La salud mental en Ciudad Guayana se ha deteriorado, producto de las secuelas de dos años de pandemia, poca inversión en la salud pública, más el estigma social que rodea los diferentes trastornos mentales y su tratamiento. 

Es así como en el 2022, los índices de depresión y ansiedad se han disparado en la región, según especialistas porque aún no hay rastros de cifras por parte de organismos del Estado. 

Sin embargo, cuando se habla de cifras globales, la realidad no es muy distinta. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un análisis titulado «consecuencias de la epidemia como el COVID-19», se evidencia un aumento de 160 % en los casos de trastornos mentales. 

En dicho listado, la OMS señala que la ansiedad y la depresión son las más comunes. 

Incremento 

Yorelis Acosta, psicóloga clínica y social del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela, enfatiza como, desde su campo, ha presenciado el incremento de pedidos de citas y emergencias psicológicas

«En Venezuela, podemos decir que los que hacemos psicología clínica hemos visto cómo han incrementado las solicitudes de ayuda, más atención psicológica, emergencias psicológicas y de las personas que siempre han tenido un trastorno de ansiedad nos dicen que se sienten más ansiosos y que los síntomas son más intensos», agrega la especialista. 

Por su parte, organizaciones como la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (CODHCIU) coinciden con Acosta. Resaltan que la pandemia generó más incertidumbre y temor en las personas, además de ser un catalizador para diferentes males de la salud, 

«Esto (el COVID-19) llevó al límite las capacidades de afrontamiento de la población; y para quienes se vieron sobrepasados y sin una red de apoyo, las probabilidades de presentar depresión y ansiedad aumentaron exponencialmente, así como trastorno del estrés postraumático», declara el equipo de la ONG, la cual hace vida en el estado Bolívar.  

Aun así, según expertos, una de las principales trabas para mitigar el impacto de los problemas de salud mental es la mala concepción que existe en la población, seguido de la desinformación general sobre el tema. 

«Cuando pensamos en salud, nos enfocamos principalmente en el cuerpo y la salud física y dejamos olvidados la salud mental», comparte Yorelis Acosta.

Concepto 

De acuerdo a la OMS, la definición de «salud mental», está relacionada con un estado de bienestar en la cual la persona conoce sus capacidades para hacerle frente a la vida cotidiana y de este modo trabajar de una forma productiva, siendo capaz de contribuir a la comunidad. 

En palabras más sencillas, la salud mental es sentirse bien y actuar en consecuencia a eso. El no sentirse «completo» o «satisfecho» e incluso «miserable», son sensaciones que no se adecúan al concepto antes mencionado. 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) determina que los trastornos mentales tienden a aumentar el riesgo de padecer otras enfermedades. 

Sin embargo, ¿qué factores inciden en el hecho de no sentirse «suficiente»? De acuerdo con palabras de la psicóloga Acosta, puede suceder por dos razones. 

«Primero, porque no tenemos esa conciencia de autocuidado; de conocer nuestra salud emocional en la misma medida que conocemos nuestra salud física, además que el estigma del que dirán también frena ese primer paso», señala. 

Su llamado va dirigido a normalizar los problemas de salud mental y asegura que no se trata de «estar enfermos», la intención es siempre buscar y no poner estigma con relación a la edad. 

Características 

Dentro de los diversos trastornos mentales, la depresión ocupa la primera posición entre ellos, así lo indicó la OPS. La ansiedad por su parte subió sus números un 25%, solo en el primer año de pandemia, según el Estudio de Carga Global de la Enfermedad 2020 de la OMS.

Nancy Rodríguez, médico psiquiatra de Ciudad Guayana, define ambos trastornos y sus características.

Describió los síntomas del trastorno depresivo como: cambios en su comportamiento habitual, problemas de sueño, baja energía, desmotivación, irritabilidad, olvidos frecuentes y pérdida de la memoria por falta de concentración.

«Para que esto califique como depresión debe tener al menos dos semanas en ese estado, 14 días de evolución del trastorno; y el diagnóstico es clínico», destaca Rodríguez.

En cuanto a la ansiedad, precisa que es una preocupación excesiva asociada a síntomas como inquietud o intranquilidad, fatiga, irritabilidad, tensión muscular, temblores, alteración del sueño o sensación de no descansar y dificultad para concentrarse en su día a día.

«Es un trastorno que afecta la cotidianidad del que lo padece y su diagnóstico también es clínico», aclara.  

Pone el foco en que, a veces, cuesta buscar ayuda por la desinformación, por el mal manejo de los síntomas o porque se cree que una persona que padezca algún trastorno de este tipo puede ser alguien débil.

La Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (CODHCIU), quienes trabajan dando apoyo psicosocial a víctimas de violencia de cualquier tipo y violaciones a sus derechos humanos, sostuvo que cualquier persona puede vivir alguno de esos trastornos.

«Cualquier persona es susceptible a sufrir ansiedad y depresión en cualquier etapa de la vida», admite el equipo de CODHCIU.

Hicieron el paréntesis de que hay factores de riesgo que hacen más propensos a otros, como la tendencia al pesimismo, experiencias traumáticas o tendencia al control excesivo.

Ayuda pública

«La salud mental en Guayana se ha deteriorado muchísimo, realmente tenemos muy pocos servicios públicos de salud mental que no se son de suficiente cuantía en cuanto a la atención para la demanda que hay», enfatiza la psiquiatra Nancy Rodríguez 

Esta falta de ayuda por parte de los entes gubernamentales es causa de los problemas que venimos reseñando de la percepción social a la salud mental y el aumento de casos de depresión y ansiedad

Tanto así que ni siquiera hay cifras oficiales, tanto a nivel nacional como regional, respecto a la situación.

Una demanda que es más grande que la oferta es el denominador común alrededor del territorio nacional, y Ciudad Guayana no es la excepción.

«La situación se torna más grave porque hay muy pocas iniciativas públicas para atender la salud mental, los servicios de salud están colapsados o han cerrado», contesta Yorelis Acosta.

A la misma conclusión llegó Rodríguez, quien admite que si el Estado no pone recursos, el problema no será resuelto.

«Hay mucha gente en situación de peligro que no se ve y cuesta mucho acceder a un servicio gratuito de salud mental y el privado es muy costoso y quien tiene para la consulta después no tiene para los medicamentos», continúa.

En el mundo, el promedio destinado de bienes destinados a la salud mental según la Organización Panamericana de la Salud, es de 2,8% y los países de altos ingresos llegan a invertir 5,1%.

Con base al mismo informe de la OPS, en la región (Latinoamérica) solo se invierte 2,0% y los países de ingresos más bajos solo destinan 0,5% de su presupuesto nacional al cuidado y tratamiento de la salud mental.

Medicamentos costosos

La relación del factor económico no solo está en la ayuda para consultas y demás, sino que los tratamientos también oscilan en un costo elevado.

Ante la falta de auxilio público, la parte privada ha tenido que suplir esa ausencia, pero como nos comentaron los especialistas, no todos pueden acceder a ella.

 «Los medicamentos son costosos para el poder adquisitivo de la mayoría, la enfermedad mental es una que empobrece, porque afecta el funcionamiento de la persona, entonces la capacidad del individuo de ser productivo se ve mermada y además esto puede generar más gasto con la medicación», subraya Nancy Rodríguez.  

Suicidios

Todo lo expuesto lleva a la mayor consecuencia posible, el crecimiento de las tasas de suicidio en el país.

El último informe del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), publicado en el 2021, indica que hubo un estimado de 1.164 suicidios en todo el territorio nacional, 14 más que en el 2019.

El mismo informe, llamado Informe Anual de Violencia Autoinflingida 2021, destacó como la pandemia acrecentó los factores de riesgo relacionados con los trastornos de salud mental, dentro de los cuales se encuentran la depresión y ansiedad.

La tasa de suicidio estimada en el estado Bolívar, según el OVV, es de 2,9 suicidios y la cifra nacional es de 4,3 (cada 100 mil habitantes); eso lo hace el vigésimo estado con más casos, detrás de Anzoátegui con 3,9 y por encima de Monagas con 2,8 suicidios por cada 100 mil habitantes.

Necesitamos que el estado ponga cartas en el asunto y asuma la responsabilidad de una situación que debe ser enfrentada y no invisibilizada.

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