Río de Janeiro.- La Amazonia brasileña registró en agosto unos 30.000 focos de incendio, el segundo mayor número para el mes en 10 años, superado sólo en un 5 % por el del mismo periodo de 2019, cuando imágenes de las llamas en la mayor selva tropical del planeta le dieron la vuelta al mundo y generaron indignación global.

Pese a que el número de incendios en la Amazonia menguó en agosto, es un 12,4 % mayor al promedio histórico registrado para el mes (26.082 focos) y el segundo más alto desde 2010, según datos divulgados este martes por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Este año las llamas atacaron casi que con la misma intensidad que en 2019 a la región amazónica de Brasil, pero el bioma más afectado del país fue el Pantanal, el mayor humedal del mundo, donde los incendios crecieron un 220 % durante el mismo período.

La Amazonia brasileña registró en agosto de este año 29.307 focos de incendio, en comparación con los 30.900 que sufrió en el mismo mes de 2019, una cifra que puede variar, pues hubo problemas con el satélite el 16 de agosto, lo que llevó a que una parte de la región amazónica no fuera observada en esa fecha.

Desde el primero de enero y hasta el 31 de agosto se han contabilizado 91.130 focos de incendio en todo Brasil, un 0,7 % más que en 2019, siendo Mato Grosso (centro-oeste), el estado más afectado con un incremento del 17 % con relación al año pasado.

En Mato Grosso, estado fronterizo con Bolivia que abarca gran parte del Pantanal pero sobre el que también se extiende la Amazonia, fueron registrados 19.606 incendios en los ocho primeros meses del año.

Le siguen los estados de Pará, con 14.521 focos de incendios (+16 %); Amazonas, con 10.645 (+27 %), y Acre, con 4.44 (+18 %), los tres en la Amazonia.

Más del 10% del pantanal fue devastado

Este año el fuego se ha concentrado en el centro-oeste del país, azotando con más fuerza al Pantanal, que es compartido con Bolivia y Paraguay, pero con el 56 % de su superficie en suelo brasileño.

Con los incendios de este año en Brasil, más del 10 % de esta área fue calcinada.

En este bioma los incendios han crecido un 220,8 % al pasar de 3.165 en los primeros ocho meses de 2019 a 10.153 en el mismo período de este año.

Solo en agosto se registraron 5.935 focos de incendio en el Pantanal, un 251 % más que en julio y el mayor número para este humedal desde 2005.

Ya en todo el territorio brasileño, los incendios cayeron un 2,4 % en agosto con respecto al mismo mes del año pasado.

Expertos consulados por Efe aseguraron que el incremento de las llamas en el humedal se debe al aumento de la deforestación ilegal, que ha venido creciendo gradualmente año tras año, ocasionando una serie de cambios climáticos, como la alteración del ciclo natural de las lluvias.

Este año no hubo lluvias suficientes durante la temporada, lo que disminuyó los niveles de humedad en el Pantanal a los índices más bajos de los últimos años.

La estrategia del gobierno «Fracasó»

Con los antecedentes de 2019, el Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, decidió enviar desde mayo tropas del Ejército a varias regiones de la Amazonia para ayudar a prevenir los incendios y combatir la deforestación.

La estrategia poco sirvió para la realidad de la mayor selva del planeta y dejó de lado al Pantanal, que mostraba un inusual incremento de las llamas desde marzo.

Entre mayo y agosto, período que contó con la presencia del Ejército en la región, se registraron 39.187 focos de incendio en la Amazonia, casi los mismos contabilizados en 2019 (38.952).

Para el Observatorio del Clima, una red que reúne a más de 50 organizaciones civiles en defensa de causas ambientales en Brasil y en el mundo, la estrategia del Gobierno Bolsonaro fue «un fracaso».

De acuerdo con la organización, durante el período de acción del Ejército en la Amazonia las alertas de deforestación fueron un 34 % mayores que en 2019, lo que prevé un récord de devastación para 2020, año en el que se estima la destrucción de más de 12.000 kilómetros cuadrados de selva.

«Gastamos tiempo y dinero de los contribuyentes, emitimos carbono, convertimos nuestra credibilidad en humo y perdimos la biodiversidad que nunca regresa. Todo esto porque las personas que están en el poder se niegan a implementar políticas públicas para combatir la deforestación», aseguró Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima.

 

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