En diversas ocasiones cada una de esas historias que se encuentran en los cuentos y en las películas de las que se dice ser solo ficción resultan ser verdaderas, como ejemplo se encuentra el desierto de Karakum, a unos 300 kilómetros de Adjaba, capital de Turkmenistán, en Asia Central, lugar en el que el fuego arde desde hace cuarenta y ocho años, ocasionado por un pequeño accidente que debía subsanarse en días, logrando derivar un desastre que tiene vigencia en nuestros días.
Todo inicia en el año 1971, cuando un pequeño grupo de geólogos rusos comenzaron a explorar la zona desértica de Karakum en Turkmenistán, en la búsqueda de campos petrolíferos, aunque no existen informes oficiales referentes a las diferentes situaciones que acontecieron para ese entonces, la historia relata que durante la exploración los geólogos estaban muy contentos debido a todo el hidrocarburo que podría encontrar, pero nunca pensaron en las consecuencias que ocasionarían.
Cuando deciden perforar en un área cavernosa, exactamente en una cueva natural que contaba con una pequeña abertura de gas natural que finalmente logró ceder, como resultado, ocurre un desmoronamiento de la superficie que se llevó consigo todo el equipo de trabajo para la perforación con el que este grupo de trabajadores contaba, teniendo como resultado un enorme sumidero de más de 60 metros de diámetro y 30 metros de profundidad.
El suceso no dejó víctimas a pesar del tamaño del hoyo que estos investigadores crearon, del cual sale gas natural y se encuentra compuesto principalmente de metano, que es un tipo de gas inodoro que aunque no es tóxico logra desplazar el oxígeno y hacerlo más fácil de respirar cuando alguien está cerca.
Debido al susto que este suceso ocasionó en los geólogos, ya que estos gases tóxicos pudieran convertir los alrededores en inhabitables, decidieron hacer lo que suele hacerse cuando existe una fuga tan grande de gas, le prendieron fuego creyendo que en unas semanas -cuando mucho- este se extinguiría y este yacimiento de gas se consumiera.
Lamentablemente, sus cálculos no fueron los mejores ni del todo afortunados, el hoyo o mejor dicho el cráter ocasionado en 1971, hace 48 años exactamente, aún sigue encendido como si fuese el primer día.
Un Turismo de altas temperaturas
Lo que por error humano llegó a ser un cráter de gas metano lleno de fuego, logró convertirse en un atractivo turístico más, este se encuentra ubicado en el desierto de Karakum en Turkmenistán.
Pese a que este pozo no es una obra ni gracia de la naturaleza y que se encuentra en una zona de difícil acceso debido a sus restricciones burocráticas para las visitas, “La Puerta del Infierno”, como suelen catalogarle las personas, es una entretenida atracción turística que por las noches se exhibe en todo su esplendor.
El calor que emana es de carácter exorbitante que solo permite aproximarse a sus bordes solo por pocos minutos o simplemente hasta que la temperatura se vuelva insoportable.
El pasado 2015, George Kourounis un explorador canadiense, fue la primera persona en descender con un traje térmico a lo profundo de este hoyo en el que logró conseguir unas muestras de suelo con los que comprobó que en este cráter existen organismos viviendo a más de 400 grados.
Oswaldo Jiménez / [email protected] / Agencias
¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!