París.- El presidente francés, Emmanuel Macron, asistirá finalmente al homenaje que mañana jueves se hará a Napoleón por el bicentenario de su muerte, una participación con prudencia por la controversia que arrastra la figura del emperador.
A diferencia de sus predecesores, que se alejaron mucho de Bonaparte, acusado de golpista, sanguinario dictador y esclavista, Macron ha preferido no mirar para otro lado, aunque desde la Presidencia aseguran que no esquivará los asuntos polémicos.
«Conmemorar no es celebrar», repitan en el Elíseo para justificar la participación del presidente en el homenaje, primero pronunciando un discurso ante los académicos del Instituto de Francia y, más tarde, depositando una corona de flores en la tumba del hombre que gobernó Francia entre 1799 y 1815.
En este segundo acto estará acompañado de Jean-Christophe Napoleón Bonaparte, descendiente indirecto del emperador.
A un año de las presidenciales, Macron debe maniobrar con prudencia para no enfadar a dos campos muy enfrentados en Francia: quienes ensalzan la figura de Napoleón como arquitecto de la nación actual y aquellos que le reprochan crímenes contra la humanidad.
DISCURSO MUY ESPERADO
Su discurso ante el Instituto de Francia, que reúne a las diferentes academias del país, será escudriñado con lupa por unos y otros, pero ya han comenzado las voces que alaban su valentía allí donde otros presidentes prefirieron ausentarse.
Fue el caso de Jacques Chirac, que no acudió a las actos del bicentenario de la batalla de Austerlitz, celebrada como la apoteosis del genio militar de Napoleón, o François Hollande, que no asistió a los de Waterloo.
El Elíseo ha tardado en confirmar la presencia de Macron en la conmemoración de la muerte, que tuvo lugar el 5 de mayo de 1821 en el exilio forzado en la isla británica de Santa Helena.
En su discurso, aseguran, al que han sido invitados alumnos de instituto, criticará la «errónea» decisión de Bonaparte de restablecer la esclavitud en 1802, ocho años después de que fuera abolida por la Revolución Francesa.
Cinco días más tarde Macron participará en el vigésimo aniversario de la ley francesa que reconoce la participación del país en la trata de negros y la esclavitud, con lo que, señala el Elíseo, queda claro el compromiso del presidente.
NO JUZGAR EL PASADO
La Presidencia insiste en que no se puede juzgar el pasado con los ojos del presente y que Napoleón forma parte de la historia de Francia, lo que exige su conocimiento y conmemoración.
Unas palabras que no parecen calmar a asociaciones antirracistas y grupos más extremos, que han convocado manifestaciones en los territorios franceses de ultramar, allí donde la decisión de Napoleón de restablecer la esclavitud tuvo repercusión.
Macron ya ha dado pruebas en el pasado de no querer eludir su mirada del pasado. Muy implicado en el reconocimiento de los errores de Francia en Argelia o Ruanda, lo que le ha valido fuertes críticas, creó una gran polémica en noviembre de 2008, cuando insistió en incluir al mariscal Pétain en el homenaje a los generales franceses de la Primera Guerra Mundial.
El presidente aseguró entonces que Pétain había sido un «gran soldado» durante ese conflicto y que esos servicios a Francia debían ser reconocidos aunque en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en la cabeza visible del régimen colaboracionista con los nazis.
Esa misma equidistancia tratará de tomar con Napoleón, cuya acción contribuyó a crear el Estado moderno francés, con logros como el Código Civil, todavía activo en muchos países, o la división prefectoral.
EFE
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