Londres, Inglaterra.Eran dos puntos de campeonato. Dos aficionadas en la grada levantaban el dedo y miraban a Roger Federer. Solo un punto más le pedían. Un punto que nunca llegó. El suizo desperdició la ventaja y entregó la corona de Wimbledon. Este jueves, Federer y Novak Djokovic se vuelven a encontrar después de aquel 40-15. 

Lo harán en un escenario muy diferente. Se alejan de la pomposidad de la hierba londinense para chocar en el espectáculo casi estadounidense del O2. Ya no hay un título en juego. La gloria será pasar a semifinales -lo conseguirá el que gane- y, en el caso de Djokovic, para además seguir aspirando al número uno.

Federer, de manera inesperada, se ha convertido en el mejor aliado de Nadal. El español lo sabe. «La preferencia es lógica en ese sentido de lo que me conviene», aseguró.

Si el suizo frena al de Belgrado, Nadal terminará el año como número uno por quinta vez en su carrera, igualando a Federer, Djokovic y Jimmy Connors. Si no, le dará a Djokovic la posibilidad de seguir aspirando a ello, aunque necesitará ganar su sexto torneo de Maestros.

Será un encuentro anímico. Un día de recuerdos. Djokovic admitió que nada de lo ocurrido anteriormente importará ya y recalcó la entereza mental de su rival, pero es complicado pensar en que Federer no revivirá en algún momento aquellos dos chispazos que le apartaron de su noveno Wimbledon, de quizás su última oportunidad de conquistar un Grand Slam.

Djokovic llega incómodo. Encontrándose con un imperioso Dominic Thiem en su anterior encuentro. Sin marcar muchos golpes ganadores y sin el halo de invencibilidad que le caracteriza.

Esto no le resta ni un ápice de peligro y menos ante Federer, quien ha cedido sus últimos cinco enfrentamientos ante el de Belgrado y no sabe lo que es ganarle desde 2015, también en el torneo de Maestros y también en la fase de grupos.

Para más inri, Federer solo ha ganado tres de los últimos once encuentros ante Djokovic, aunque acude con el impulso de haber derrotado a Matteo Berrettini y la esperanza de aspirar a una séptima corona de Maestro que sería histórica.

Todo será cuatro meses después de aquel fastuoso 40-15 para uno y milagroso para otro. De una tarde en Wimbledon que marcó a Federer y encumbró a Djokovic.

 EFE

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