«En aquel tiempo, Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?» Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.» Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para est he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy Domingo la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, con la que finalizamos el año litúrgico. Ya que, el domingo que viene, con el Adviento, iniciaremos de nuevo ese proceso celebrativo que nos hace participar un año más de la Gracia de la Salvación. Hoy también cerramos las lecturas que hemos hecho a lo largo de este año del Evangelio según San Marcos, correspondiente al ciclo B, y pasaremos a confrontarnos con el Evangelio según San Lucas correspondiente al ciclo C
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 18, del verso 33 al verso 37, donde se desarrolla un diálogo entre JESÚS y Pilato, ocasión que es aprovechada por JESÚS, no solo para categorizar Su Reino Divino, y los reinos del mundo, sino que le dice a Pilatos que Él ha venido a dar testimonio de la Verdad, que es en esencia el Fundamento de Su Realeza, tal como lo expone el Papa Benedicto XVI, en su «Libro Jesús de Nazaret desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección», donde dice que: «Dar Testimonio de la Verdad, significa dar valor a DIOS y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus poderes. Porque DIOS es la medida del ser, y en este sentido, la Verdad es el Verdadero Rey, que da a todas las cosas, su Luz y su Grandeza, y hace legible la creación y accesible su Verdad a partir de la Razón Creadora, para que dicha Verdad pueda ser la medida y el criterio de orientación en el mundo del hombre».
Con esta afirmación que JESÚS le hace a Pilato sobre el Fundamento de Su Realeza y por tanto del Reinado de DIOS, se ve claramente que no hay ruptura entre el mensaje de JESÚS de Galilea, que inicia el Reino no con la coronación de un rey poderoso, sino con el nacimiento de un bebé que llora, crece y se desarrolla para asumir su Misión, similar «al hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo» (Mc 4,26.27). Y que desarrolla al comenzar Su Ministerio, donde anuncia: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de DIOS está cerca; convertíos y creed en el evangelio» (Mc 1,15).
Al confrontarnos con el texto, vemos que, en el momento del juicio político de JESÚS, ante la pregunta de Pilato: ¿Eres tú el Rey de los judíos?, Él reorienta su visión al declarar: «Mi Reino no es de este mundo» (Jn 18,36), demostrando que Su Reino es integral en su naturaleza, Redentor en su Misión, y Cósmico en su alcance. Ya que el mundo es verdadero en la medida en que refleje a DIOS, y el hombre alcanza su integridad cuando orienta su vida de acuerdo a los designios de DIOS.
Porque el Reino de JESÚS se basa en el Amor y no en la fuerza, gobierna desde el servicio y no desde el poder, y no tiene nada que ver con honores y privilegios mundanos. Es el Reino que Israel había esperado durante tanto tiempo, que, JESÚS lo hace realidad a través de sus Palabras y de sus obras, haciendo milagros y restaurando la dignidad de muchos, con los cuales muestra el poder del Reino y Su Autoridad sobre el príncipe de las tinieblas.
De tal manera que, con Su muerte y Resurrección victoriosa, JESÚS ha vencido al mundo, a la carne y al diablo, al destruir el poder del reino de las tinieblas, Entronizando Su Reino en la Cruz, Probándose a Sí mismo como el legítimo gobernante del Reino Restaurado. Por eso es que, en el encuentro entre JESÚS, un hombre libre encadenado y Pilatos, un hombre que cree ser libre, pero que en realidad es esclavo de sus intereses mezquinos, de sus deseos de grandeza, JESÚS le dice: ¡Mi Reino no es de este mundo! «En otras palabras, tengo un Reino, soy Rey, pero no conforme a lo que tú conoces como reino». Palabras que estremecen a Pilatos, y que de acuerdo a lo escrito por el Papa Benedicto XVI, él sintió miedo, ya que como hombre de la antigüedad tenía la creencia de que sus dioses tomaran apariencia humana, sin embargo, ante la amenaza de los jefes judíos de que lo iban acusar de traidor al Cesar, más pudo el miedo de perder el cargo, que su propia superstición y por eso emite la sentencia de muerte.
Señor JESÚS, danos el discernimiento necesario para entender que Tú Reino es integral en su naturaleza, Redentor en su Misión, y Cósmico en su alcance, porque se basa en el Amor y no en la fuerza, gobierna desde el servicio y no desde el poder y no tiene nada que ver con honores y privilegios mundanos. Amén.
Luis Perdomo
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