“En aquel tiempo Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”. «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “instructores”, porque uno solo es vuestro Instructor: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San Pio X, Papa, quien nació el 2 de junio de 1835 en Riese, Italia y murió el 20 de agosto de 1914, poco antes del estallido de la llamada «primera guerra mundial”. Fue elevado a los altares el 29 de mayo de 1954, y de este modo, podemos decir, que, su ardiente deseo de instaurarlo todo en Cristo se prolonga, por su luminoso testimonio de vida y por su intercesión, por este y los siglos venideros.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 23, del verso 1 al verso 12. En el que JESÚS se enfrenta con el modo de proceder de los guías religiosos del pueblo judío, personificados en los fariseos y los escribas, a los que les reclama su protagonismo, hecho de apariencia y de exigencias a los demás, sin dignarse a “mover un dedo” para ayudar a la pobre gente a soportar las cargas que ellos les imponen.

Muy pertinente es destacar que, en el tiempo de JESÚS, los judíos debían cumplir con unos 613 preceptos y normas, que habían sido redactados por los letrados y fariseos, para beneficiar más a la estructura del poder religioso y político, que a las personas de a pie, que es donde realmente debe de reconocerse el Accionar de DIOS. Por eso es que JESÚS denuncia a estas normas injustas, que servían más para las prácticas rituales y el cobro de impuestos, que para tener sociedades donde reine la justicia y la equidad que es el querer de DIOS.

Y es que lamentablemente la tendencia preponderante de los seres humanos es la de buscar el poder y el tener a toda costa, y para ello se colocan las instituciones, las normas, las estructuras de poder y las tradiciones por encima de las personas, y ese modo de proceder pasa en mayor o en menor grado en los grupos políticos, económicos, sociales y también en nuestros grupos de apostolados, por lo que podemos decir que todos tenemos algo de letrados y de fariseos en nuestro proceder cotidiano. Porque es más fácil una hora de oración para que nos vean, que dar de comer, de beber y de vestir al necesitado.

Al confrontarnos con el texto vemos que, los fariseos y letrados a los que se dirige JESÚS, somos nosotros, que estamos llamados a enmendar nuestra forma de actuar y a Configurarnos plenamente con el Proyecto de la “Civilización del AMOR” del Maestro. Por eso es que tenemos que implorar mucha fuerza espiritual, para erradicar de nuestra vida, esa actitud de prepotencia que nos hace enseñorearnos sobre los demás, y que daña la comunión fraterna de la vida comunitaria.

De allí que hoy sea el día para que, en la intimidad de cada uno, junto a la vivencia de esta cuarentena, que nos ha puesto a todos en un mismo plano, frente a la amenaza de enfermedad y de la muerte, reflexionemos sobre nuestras prepotencias y nuestras ambiciones desmedidas. Y humildemente pedir la Gracia de CONVERTIRNOS en verdaderos cristianos, para mantener un equilibrio entre lo que creemos y hacemos, entre lo que rezamos y practicamos, entre lo que decimos y vivimos.

Señor JESÚS, líbranos de la perenne tentación de querer ser más importantes que útiles. Y danos la fortaleza necesaria para erradicar de nuestros entornos todo culto a la personalidad, que hace surgir tiranos que atentan contra la dignidad de las personas. Amén.

Luis Perdomo

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