Caracas.-Si algo quedó en evidencia este fin de semana en Venezuela, es que las diferencias dentro de la oposición son irreconciliables, y que el divorcio entre los adversarios de Nicolás Maduro se profundiza.
La posibilidad de concretar un pacto unitario, para un cambio de gobierno, parece difícil, por no decir imposible.
Semanas atrás, el líder opositor Juan Guaidó –reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 50 países– hizo un llamado a otros dirigentes a discutir propuestas.
El resultado del primero de los encuentros, que se llevó a cabo el sábado, con la coordinadora de Vente Venezuela, María Caroina Machado, dio cuenta de la catástrofe.
Machado envió una dura carta a Guaidó en la que se mantiene firme en su posición de propiciar lo que ella llama una Operación de Paz y Liberación (con apoyo extranjero), rechaza la propuesta de una consulta popular planteada por Guaidó y le recuerda que le quedan 120 días“para hacer lo que no hizo en 17 meses”.
“Mi posición es enfrentar cada maniobra de distracción, aunque se disfrace de unidad, y eso es lo que haré”, remató Machado en un video divulgado en redes sociales.
Guaidó salió al paso e insistió en que la única ruta era construir una unidad en torno a los poderes “legítimos” –en referencia a los que ha designado la oposición–, aunada al respaldo de los venezolanos y de la comunidad internacional.
“Mi deber es construir esa unidad para salir de la dictadura. Quien crea que puede lograrlo solo o legitimando un fraude ayuda a Maduro”, trinó Guaidó.
El mensaje parece estar dirigido, además, a aquellos que apuestan por la vía electoral.
Para los politólogos Maryhen Jiménez y Pablo Quintero, consultados por EL TIEMPO, lo sucedido no sorprende ni reviste novedad, aunque hay quienes celebran que Machado fuera –final-mente– más frontal con Guaidó.
“Desde hace muchos meses ella le viene insistiendo a Guaidó en acompañar acciones un poco más contundentes (…). Ella observa la transición hacia la democracia de una manera totalmente distinta, tiene unos valores totalmente diferentes, y creo que son valores que no se compaginan con los del G4 (Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular) y el gobierno interino”, destacó Quintero.
Para Jiménez, quien es doctora en Ciencias Políticas, el trasfondo es una lucha por la hegemonía del liderazgo y por determinar quién es la “oposición real”.
“Esa lucha interna no es algo que sorprenda, porque los partidos, en democracia, lo que hacen es competir. El tema en un régimen autoritario es distinto porque necesitas de coordinación como estrategia para buscar un cambio, y eso es así porque un régimen autoritario siempre va a buscar dividir y desestabilizar a la oposición”, acotó.
Hubo tiempos mejores. La politóloga venezolana recuerda cómo, entre los años 2009 y 2015, pese a las divisiones, lograron calmarse las tensiones en la denominada Mesa de la Unidad Democrática.
Tras el colapso de esta, insiste, se formalizó la fragmentación, que se hizo más evidente a partir de 2018.
Jiménez vislumbra, así, al menos tres bloques de oposición en la actualidad: los “maximalistas”, representados por Machado y sus aliados fuera de Venezuela; los “minimalistas”, representados por los que hacen parte de la Mesa de Diálogo Nacional con el régimen, y en el centro estaría el denominado G4 u oposición mayoritaria.
Las divisiones –a su juicio, inducidas por el régimen e, incluso, por la comunidad inter-nacional– también se han dado en el interior de cada grupo, lo que ha arrojado posturas como la del excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski, quien podría estar gestando un camino propio.
“La percepción de los venezolanos ante los políticos es de confrontación”, acota el politólogo Quintero, quien además apunta a que habría una suerte de “toxicidad política” en la población.
El panorama es gris. “No vamos a ver resultados positivos para la oposición en los próximos meses, sino todo lo contrario: más debilitamiento y menos capacidad de generar pactos unitarios”, aseguró Quintero, quien, sin embargo, cree que Guaidó generará “algún tipo de pacto”, con otros sectores políticos, para capitalizar una victoria.
“Lamentablemente no han tenido ninguna que mostrar o que la gente pueda percibir”, acotó.
Así las cosas, una duda, que formula Jiménez, queda en el aire: “La pregunta es si el pacto unitario va a ser el mismo G4, bajo las mismas condiciones y con la misma narrativa”.
Tomado de El Tiempo de Colombia
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