Francia y Alemania, motores políticos y económicos de la UE, se darán este domingo la oportunidad de sobrepasar sus divergencias de 2022, sobre todo en materia de defensa y de energía, con una simbólica reunión en París entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz.
Las consecuencias de la guerra en Ucrania abrieron las costuras en la relación entre París y Berlín, que entraron en desacuerdo en temas como la necesidad de una política europea de defensa; la relación con Estados Unidos; la manera de combatir la inflación en la UE; o el control de los precios de la energía en el continente.
Precisamente la falta de autorización por parte de Berlín para el envío de los tanques de fabricación alemana Leopard 2 a Ucrania, como desean Volodímir Zelenski, Washington y varios socios europeos, será uno de los temas más espinosos del encuentro franco-alemán, que procura pasar página de las tensiones de 2022.
Las dos principales capitales de la UE ya aplazaron el pasado año su Cumbre anual y ahora se dan una oportunidad para que en 2023 haya avances, a pesar de «las diferencias puntuales» que pueda haber con respecto a uno que otro tema, como reconocen fuentes de Alemania.
Para la presidencia gala, el escenario del domingo puede ser propicio para que las dos capitales lleguen por fin a «una visión común sobre las grandes cuestiones europeas». El 22 de enero se cumplen exactos 60 años del Tratado del Elíseo que sella la amistad franco-alemana (dos países que libraron tres guerras entre los siglos XIX y el XX).
La Cumbre, que contará también con reuniones parlamentarias y a nivel ministerial, acabará con una esperada rueda de prensa conjunta de Macron y Scholz en el Palacio del Elíseo a las 17 hora local (16 horas GMT).
En ella, probablemente abordarán la fijación del precio del gas, que sirve de referencia para la electricidad; el envío a Ucrania de los Leopard 2; en cómo dar una respuesta europea a la Ley para la Reducción de la Inflación Emisiones (IRA) de EE.UU.; o la política de defensa encarnada en el proyecto europeo de aviones de combate SCAF, encabezado por Francia, Alemania y España.
Esta iniciativa industrial y tecnológica, que Macron considera esencial para la soberanía europea, vio, por fin, la luz verde de la parte industrial a finales de 2022, imprescindible para su ejecución.
No obstante, París aún recuerda con cierta amargura que el Gobierno de Scholz realizó poco después de la invasión rusa en Ucrania una multimillonaria compra de cazas estadounidenses F-35, algo que las autoridades francesas interpretaron como un gesto de desdén al SCAF, que debería estar operativo en 2027.
OBLIGADOS A ENTENDERSE
«Francia y Alemania están obligados a trabajar juntos, a llevarse bien», constató en declaraciones a EFE François Laval, especialista en política europea de la Sciences Po.
Laval explicó que los tiras y afloja entre París y Berlín son comunes en la historia reciente y puso como ejemplo la relación entre el francés Jacques Chirac y el alemán Gerhard Schröder, que empezó con mal pie, pero luego se encauzó con su posición común en contra de la guerra de Irak (2003).
Para el profesor de Sciences Po, estas divergencias son fruto de la diferente estructura política y económica de ambos países: una Alemania federal, parlamentaria y exportadora, frente a una Francia presidencialista, centralizada y con más gasto social.
Según la especialista en relaciones franco-alemanas de la Sorbona, Hélène Miard-Delacroix, la guerra en Ucrania ha revelado que Alemania «no era tan floreciente» como muchos pensaban en Europa.
«Se ha visto hasta qué punto dependen de vender a China, del gas ruso», aseveró a EFE Miard-Delacroix, quien recordó que la manera en la que Scholz abordó la inflación, concediendo un paquete de ayudas sin consultar a los socios europeos, incomodó.
«Se puede pensar que esa es una actitud egoísta o responsable con los electores alemanes, que son quienes le eligieron», constató.
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