En aquel tiempo, cuando Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar.

Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres. Al instante dejaron las redes y lo siguieron.

Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan; estaban con su padre en la barca arreglando las redes. Jesús los llamó, y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta entre otros santos en honor a San Andrés Apóstol, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le presentó también a su hermano Pedro.

Él y Felipe son los que llevaron ante JESÚS a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue crucificado en Acaya.

En la liturgia del día meditamos los textos: Rom 10,9-18; Sal 18; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Mateo capítulo 4, del verso 18 al 22.

En el que se narra el caminar de JESÚS por la orilla del mar de Galilea, pueblo de paganos, y es en ese ámbito, donde nadie lo esperaba, en el que el Maestro Manifiesta la cercanía del Reino de DIOS, invitando a la conversión, a abrir los corazones al Anuncio de la Buena Nueva, es decir a entrar decididamente en el grupo de sus seguidores.

Es en ese ambiente donde llama al primer grupo de Su Equipo más cercano, con quienes formará una Nueva Familia, a quienes les enseñará con Palabras y Hechos como vivir el Gran Acontecimiento de hacer realidad el Reino de DIOS en medio de los hombres.

Ese primer grupo estuvo constituido por dos parejas de hermanos, cuyo oficio era el de ser pescadores, ellos son Simón, que luego fue llamado Pedro, y Andrés, que es el santo que celebramos hoy, estos dos hijos de Jonás, y los otros dos hijos de Zebedeo: Juan y Santiago.

Pertinente es destacar que, para los israelitas el mar escondía las terribles potencias del mal, por eso es que JESÚS, los invita a librarse de todos los males, poniendo a la cabeza de esa actividad profiláctica, a expertos en la tarea de lidiar diariamente con las aguas turbulentas del mar, es como si les dijera: «no los voy a apartar de su oficio de pescadores, eso es lo que saben hacer, pero si les voy a dar una finalidad mucho más digna».

Les garantiza que no estarán solos: “Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos” (Mt 28,20).

«Vengan conmigo», es la invitación para iniciar el gran viaje, con JESÚS a la cabeza, la meta es altísima.

La respuesta de los primeros discípulos no se hace esperar y con mucha prontitud y generosidad acuden a su llamado.

Pareciera que desde hace tiempo estuvieran esperando el llamado de DIOS para asumir dicha Misión, por lo extraordinario de su decisión, tomando en cuenta que quien le hace la invitación hasta ese momento es un desconocido.

Al confrontarnos con el texto y desempolvar el itinerario del seguimiento a JESÚS que nos han preparado los expertos catequistas de nuestra comunidad Eclesial, podemos ver con mucha claridad las distintas etapas que tenemos que vivir si queremos convertirnos en unos auténticos discípulos del Maestro: en el primero está el saber de la existencia de JESÚS, que está constantemente llamándonos, mientras sus interlocutores estamos ocupados en nuestro quehacer diario; en el segundo momento, está el encuentro particular a través de Su Palabra o de algún acontecimiento para que lo acompañemos y algún día podamos convertirnos en pescadores de la nueva humanidad. Y es que el camino que el Maestro nos propone tiene un comienzo, pero todavía es una incógnita su final.

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