosotros queremos seguridad y acumulación de bienes. Por eso es que hoy es el día para pedirle a DIOS, que nos ayude a sustituir de nuestro léxico y de nuestra manera de proceder: “el cuanto hay para eso”, por: “mande usted, para que soy bueno”.

Señor JESÚS, la difícil coyuntura que estamos confrontando, nos hace amarrarnos más a nuestras pocas o muchas posesiones materiales que tenemos y nos cerramos ante la necesidad de los otros. Danos la amplitud del corazón para ser auténticos discípulos tuyos y poder dar todo a todos, sin reserva. Amén.

Luis Perdomo

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