«En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo: «Alégrense». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No teman: vayan y anuncien a mis hermanos que vayan a Galilea; que allá me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Digan que los discípulos de Jesús fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ustedes dormían. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y los sacaremos de apuros». Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy, el lunes de la octava de Pascua, que es el día siguiente al domingo de Resurrección. Es el primer día de la Octava de Pascua, popularmente conocida como la semana de Pascua. La Resurrección del Crucificado es una gran noticia, por lo que hay que celebrarla largamente. Un tiempo para paladear y disfrutar la gran noticia: ¡está Vivo, Resucitó…! ¡Amén! ¡Aleluya! Y una cincuentena pascual para vivir el significado de este Gran Acontecimiento.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Jesucristo, según San Mateo capítulo 28, verso 8 al verso 15, donde se narra varias acciones que tienen que ver con la Buena Noticia de la Resurrección de JESÚS. En una primera parte dice, que las mujeres que han ido a la tumba, después de oír al Ángel, se alejan llenas de temor y de gozo. Es un sentimiento de recogimiento ante lo sagrado. Luego encuentran a JESÚS, que las saluda, y adorándole se lanzan a sus pies. No es una imaginación, es un verdadero encuentro personal con el Señor, que, las invita a no tener miedo, sino más bien a llenarse de GOZO.
Porque el Mesías Resucitado, se hace encontradizo con las mujeres que han ido a visitar el sepulcro, ellas buscan un muerto y he aquí que se encuentra con la Gran Noticia de que el Maestro está VIVO. El resucitado sigue presente y se hace visible; se da a conocer con una invitación a la alegría. Ha vencido a la muerte y está plenamente vivo. A ellas que son las primeras Testigos de Su Resurrección, les pide que se Conviertan en Mensajeras de la Buena Noticia, llevándoles el Anuncio a los otros discípulos, a quienes, llama mis hermanos, diciéndoles: «díganles a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Debemos recordar que la vida pública de JESÚS, comenzó en Galilea en la cual habitaba gente despreciadas por los judíos, y que era una región alejada de Jerusalén capital del pueblo de Israel, centro del poder político, religioso y económico de los judíos. Por eso es que la obra de la Evangelización, que deben asumir sus discípulos, tiene que iniciarse también en Galilea, desde la periferia, defendiendo la vida de los despreciados, tal y como lo hizo el Maestro.
Mientras estos acontecimientos se desarrollaban en el seno de la comunidad cristiana, en la acera de enfrente, es decir en el grupo que dirigía la comunidad judía de ese entonces, ante la evidencia de la Resurrección del Señor, se fraguaban planes ruines y miserables, pagándoles a los soldados romanos, encargados de la vigilancia del sepulcro de JESÚS, para que difundieran la noticia de que, los partidarios del Maestro, se habían robado el cadáver, para demostrarnos que el mal siempre anda oponiéndose a los designios de DIOS.
Por lo que puede decirse que el acontecimiento de la Resurrección de JESÚS crucificado es inagotable, y constituye la gran noticia de nuestra historia, al punto de dividirla en un antes y un después. Y es que el descubrimiento del sepulcro vacío de JESÚS pone en movimiento a los personajes protagonistas, partidarios y adversarios. Suscita la búsqueda; hace preguntarse por la Presencia del Crucificado. Y Él se da a conocer en contra de las dudas y el escepticismo, venciendo barreras físicas y espirituales, y obteniendo la Victoria, que es la Victoria sobre todos los miedos y dudas.
Al confrontarnos con el texto, y vernos como los llamados de hoy, que somos invitados a un reencuentro con el Resucitado, pero desde la originalidad de su Predicación, en ambientes hostiles y abundancia de pecado, para saborear lo que nos dice a través de San Pablo: «donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia». Y que, como Él, hagamos de las personas, el centro de nuestro actuar, dando a conocer Su Buena Noticia, con medios, maneras de hablar y actuar creíbles, para quienes nos ven y escuchan diariamente.
También nos dice que no debemos tener miedo a estos desafíos, ya que, siempre es más gratificante arriesgar, aunque nos equivoquemos, que permanecer quietos y pasivos, por lo que debemos de dejar de ser cristianos, de mesa y misa, esperando que las cosas cambien sin mover un dedo. Nuestra Fe y confianza en JESÚS, debe llevarnos a las Galileas de hoy, donde tanta gente está esperando una mano para salir del desencanto y de esa manera recuperar su esperanza, en un mañana mejor, tanto en la vida terrenal, como en la espiritual.
Señor JESÚS, líbranos de todos los miedos que nos agobian y danos la Fe necesaria para vivir en Comunión Contigo una vida nueva, de entrega hacia los demás, sin distinción de razas, credos o condición social. ¡ALELUYA, ALELUYA HA RESUCITADO!
Luis Perdomo
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