En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: ‘Ve’, y va; al otro: ‘Ven’, y viene; a mi criado: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Ponciano, ilustre Papa del siglo III, Durante su pontificado la Iglesia sufrió varias persecuciones ordenadas por los emperadores: Alejandro, Severo y Maximiano.
El Papa Ponciano fue deportado a Cerdeña y sometido a una vida muy dura, y parece que antes de morir renunció al Pontificado para permitir que el nuevo Papa viviera en Roma.
Murió el 28 de noviembre del 235.
Liturgia del Día
La liturgia diaria medita los textos de: Is 2,1-5; Sal 121; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 8, del verso 5 al 11.
En el que, un Centurión romano, militar, invasor, considerado pecador por el pueblo judío, descubre la autoridad de JESÚS sobre los males y dolencias que aquejan al pueblo.
Por eso le pide a JESÚS que sane a su criado, porque está seguro que tiene poder sobre la enfermedad y la muerte, que marginan y aniquilan a la persona humana.
JESÚS alaba abiertamente la Fe del pagano en contraste con la falta de Fe de sus paisanos judíos, que no aceptan la propuesta Salvífica de DIOS, ya que, sus apegos a la Ley, el Templo, a las tradiciones e instituciones les impiden ver las Buenas Nuevas, que nos ha traído JESÚS.
Los paganos, por el contrario, se van abriendo a la novedad del Reino, porque no tienen esa clase de prejuicio, lo que los hace poder ver con los ojos de la Fe a la Persona de JESÚS, para aferrarse a Él como Fuente de Vida y Esperanza, en la seguridad de ser escuchados, por lo que el creyente recibe una respuesta certera por parte del Señor.
Imploración de la Fe
Este es el sentido del episodio que hoy nos presenta Mateo, en el que el centurión, no solicita el milagro para él, sino para su sirviente, pero implora con toda la Fe y con la seguridad de que lo escuchen.
Pide desde la humildad, «yo no soy digno de que acudas a mi casa», pero también desde la confianza absoluta: «basta una sola palabra y quedará curado mi criado».
Esta disposición sorprende incluso al mismo JESÚS que reconoce y alaba la profunda Fe del centurión: «En Israel no he encontrado en nadie tanta fe». Abriendo de esa manera el Mensaje de Salvación al universalismo de toda la humanidad.
Tiempo de Adviento
Al confrontarnos con el texto, y ubicarnos en el contexto de este tiempo de Adviento que recién estamos comenzando, vemos que es reconfortante el tener como modelo la actitud de Fe de un pagano, como el centurión romano, que, ante la Persona de JESÚS, no duda en anonadarse.
El saber que él forma parte de esa multitud de persona que no formaban parte del pueblo judío, sino más bien de pecador o excluido como la mayoría de nosotros y que, en medio de sus tentaciones y tribulaciones, reconocieron a JESÚS como el Ungido del Señor, que nos lleva a Experimentar el Tiempo de la Gracia del Señor.
Confirmar el papel protagónico a nivel universal que el Evangelio de JESÚS, ha tomado en este año litúrgico que recién está comenzado, lo que nos invita abrir nuestro corazón y las puertas de nuestras casas de familia y de oración a la acogida de todos nuestros semejantes.
Por eso es que el gran compromiso que tenemos que tener los seguidores de JESÚS en esta primera semana del tiempo del Adviento, tiene que ser la de abrir el Gozo de nuestra comunidad de Fe, por la Presencia del EMMANUEL, el DIOS CON NOSOTROS, para que venga a nuestra celebración personas venidas de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, para involucrarnos con ellos y exclamar al unísono: «No soy digno que entres en mi casa, pero una Palabra Tuya bastará para sanarnos y liberarnos» (Mt 8,8).
Señor JESÚS, «no soy digno de que entres en mi casa, ni en mi corazón», pero hoy más que nunca necesito que me acompañes para vencer todas estas adversidades que nos tienen acorralados, pero no vencidos, ya que solo Tú podrás Salvarnos y librarnos de tantos males que nos agobian.
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