En la búsqueda de los argumentos para la elaboración de mi escrito de esta semana, pasan por mi mente todas esas actividades que a nivel nacional e internacional se han realizado, en los últimos días, para tratar de buscarle un punto de encuentro inicial, que a la postre den con un acuerdo definitivo sobre el futuro de nuestra patria Venezuela.

Lamentablemente todo se ha ido en una puja para ver que sector mete mayor presión al otro, y mientras tanto Venezuela agoniza, amenazada ante el colapso total.

Una escena muy parecida a la muerte de La Hija de Jairo, cuyo relato lo encontramos en los siguientes textos, de los Evangelios Sinópticos: Marcos 5,21-43, Mt 9,18-26, Lc 8,40-56. En la que un alto funcionario de los judíos, desesperado por la enfermedad de su hija, acude a JESÚS, para que la sane.

Pero he aquí que como el maestro es requerido para hacerle una sanación a una mujer hemorroísa, se retarda y cuando llegan a la casa del funcionario, parece un poco tarde, y ante la afirmación de JESÚS, que “no había muerto, sino que estaba dormida”, los congregados allí se burlan, pero JESÚS no les hizo caso.

Es lo que también nos relata el poeta Andrés Eloy Blanco, en su poema la Hija de Jairo, del cual cito estos dos versos: “Murió de nuevo un día… yo la amaba, más sin remedio, se murió ese día…’¡vuelve, rabino, vuelve!’… yo clamaba, pero el rabino rubio no volvía. Pasó la niña veinte siglos muerta, murió Cafarnaúm de Palestina, y el alma mía, inútil y desierta, lloraba inmortal sobre la ruina”.

Por lo que pareciera que Venezuela la hemos matado varias veces, y nuestro DIOS, se empeña en mantenerla viva, para que el mundo vea lo que hace la insistencia de la oración, que siempre logra que el bien se imponga sobre los tentáculos del mal.

Y frente a los incrédulos, le presentamos dos hechos palpables que, a pesar de todo este marasmo, que muchas veces no nos deja ver más allá de nuestros propios problemas, y de las frustraciones por tantas ofertas que no llega a materializarse. Estos dos valen por todos los malos: el primero es el titulo en béisbol preinfantil de pequeñas ligas, lograda por la selección venezolana, la semana pasada, hecho que estuvo marcado por muchas acciones polémicas, pero que al final lo que cuenta es el triunfo de estos niños, y el gesto solidario de dos grandes venezolanos, que apostaron por el futuro de Venezuela.

El otro hecho es el concurso ganado, la semana pasada, por el venezolano, José Jesús Olivetti, como director de la Welden Musikkapelle, Alemania. Por lo que ya tenemos a Dudamel, como director en los Ángeles, a Rodolfo Barráez, ganador de un concurso similar el año pasado en México, y ahora a Olivetti, en Alemania.

Son estos hechos, unidos a muchos otros, los que nos permite inferir, que las palabras dichas por JESÚS: “Talitá kumi», que quiere decir: «Niña, te lo digo, ¡levántate!” (Mc 5,41). Van dirigidas a Venezuela, que airosamente se levantará, para seguir escribiendo las páginas de la libertad y del progreso.

Por Luis Ramón Perdomo Torres ([email protected])
Twitter: @lurapeto

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