Montevideo.- Uruguay es un país laico desde hace 101 años. Sin embargo, cuenta con una enorme cantidad de fieles religiosos que, en épocas de COVID-19, han debido recurrir a la tecnología para mantener vivas sus tradiciones en una semana muy especial.
La pandemia cambió en muy poco tiempo la realidad del planeta y la fe no fue la excepción, como se ha visto en varias expresiones de la Semana Santa desde el Vaticano a Filipinas. Comuniones, Bar o Bat mitzvah y pascuas se han visto afectadas.
La separación de iglesia y Estado en Uruguay está arraigada de tal forma que incluso la Semana Santa se denomina por ley Semana de Turismo y en ella se busca fomentar el turismo interno de los habitantes.
Sin embargo, este pequeño país cuenta con miles de fieles religiosos que, de un momento a otro, vieron cambiadas sus costumbres por esta enfermedad y tuvieron que buscar la mejor estrategia para mantener las costumbres pese al aislamiento.
El pésaj, de reunión familia a reflexión individual
El judaísmo vive en estos días una de sus celebraciones más icónicas, el Pésaj también conocido como la pascua judía, en la que se conmemora durante una semana el éxodo del pueblo hebreo de Egipto.
Esta tradición busca recordar lo sucedido y reunir a la familia, liberarse del «tirano más grande», que en ocasiones es uno mismo.
Así lo cuenta el rabino ortodoxo Eliezer Shemtov, quien describe esta situación como «un gran lío», ya que la gente está acostumbrada a pasar en familia y ahora deberá hacerlo solo y eso es un desafío porque «la soledad es muy difícil».
Durante la pascua judía los fieles ortodoxos comen el Matzá, que es una galleta hecha de harina y agua, acompañado de cuatro copas de vino y no pueden consumir ni poseer granos fermentados, cereales o whisky.
«En el transcurso se lee la historia que comenta las enseñanzas y la idea es una reafirmación anual de esa experiencia que no solamente tiene como cometido recordar lo que pasó, sino de alguna forma experimentar lo mismo a nivel personal», señala.
Según explica el también director general de Jabad Uruguay, en los días previos al Pésaj publicó en su cuenta en Facebook diferentes herramientas para que los fieles puedan hacer el aislamiento «un poco más llevadero».
«No solamente sobrevivir la fiesta sino realmente celebrarla y encontrar una nueva dimensión que otros años quizás uno no tenía tiempo ni cabeza para hacerlo porque estaba con la familia distraído», comenta el rabino.
Para Shemtov, el hecho de que tenga que vivirse algo que no se está acostumbrados es «una gran oportunidad para crecer» y para poder llegar a la verdadera esencia del Pésaj más allá de las manifestaciones físicas que construyen la tradición.
Resurrección virtual
La Iglesia Católica está en su semana más importante, cuando se recuerda la muerte y resurrección de Jesús. Al igual que con el judaísmo, el catolicismo uruguayo debió empezar a visualizar nuevas maneras para que los fieles vivieran esta semana.
«Se está viviendo por un lado con la tristeza de no poder encontrarnos, celebrar juntos y por otro lado con la sorpresa de que todas las celebraciones que se están emitiendo en las plataformas digitales o por televisión tienen una audiencia que es superior a la que suele concurrir a las misas», comenta el arzobispo de Montevideo, el cardenal Daniel Sturla.
Aunque las misas se hicieron de manera relativamente normal, el cardenal recuerda un momento en el que fue consciente de lo que estaba pasando.
«El Domingo de Ramos todo fue relativamente normal hasta que al final de la misa salí a hacer la bendición con el Santísimo y ahí pasar entre los bancos vacíos fue un golpe fuerte al corazón», cuenta.
La fe en tiempos de COVID-19
La crisis sanitaria que vive tanto Uruguay como el resto del mundo no impide a los creyentes de todas las edades acercarse a su fe por las plataformas.
Según narra Sturla, los jóvenes católicos organizaron un «retiro» en Instagram, en el que participaron más de 500 personas.
Pero la tecnología no es solo para menores de 30, sino que las ganas por participar de la Semana Santa ha hecho que los más grandes también adopten a la tecnología.
Sylvia Gari pertenece a la parroquia San José Obrero de Paso Carrasco, ubicada en Montevideo, y ya lleva desde hace días participando de la misa por plataformas virtuales.
«El Domingo de Ramos todos los que vamos a misa 10:30 (13.30 GMT) nos ponemos en el celular y desde la parroquia el cura es el que coordina», cuenta.
Ella es una de las que canta en las misas y, para no perder esta parte importante de la celebración, le envía al cura los cantos mediante audios grabados.
A pesar de no poder ir al templo, de no estar en la comunión entre pares y vivir reunidos una semana tan importante para ellos, Gari cree que en esta situación podrán vivir reflexiones muy diferentes a las de otros años.
«Al estar más recluido se empieza a dar gracias por las cosas esenciales. Es una Semana Santa que te llama más a la interioridad que otras todavía», añade.
Renovar la fe
Son tiempos difíciles y los representantes católicos y judíos lo saben. Sin embargo, tanto el cardenal como el rabino no pierden la confianza de que estos momentos puedan traer buenos aprendizajes para el futuro.
«Eso tiene que ayudarnos a reevaluar nuestra conducta, cada cosita que nosotros hacemos para bien puede impactar al mundo entero», enfatiza Shemtov.
Por su parte, Sturla dice que vive esta situación con «mucha esperanza» y rezando más de lo normal.
«Le expreso al señor mi confianza, me ayuda mucho el rezo de los salmos, en más de uno hay alguna increpación o queja a Dios pero que terminan siempre en un acto de confianza de que en definitiva lo que el señor querrá es lo mejor para nosotros», concluyó.
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