Los Ángeles.- La animación clásica, dibujada a mano escena tras escena, vuelve por Navidad de la mano de Netflix, que ha contado con el cineasta español Sergio Pablos, creador de Mi villano favorito y sus carismáticos Minions, para estrenar Klaus, el primer largometraje animado de la plataforma.
Para su nueva película, Pablos decidió recuperar el estilo de las cintas clásicas de Disney, donde trabajó en Tarzán, Hércules o El jorobado de Notre Dame.
«Se encontró la vía del realismo y se llevó hasta el final, hasta poder hacer una película realista con imágenes generadas por ordenador. Pero descubrimos que el publico necesita más, quiere ver una historia detrás, porque ya no se impresiona», explica el director en una entrevista con Efe.
Pablos cuenta en Klaus la historia de un joven cartero que recibe el castigo de irse a trabajar a una fría ciudad del norte, donde descubre que Papá Noel está escondido.
«Ver a un dinosaurio en pantalla ya no es el atractivo fundamental para ver una película», considera.
Por ello, el cineasta, que tras abandonar Disney creó la franquicia Mi villano favorito y a los Minions, decidió que en su nuevo proyecto recuperaría el dibujo a mano, artesano, con el que daría alma a sus personajes en un mundo dominado por la obsesión tecnológica.
«Trabajé en el Disney de los años 1990 y siempre pensé que se había abandonado esa técnica por motivos con los que no estaba de acuerdo», razona Pablos.
La crítica ha aplaudido esa recuperación del dibujo clásico en medio de una temporada en que los artificios técnicos han dominado los estrenos, como la nueva versión de El Rey León, con resultados desiguales.
«El realismo es una opción, pero yo prefiero la credibilidad», indica el director.
Netflix también ha preferido esa manera de crear para lanzar su primer largometraje de animación, que después de tres años de trabajo ya está disponible en su catálogo y por el que ha apostado en su selección de cintas para estrenar en salas de cine, un requisito imprescindible para competir en la temporada de premios.
«El apoyo de Netflix no tiene precedentes -dice Pablos-, haremos lo posible para que sea apreciada por el público y también por los que votan».
Lo cierto es que algunos medios especializados comienzan a mencionar el título del largometraje del español como posible candidata a las nominaciones al Óscar a mejor cinta de animación.
«La esperanza que tenemos todos es que quizás haya algo de suerte, pero no será por falta de esfuerzo», señala Pablos sobre el buen recibimiento que ha tenido su decisión de recuperar el estilo clásico.
Una nominación a los premios de la Academia de Hollywood supondría además otro éxito para Pablos, quien hace años tomó la decisión de abandonar la capital mundial del cine para inaugurar su propio estudio en Madrid.
«No he conocido a nadie que haya conseguido nada sin arriesgar algo -reflexiona-. Yo quería volver a España pero también quería hacer películas, por lo que creamos un estudio para ver si conseguíamos que nos dejaran hacer una película».
En su aventura por salir del epicentro de la animación, el cineasta afrontó «varios fracasos»; un éxito agridulce con el triunfo Mi villano favorito, aunque luego «se tuvo que marchar a otro estudio»; y finalmente el arranque exitoso de «Klaus».
«¡Si la gente que salimos al extranjero no volvemos a nuestros países para hacer algo por la industria…!», exclama Pablos antes de animar a perder «el miedo al riego», que en esta ocasión consistió en recuperar y modernizar una técnica tradicional de hacer cine.
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