“En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Vete; que te suceda según has creído». Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal, celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San José María Robles Hurtado, fue un sacerdote, escritor, fundador y mártir mexicano. Nació en la ciudad de Mascota, Jalisco, el 3 de mayo de 1888, festividad de la santa cruz. El 26 de junio de 1927 fue asesinado, ahorcado en la parte más alta de la sierra de Quila, Jalisco, México, a causa de la Guerra Cristera.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 8, versos del 5 al 17, En el que, continuando con los relatos de los milagros realizados por JESÚS, se nos presenta dos curaciones, dos ejemplos que atestiguan el Mesianismo de JESÚS, lo que revela una vez más el interés de Mateo por mostrar que “el cumplimiento” del Plan Salvador de DIOS llega a través de las Acciones de JESÚS en favor del pueblo, así se entiende que lo que DIOS había Anunciado se hace realidad por medio de los signos que Él realiza.
Las dos curaciones, como es habitual, parten de la Fe previa del que solicita la ayuda, por lo que el creyente recibe una respuesta certera por parte del Señor, así se demuestra, en la curación a distancia del siervo del centurión, y en la sanación de la suegra de Pedro, que se nos muestra como una atención familiar del Maestro para uno de Sus más estrechos colaboradores, logrando no solo la satisfacción de Pedro, también de la buena mujer que a partir de allí cerró filas con su grupo y “se puso a serviles”.
Mención especial es el caso del centurión, por ser un pagano y no solicitar el milagro para él, sino para su sirviente, pero implora con toda la Fe y con la seguridad de ser escuchado. Pide desde la humildad, “yo no soy digno de que acudas a mi casa”, pero también desde la confianza absoluta: “basta una sola palabra y quedará curado mi criado”. Esta disposición sorprende incluso al mismo JESÚS que reconoce y alaba la profunda Fe del centurión: “En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Abriendo de esa manera el Mensaje de Salvación al universalismo de toda la humanidad.
Al confrontarnos con el texto, vemos que estas dos curaciones sirven para testimoniar por una parte el poder Salvador de JESÚS, y por otra resaltar la respuesta de la Fe, para asegurar el Obrar de DIOS en todos aquellos que lo necesitemos. Ya que, en medio de la enfermedad, la necesidad o la adversidad, la oración y la Fe en DIOS son los fundamentos para poder hacerle frente y lograr convertir esas amenazas y debilidades, en fortalezas y oportunidades.
Eso es lo que nos confirma el relato del soldado, en el que no se destaca tanto la sanación del muchacho, sino la Fe del centurión, que forma parte de los excluidos de la promesa de DIOS, por ser soldado, pagano y romano, pero que en un acto de humildad y valentía, profesa su Fe. Con la suegra de Pedro sucede igual, después que JESÚS la toca, se levanta y se pone a servirles, porque el que es tocado por JESÚS, se reencuentra consigo mismo, se levanta y comienza a “servir” que es la expresión máxima del AMOR al prójimo. Por eso es que hoy es el día para entender que por muy difíciles que sean las circunstancias nunca debemos perder la confianza de que DIOS está con nosotros, para vencer todas estas adversidades que nos tienen acorralados, pero no vencidos.
Señor JESÚS, “no soy digno de que entres bajo mi techo”, pero hoy más que nunca necesitamos que nos acompañes para vencer todas estas adversidades que nos tienen acorralados, pero no vencidos, ya que solo Tú podrás librarnos de estas amenazas. Amén.
Luis Perdomo
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