Caracas. El diálogo entre el Gobierno y la oposición de Venezuela, el que unos y otros vendían como la panacea, quedó en el limbo por decisión del oficialismo, que anunció la suspensión de las negociaciones, en protesta por la extradición a EE.UU. de Alex Saab. Lo que se promocionaba como una solución infalible pasó a ser el gran olvidado en la campaña electoral.

Tan solo dos meses después de que arrancara el diálogo, el Gobierno vio como se hacía realidad uno de sus mayores temores: Saab -empresario colombiano, presunto testaferro del presidente Nicolás Maduro- era trasladado de Cabo Verde, donde estaba detenido desde junio de 2020, a EE.UU., para enfrentarse a un proceso judicial por presunto lavado de dinero.

Y así, las prioridades cambiaron. Atrás quedó la preocupación por «el bienestar del pueblo venezolano», al que tanto el chavismo como la oposición apelaron tras la firma del memorando de entendimiento que -prometían- sería el principio del fin de todos los males del país. Pero Saab pudo más. El diálogo quedó en el olvido, y el empresario preso es un actor más de la campaña.

EL ENIGMA DE LA CAMPAÑA

Mientras algunos opositores, al margen de la campaña electoral, recuerdan la necesidad de retomar las negociaciones que comenzaron en México el pasado 13 de agosto, el oficialismo mantiene en secreto sus intenciones al respecto, un enigma que incomoda a quienes habían puesto todas sus esperanzas en un acuerdo entre las partes que lograra avanzar hacia la recuperación del país.

Ninguno de los integrantes de la delegación chavista para el diálogo revela si el proceso ha quedado suspendido definitivamente o, por el contrario, es solo una interrupción momentánea.

Y así, del compromiso conjunto en pro de «la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político», como reza el memorando de entendimiento suscrito por las partes, ha mutado a ofertas dispares a cambio de votos.

El romanticismo de lo inmaterial, o de lo que podría suponer a largo plazo un entendimiento entre Gobierno y oposición, se ha convertido en promesas más prácticas centradas en resolver los problemas cotidianos, como la escasez de agua, las fallas en el suministro eléctrico o las deficiencias en las infraestructuras públicas.

La situación actual del país, que arrastra una profunda crisis económica y política desde hace más de un lustro, hace que la ciudadanía se pregunte cuándo llegará el agua a su vivienda o cuántas horas más durará el apagón, olvidándose por completo de las conversaciones de las partes en una mesa de negociación.

Y los políticos lo saben. Son conscientes de que lo que les puede dar o quitar votos es la promesa de soluciones inmediatas a problemas comunes de los venezolanos cuya mayor preocupación es sobrevivir, más allá de si oficialismo y oposición se entienden o no, tras sucesivos intentos de diálogo fallidos.

EL CANCILLER PLASENCIA, NOTA DISCORDANTE Y DIPLOMACIA

No fue en un mitin ni en un acto de campaña, ni siquiera lo dijo en Venezuela, pero el canciller del país caribeño, Félix Plasencia, aseguró, durante una visita a Moscú la primera semana de noviembre, que la extradición de Saab no afecta a la negociación con la oposición en México y que «no supondrá su fin», aunque -matizó- si influye «el proceso regular de la dinámica».

Sin embargo, el jefe de la delegación chavista para las negociaciones, Jorge Rodríguez, no se refirió a una posible vuelta a la mesa, ni siquiera durante sus intervenciones en actos de campaña, donde, igual que el resto, recurrió a la técnica de buscar votos a través de promesas cercanas.

Plasencia recordó que «el presidente Nicolás Maduro lo ha dicho una y repetidas veces: sus manos y brazos están abiertos para el diálogo, el encuentro, la comunicación, porque su empeño es la paz, la tranquilidad de todos los venezolanos».

Pero las mecánicas reiteraciones de Maduro no se traducen en una práctica efectiva, sino que se quedan en encuentros sectoriales que comenzaron en enero, cuando Rodríguez empezó una serie de reuniones con diversos gremios por separado, por orden del mandatario, sin que en las mismas participara todo el arco opositor.

Y mientras los candidatos en campaña silencian el diálogo que hace tan solo dos meses se calificaba de «exitoso», Maduro repite palabras que quedan en nada, Rodríguez mantiene el enigma sobre algo que pretendía resolver, incluso, el problema del bloqueo al país, y Plasencia adopta su rol más diplomático…hasta que habla de la oposición.

«Seguro de que más temprano que tarde se retomarán los esfuerzos para garantizar que la oposición, que se ha empeñado en la ruta de la tristeza, de la muerte, del desacato, se agrupe en la ruta sana de construir la dignificación de la vida de todos los venezolanos», señaló en Moscú.

Y así, los compromisos adquiridos en México con la «democracia inclusiva», la «tolerancia y convivencia política», el acuerdo para buscar «las condiciones necesarias para que se lleven a cabo los procesos electorales consagrados en la Constitución, con todas las garantías», pueden esperar. Primero, los votos. Luego, el pueblo.

 

EFE noticias

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