EFE

Vladivostok (Rusia).- El líder norcoreano, Kim Jong-un, abandonó hoy Rusia después de su cumbre con el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, a quien arrancó el apoyo a la exigencia de Pionyang de contraprestaciones a cambio de la desnuclearización, pero sin llegar a recibir promesas concretas.

Si Kim se esperaba alguna mención de Putin a un eventual alivio de las sanciones internacionales, habrá vuelto decepcionado a su país, porque el mandatario ruso -al menos en público- ni siquiera pronunció la palabra ni tampoco que la desnuclearización debe ser gradual, una postura que siempre ha defendido el presidente de Rusia.

En lo económico sí trató con el líder de la empobrecida Corea del Norte la construcción de gasoductos y oleoductos, y el posible tendido de una red de suministro de electricidad, pero se trata de proyectos que requieren el visto bueno de Corea del Sur.

En lo que estaba en completa sintonía con Kim es en la necesidad de ofrecer garantías de seguridad a Pionyang a cambio del desarme, algo que, para el jefe del Kremlin, es de lo más simple y coincide plenamente con la postura del gran valedor de Corea del Norte: China.

«Ellos sólo necesitan garantías de seguridad. Eso es todo», dijo Putin, quien no pudo evitar criticar, aunque veladamente a EEUU tras el fracaso de la cumbre de febrero pasado en Hanói entre Kim y el presidente estadounidense, Donald Trump, al insinuar que el diálogo entre ambos no es constructivo actualmente.

Dijo que Kim está «decidido a defender sus intereses nacionales y garantizar su seguridad», pero que, si los estadounidenses «demuestran el deseo de un diálogo constructivo», habrá negociaciones con Pionyang, porque «sin éstas no iremos a ninguna parte».

También se opuso a que se imponga «la ley del más fuerte» a la hora de resolver los problemas del mundo.

Putin, quien se reunió por primera vez con Kim desde que éste asumiera el poder en 2011, reconoce que las negociaciones con EEUU son imprescindibles, pero considera que reavivar el diálogo a seis bandas (China, ambas Coreas, China, Japón y Rusia) será necesario si Pionyang exige garantías internacionales a cambio de su desarme.

De lo que trascendió hoy por parte de la propaganda oficial norcoreana, ante Putin Kim culpó a EEUU del fracaso de la segunda cumbre con Trump, a quien pareció agradar que el presidente ruso alentara al mariscal norcoreano a seguir negociando.

«He visto que el presidente Putin hizo unas declaraciones en Rusia diciendo que es bueno que pueda ayudarnos con Kim Jong-un y Corea del Norte», dijo a la cadena Fox.

También el presidente surcoreano, Moon Jae-in, expresó su deseo de que la cumbre en Vladivostok sirva para «reiniciar las conversaciones entre Corea del Norte y EEUU y para promover el proceso de desnuclearización de la península coreana».

Putin se esforzaba por dejar claro que ni él ni Kim tratan de socavar las negociaciones de EEUU, porque informará a Trump de lo que ambos hablaron en Vladivostok.

El primer mandatario al que informó, no obstante, ha sido al presidente chino, Xi Jinping, con quien se reunió hoy en Pekín, adonde viajó inmediatamente después de la cumbre con Kim para participar en el Foro sobre la Nueva Ruta de la Seda china.

Si Kim se fue totalmente satisfecho hoy de Vladivostok en su tren blindado solo lo sabrá el. En lo personal sin duda lleva en el equipaje un balance positivo de los primeros contactos con las autoridades de su gran vecino del norte, a juzgar no solo por la buena sintonía que mostró con Putin.

El gobernador de la región de Primorie, Oleg Kozhemiako, quien ofició como cicerón de Kim durante toda la visita, reveló que el líder norcoreano «ha prometido volver».

«Le ha gustado mucho nuestra región», señaló a un grupo de periodistas después de acompañar a Kim hasta el vagón de su tren blindado tras la despedida con honores militares y una visita al memorial de las glorias navales de Vladivostok para depositar una corona floral en memoria del soldado desconocido.

«Kim Jong-un agradece a los camaradas rusos caídos», rezaba en grandes caracteres coreanos la cinta de la ofrenda del mandatario norcoreano. Y es que la URSS luchó con la guerrilla coreana contra el invasor japonés.

La última actividad de Kim, antes de abordar el tren, fue un almuerzo en un restaurante típico ruso, una edificación de madera, donde ya había estado en 2002 su padre, Kim Jong-il, cuando se reunió con Putin en Vladivostok meses antes de morir.

 

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