La Fundación Ágape ofreció una inolvidable función de danza como cierre del año escolar junto a todos sus estudiantes en el teatro del Colegio Loyola Gumilla.
El espectáculo, presentado en un teatro colmado de familiares y entusiastas del ballet de entre 2 y 20 años, comenzó a las 4:16 de la tarde con una adaptación de La Bella Durmiente, dividida en dos actos que fusionaron fantasía, música y expresividad sobre el escenario.
La historia dio inicio con el bautizo de la princesa Aurora, interrumpido por la aparición de Carabosse, un hada malvada que lanza una maldición sobre la recién nacida.
Según su hechizo, al cumplir 16 años, Aurora se pincharía el dedo con un huso y caería en un sueño profundo, solo reversible con un beso de amor sincero. Para evitarlo, el rey prohíbe el uso de objetos filosos en todo el reino.
A pesar de sus esfuerzos, la profecía se cumple el día de los dulces 16 de Aurora.
Un príncipe, un bosque y el poder del amor
El segundo acto muestra al príncipe Desirée en el bosque, donde el hada Lila le revela, mediante una ilusión, el destino de la princesa Aurora.
Él acepta la misión de salvarla y se enfrenta a Carabosse en el castillo del Rey Estefan. Gracias a la ayuda del hada Lila, logra derrotarla y despertar a Aurora con un beso.
La celebración final reunió a varios personajes clásicos de cuentos infantiles, como Caperucita Roja, el Gato con Botas, Pulgarcita y el Pájaro Azul, quienes compartieron escena con los protagonistas para cerrar con alegría la historia.
Templanza: una coreografía con mensaje emocional
Además del cuento de hadas, la función incluyó una pieza original titulada Templanza, creada por la directora creativa y maestra Andrea Betancourt.
La obra se inspiró en lo que la autora define como “la metodología del cangrejo”, una metáfora que representa el acto de soltar a las personas que no permiten avanzar, aquellas relaciones que frenan nuestro crecimiento personal.
La coreografía, cargada de intención y sensibilidad, logró transmitir esa idea con fuerza visual y emocional, ofreciendo al público una reflexión profunda sobre el autocuidado, el desapego y la valentía de avanzar, incluso cuando eso implica dejar atrás lo familiar.
Con esta propuesta doble —entre el cuento clásico y la exploración emocional— la Fundación Ágape no solo celebró el talento de sus estudiantes, sino también la capacidad del arte de tocar el alma con «La Bella Durmiente».
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