El hidrógeno verde impulsará una «revolución energética» en el mundo y el futuro de esa transición está en Brasil, afirmaron los responsables del único centro especializado en investigación científica en ese campo del país.

«La reducción de costos de la generación solar y eólica comienza a tornar viable la producción de hidrógeno verde en el mundo», afirmó Guilherme Cardim, director-presidente del Instituto Avanzado de Tecnología e Innovación (IATI), referencia internacional en ese campo.

El hidrógeno verde o renovable (H2V) es el generado a través del proceso de «electrólisis del agua», que es la separación del oxígeno y el hidrógeno y se destina, principalmente, para la producción de fertilizantes para la actividad agropecuaria.

El insumo también puede utilizarse como combustible y materia prima industrial para productos farmacéuticos.

«Ese nuevo combustible desempeñará un papel fundamental en la descarbonización de varias cadenas productivas, substituyendo otros combustibles contaminantes», dijo Cardim en diálogo con EFE, en el que admitió, sin embargo, que el proceso está en fase de «transición».

El IATI, con sede en Recife, fue el responsable de inaugurar la primera planta piloto de producción de hidrógeno verde del país, localizada en el puerto marítimo de Pecém, en la región metropolitana de Fortaleza, la capital del estado de Ceará (noreste).

El proyecto fue realizado junto a la multinacional portuguesa EDP, que invirtió 45 millones de reales (unos nueve millones de dólares) para el prototipo que servirá para la producción a gran escala.

En otra de las iniciativas inéditas, el IATI comenzó a transformar en sus laboratorios gases contaminantes en energía limpia, a través de un dispositivo creado por los científicos brasileños para ser acoplado en motores a diesel, frecuentemente usados en termoeléctricas.

«Podríamos decir que no es un hidrógeno totalmente verde, desde el punto de vista ambiental sería un hidrógeno de un ‘verde más oscuro’, pero aún así no deja de contribuir a la reducción de la emisión de gases con efecto invernadero», destacó Cardim.

Para el especialista, muchas empresas que usan termoeléctricas «no pueden cambiar sus equipos que acabaron de comprar o tienen todavía vida útil», pero ese tipo de innovaciones, para aprovechar el calor y la emisión de sus propios gases, se tornará cada vez más común.

Así, el IATI desarrolla otro proyecto «híbrido» para la generación de hidrógeno verde a partir de la energía residual de los circuitos fotovoltaicos, utilizando el calor de los paneles, que en ciudades como Recife puede alcanzar los sesenta grados centígrados.

Esa electricidad generada por el proceso innovador para evitar «desperdicio de energía» podrá alimentar los electrolizadores alcalinos para producir combustible de hidrógeno verde.

El director de Negocios del IATI, Paulo Gama, comentó que el hidrógeno verde contribuye también para soluciones de movilidad urbana, como el que se desarrolla con Neoenergia, empresa del grupo español Iberdrola, en el archipiélago de Fernando de Noronha, que desde este año prohibió la entrada de vehículos de combustión fósil.

En ese sentido, detalló Gama, la institución trabaja igualmente en la creación de tanques de hidrógeno verde fabricados con material más resistente, pero con menos peso en comparación con los convencionales que son instalados en los vehículos movidos por gas natural.

La transformación de gas carbónico en energía limpia y la generación de hidrógeno verde a partir de ella y de la residual que es desaprovechada en la industria son las iniciativas bandera del IATA, que además cuenta con otros cuarenta proyectos en diferentes áreas.

Los 150 investigadores, con un presupuesto de 100 millones de reales (unos veinte millones de dólares), trabajan en iniciativas de energía renovable, biotecnología, movilidad eléctrica, ciudades inteligentes, almacenamiento de energía y ciencias informáticas.

Un gel biodegradable para limpiar las superficies manchadas por el petróleo crudo derramado en el Atlántico en 2019 y que llegó a las playas brasileñas, un dron movido con el campo electromagnético de las líneas de transmisión y un tipo de celulosa bacteriana para producir papel son otras de las propuestas del instituto.

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