Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha intentado descifrar si el momento de nuestra llegada al mundo determina quiénes somos. Si bien la astrología ha dominado esta narrativa durante siglos, en la actualidad es la ciencia la que empieza a aportar datos reveladores. 

Investigaciones recientes en los campos de la psicología y la neurología han comenzado a explorar cómo los factores ambientales tempranos —aquellos que nos rodean apenas salimos del útero— pueden dejar una huella sutil, pero medible, en la configuración de la personalidad humana, explica TyC Sports.

La primavera como factor de bienestar

De acuerdo con diversas publicaciones en revistas científicas europeas, no existe un mes «mágico» que garantice la bondad, pero sí existen patrones estadísticos interesantes. 

Los datos sugieren que las personas nacidas durante la primavera, con especial énfasis en los meses de septiembre y octubre (en el hemisferio correspondiente), suelen presentar rasgos psicológicos más resilientes. 

Estos individuos tienden a manifestar un mejor estado de ánimo general y una estabilidad emocional superior en comparación con quienes nacen en estaciones de climas extremos o de escasa luminosidad.

La química detrás del primer aliento

¿A qué se debe este fenómeno? Los especialistas no apuntan a las estrellas, sino a la química cerebral. La combinación de la intensidad de la luz solar, la temperatura ambiente y la disponibilidad de nutrientes durante los primeros meses de vida en el calendario influye directamente en el desarrollo de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. 

Entre las características más frecuentes observadas por los científicos en estos grupos se encuentran:

  • Optimismo persistente: Una mayor inclinación a ver el lado positivo de las situaciones.
  • Baja irritabilidad: Menor propensión a cambios de humor bruscos o reacciones coléricas.
  • Autorregulación: Una capacidad más sólida para gestionar el estrés y las crisis emocionales.
  • Sociabilidad natural: Una disposición abierta hacia la interacción con los demás.

El peso del entorno y la crianza

A pesar de estos hallazgos, la comunidad científica es enfática: el mes de nacimiento en el calendario no es un destino ineludible. Se trata simplemente de una tendencia biológica inicial que puede inclinar la balanza, pero nunca decidir el camino final de un individuo. 

Factores como la educación recibida, la calidez del entorno familiar y las experiencias traumáticas o gratificantes vividas a lo largo de los años tienen un peso significativamente mayor que cualquier fecha en el calendario. En última instancia, la personalidad es un lienzo complejo donde la biología pone el primer trazo, pero la vida completa el cuadro.

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