París.- El jefe de los servicios secretos franceses durante los atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015 asumió este viernes «el fracaso» por no haber evitado esos ataques, los peores en territorio francés desde la Segunda Guerra Mundial por los 130 muertos que causaron.

Pero Patrick Calvar, responsable de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), recalcó en su testimonio en el juicio por esos atentados que las herramientas legales nacionales y europeas no estaban entonces adaptadas al nivel de la amenaza real.

«Cada atentado que no impedimos es un fracaso de los servicios secretos. Esa vez no pudimos evitarlo, pero no se puede dudar del compromiso de los servicios secretos», refirió Calvar, durante su esperado testimonio en el macroproceso que juzga en París a una veintena de acusados por los ataques de ese día en varios puntos de la ciudad.

«El riesgo cero nunca existirá», insistió el alto funcionario, jubilado desde 2017 y quien durante sus dos horas de intervención reconoció errores propios, pero también fallos estructurales.

Ese día, varios comandos atacaron con bombas y armas automáticas por separado varios puntos de París y su periferia: el Estadio de Francia – donde jugaban Francia y Alemania -, varios restaurantes y cafeterías y la sala de conciertos Bataclan, con un balance final de 130 muertos y 400 heridos.

Calvar, de 66 años, apuntó a factores internos y a nivel europeo para explicar el contexto en el que se produjo el peor ataque en suelo francés desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Destacó que apenas unos pocos meses antes de los atentados de 2015 hubo finalmente una ley francesa adaptada a las amenazas terroristas, sobre todo en lo que concierne a internet y redes sociales. «La anterior ley databa de 1991, sólo autorizaba a captar datos por teléfono», recordó.

DESCOORDINACIÓN EUROPEA

El exjefe de los servicios secretos galos puso el acento en la deficiente coordinación europea durante 2015, cuando cerca de un millón de refugiados llegaron a Europa en plenas guerras civiles en Siria e Irak.

«Influyó la porosidad de la frontera Schengen, la ausencia de control con la crisis migratoria que trajo a más de un millón de personas en un periodo de tiempo muy corto. Si hubiese habido un control biométrico en la frontera Schengen y ese fichero se hubiese cotejado con los ficheros nacionales, los habríamos detenido», dijo en referencia a los autores.

En medio de ese flujo que entró en Europa se habían infiltrado terroristas, como Abdelhamid Abaaoud y otros de los que organizaron los ataques del 13 de noviembre de 2015.

«Para nosotros, Abaaoud estaba en Bélgica y no sabíamos de su prima (Hasna Ait Boulahcen, residente en las afueras de París)», respondió Calvar, a una pregunta de la acusación civil, quien insistió en que esa era una pista clara por tratarse de un familiar.

A otra cuestión de uno de los abogados de las partes civiles sobre si hubo un seguimiento adecuado a yihadistas como Ismael Omar Mostefai -uno de los tres tiradores del Bataclán-, el antiguo responsable de la DGSI asumió que se equivocaron «en alguna ocasión» en la evaluación de ciertos perfiles.

Desde 2015, Calvar ha constatado «algunas mejoras» en la coordinación, aunque no lo suficiente. «Uno de los problemas es que en la mayoría de países europeos los servicios secretos no están dentro de la policía, eso dificulta. En Francia nosotros estamos integrados», expuso.

En su opinión, la UE debe de plantearse si «quiere más libertad o seguridad» y, si se trata de lo segundo, la población deberá aceptar «una limitación de las libertades individuales».

«Si aplicamos el control de personas con el recurso de Frontex (Policía europea en fronteras Schengen), más la biometría, más la tecnología de la información, reforzaremos la seguridad, aunque el riesgo nunca desaparecerá completamente», agregó.

HUÍDA DE ABDESLAM

Sobre la rocambolesca huída a Bélgica tras lo atentados de uno de los cabecillas del 13-N, Salah Abdeslam (el único de los cerebros de los atentados que sigue vivo, y que está siendo juzgado), Calvar explicó que la Gendarmería francesa no tenía constancia de que era buscado por terrorismo, precisamente por la falta de cooperación con las autoridades belgas.

«Está claro que para la Gendarmería era imposible retenerlo en ese contexto el 14 de noviembre de 2015», apuntó.

El coche con Abdeslam había sido detenido aquel sábado 14, un día después de los atentados, por un control de gendarmes franceses, que comunicaron la identidad de los ocupantes a su central.

La consulta con las autoridades belgas se demoró más de los 30 minutos establecidos para la retención de personas y, para cuando hubo una respuesta de Bruselas, ya era tarde. Lo habían dejado partir por obligación legal.

Calvar también mencionó que la DGSI intentó evitar lo máximo posible las salidas de yihadistas a Siria e Irak, donde recibían entrenamiento militar.

«Lo hicimos con entrevistas administrativas, sin ser coercitivas, impedimos algunas, otras muchas no. En 2014 logramos por fin una ley que impedía las salidas del territorio. El problema es que algunos tenían doble nacionalidad y no podíamos evitar que se fuesen», ahondó.

 

EFE

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