Evangelio del Día. Mateo 7,21.24-27

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«En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: no bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca. Pero dirán del que oye estas palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se derrumbó y todo fue un gran desastre.»

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Ponciano, ilustre Papa del siglo III, Durante su pontificado la Iglesia sufrió varias persecuciones ordenadas por los emperadores: Alejandro, Severo y Maximiano. El Papa Ponciano fue deportado a Cerdeña y sometido a una vida muy dura, y parece que antes de morir renunció al Pontificado para permitir que el nuevo Papa viviera en Roma. Murió el 28 de noviembre del 235.

 Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo, capítulo 21, del verso 21 al verso 27. En el que se narra la parte final del Sermón del Monte (Mt 5-7). JESÚS después de haber expuesto Su Proyecto de Felicidad, que es el Ideal de vida de la comunidad, en el respeto al ser humano y su dignidad, invita a sus seguidores a creer en Su Palabra y ponerlas en práctica, es decir, tener una conexión plena entre lo que se dice y lo que se hace. Ya que, no basta el devoto reconocimiento de la persona de JESÚS, es preciso vivir realizando los designios del PADRE, que nos convierte en seres humanos sensibles, prestos en todo momento a servir y a poner en alto la dignidad de ser hijos de DIOS.

 Para esta Enseñanza, JESÚS usa un símil, son dos las clases de personas figuradas, que llevan a cabo la construcción de su casa. Los que quieren construir sobre la base de sus propios criterios, siendo por lo tanto incoherentes con la Palabra escuchada, construyen sobre la arena y están condenados al fracaso. Y los que en cambio ponen como base de su propia vida, la enseñanza del Maestro, cuyo punto culminante está marcado sobre las Bienaventuranzas, estos podrán resistir cualquier adversidad. Se ve claramente que la suerte de unos y de otros es diametralmente opuesta: la ruina cuando sobrevienen las dificultades o la estabilidad inquebrantable frente a las tentaciones y a las tribulaciones.

 Al confrontarnos con el texto, retumba en nuestra mente, las Palabras de JESÚS: «si uno escucha estas palabras mías», ya que puede referirse a los que hemos acogido Su Palabra e hicimos una enmienda de vida, y con esto ya nos creemos salvados. Pero que si no aprovechamos el tiempo del primer entusiasmo para construir un verdadero compromiso de vida cristiana con esos cimientos necesarios que son: la meditación bíblica, la disposición para el servicio y el compartir de los bienes materiales, y la lucha constante contra las tentaciones del mundo, si no hacemos esto, todo se vendrá abajo, y la desilusión será mayor.

 Y es que la experiencia del seguimiento de JESÚS, frecuentemente se edifica sobre bases frágiles que se reducen a momentos puntuales de nuestras vidas, ya que creemos que, con cumplir con unos ritos devocionales, con normas y costumbres de apariencia, ya podemos llamarnos cristianos. Sin tener en cuenta que el centro del mandamiento del AMOR: «de servirnos los unos a los otros», es la carta de presentación de un auténtico cristiano.

 Porque para ser un auténtico seguidor de JESÚS hay que primero creer que Él es el Mensaje y el Mensajero del PADRE que nos Traen la Gran Noticia de Salvación para la humanidad. Por lo que es imperativo escoger una de las dos opciones que nos da Él, o construimos nuestras vidas sobre la arena de la necedad o sobre la ROCA de Su Palabra. Si decidimos construir sobre la ROCA hemos de saber que tenemos que revisar la solidez de nuestro compromiso cristiano, y ver: ¿cómo es nuestra oración?, ¿cómo nos relacionamos con DIOS y con nuestros hermanos?, ¿con qué frecuencia medito la Palabra de DIOS?, acciones donde encontramos el alimento para el crecimiento de nuestra Fe, pero fundamentalmente para ir a dar testimonio con nuestras acciones diarias a favor de la vida, que es donde se mide la sensatez o la necedad de los seguidores de JESÚS.

Señor JESÚS, hoy queremos darte gracias por darnos Tu Palabra que es la Roca donde se cimienta nuestras vidas. Ayúdanos a sacudirnos de nuestra necedad individualista, para ser personas prudentes cuyo horizonte sea la solidaridad y la justicia. Amén.

Luis Perdomo

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