Ginebra.- Las autocracias están adoptando posiciones defensivas ante la creciente contestación de los pueblos que las sufren, algo que las democracias deben aprovechar mostrando mayor unión y liderazgo, también ante desafíos como la pandemia, el cambio climático o los desafíos tecnológicos.
Así lo considera el director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), Kenneth Roth, quien en una entrevista para Efe analiza la actual situación de los derechos humanos, en coincidencia con la publicación del informe anual de la ONG que dirige desde hace casi tres décadas.
PREGUNTA: ¿Hay razones para pensar que la democracia puede llegar a algunas de las actuales dictaduras?
RESPUESTA: Algunas corrientes defienden que las autocracias están en ascenso, pero mirando el pasado año vemos que es una visión simplista y que los autócratas están a la defensiva. En muchos países la población tomó las calles a favor de la democracia, incluso corriendo peligro de ser detenidos o tiroteados. También se ha visto cómo amplias coaliciones se unían desde la derecha y la izquierda en pos de un interés común, el de echar al tirano, lo que ha dificultado a los autócratas celebrar elecciones a su medida.
P: ¿Se ha usado la pandemia para reducir la democracia?
R: Muchos líderes la han usado como excusa para silenciar la disidencia: lo hemos visto en Estados dictatoriales como Egipto, pero también en democracias cuyos mandatarios tienen tendencias autocráticas, como en la India, donde el primer ministro Narendra Modi ha atacado a los médicos, cuyo papel en la respuesta a la pandemia fue clave.
P: ¿Es Venezuela uno de esos países donde unas elecciones, aunque estén controladas, pueden lograr poner fin a una autocracia?
R: Se vio en las recientes elecciones estatales, donde una amplia coalición fue capaz de derrotar al exyerno de Hugo Chávez. Muestra una tendencia a unir políticos cuya prioridad es preservar la democracia y enfrentarse a los autócratas. Fueron unas elecciones locales pero potencialmente puede ocurrir en comicios nacionales. Alianzas similares derrotaron al presidente populista checo Andrej Babis y en Israel pusieron fin a la larga etapa del primer ministro Benjamin Netanyahu.
P: ¿Cuál es su diagnóstico sobre el estado de los derechos humanos en Latinoamérica?
R: Es destacable lo ocurrido en Cuba en 2021, donde las manifestaciones, a pesar de ser duramente reprimidas por el Gobierno, mostraron la posición del pueblo cubano. En Nicaragua, donde hubo similares protestas populares hace dos años, se celebraron unas elecciones «zombis» en las que se detuvo a siete candidatos de la oposición, mostrando que Daniel Ortega se ha dado cuenta de que no tiene el apoyo popular. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha socavado la democracia, atacando los mecanismos de equilibrio de poder, en particular los de la lucha anticorrupción. Para este año el gran desafío estará en Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro, con fuertes tendencias autocráticas, ya está adoptando la estrategia de Donald Trump de sembrar dudas sobre posible fraude electoral.
P: En 2021 creció la presión internacional hacia China, con gestos como el boicot diplomático a los JJOO de Pekín. ¿Puede esto tener resultados?
R: China está cometiendo crímenes contra la humanidad en su región de Xinjiang, donde un millón de uigures han sido detenidos por la fuerza para que renuncien a su religión ,su lengua y su cultura. El mundo está respondiendo lentamente a estos crímenes por temor al poder de represalia chino, pero 44 países firmaron un comunicado conjunto condenando los crímenes en Xinjiang. Se ha unido a ello el amplio boicot a los JJOO y el llamamiento a que no se importen productos de Xinjiang debido al amplio uso de la mano de obra forzada en la región. El siguiente paso que debe darse es que la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, publique finalmente el esperado informe sobre las atrocidades de Xinjiang.
P: ¿Ha dejado Hong Kong de ser un oasis de libertad en China?
R: Xi Jinping considera que todo el pueblo chino le apoya, aunque no se atreve a celebrar unas elecciones para probarlo. Su problema es que en el único lugar con libre expresión, que era Hong Kong, la población dijo que lo último que querían era una dictadura como la de China, y celebraron manifestaciones masivas en este sentido. Recientemente, en las elecciones locales, los candidatos pro Pekín perdieron. Como respuesta, China desmanteló el principio de «un país, dos sistemas», destruyó las libertades en Hong Kong y la convirtió en una ciudad china más, porque el presidente Xi no puede tolerar que en el país haya gente que se exprese contra él.
P: ¿Y cuál ha sido el papel de Rusia, últimamente en todas las portadas por las crisis de Ucrania y Kazajistán?
R: El Gobierno ruso está decidido a combatir cualquier movimiento hacia la democracia en los países vecinos: ayudó a Alexander Lukashenko a reprimir las revueltas populares tras lo que debiera haber sido probablemente su derrota electoral en Bielorrusia, y recientemente ha enviado tropas contra una protesta que empezó con llamadas a la reforma en Kazajistán y en la que probablemente hay detrás una lucha de facciones políticas dentro del Gobierno. Para analizar la cuestión de Ucrania, hay que entender que lo que teme Rusia no es que la OTAN entre en ese país, sino que lo haga la democracia, algo que el Kremlin no puede tolerar.
P: En su primer año en la presidencia de los EEUU, ¿ha sido Joe Biden un verdadero defensor de los derechos humanos?
R: Obviamente ha sido una sensible mejora con respecto a Donald Trump, a diferencia de él no abraza a todos los autócratas del mundo, pero Biden también ha sido en parte una decepción. Ha defendido los derechos humanos en lugares relativamente «fáciles», como Birmania (Myanmar), pero en otros como Egipto, Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos mantiene las mismas políticas de vender armas y apoyar a dictadores. Sigue ignorando también la represora ocupación israelí en los territorios palestinos.
Antonio Broto
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