“En aquel tiempo al salir Jesús de la Sinagoga, fue a la casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, por lo que en seguida le hablaron de ella. Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos. Antes del atardecer, cuando se ponía el sol, empezaron a traer a Jesús todos los enfermos y personas poseídas por espíritus malos. El pueblo entero estaba reunido ante la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos con dolencias de toda clase y expulsó muchos demonios; pero no los dejaba hablar, pues sabían quién era. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron a buscarlo, y cuando lo encontraron le dijeron: «Todos te están buscando.» Él les contestó: «Vámonos a los pueblecitos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he salido.» Y Jesús empezó a visitar las Casas de oración de aquella gente, recorriendo toda Galilea. Predicaba y expulsaba a los demonios”.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Higinio, Papa, de origen Ateniense, quien murió mártir en el año 140. A este Papa, que pastoreó a la Iglesia entre los años 136 y 140 d.C. se le debe la muy importante y hermosa tradición de tener Padrinos en el Bautismo y por consecuencia en la Confirmación y en el Matrimonio. Esta norma de San Higinio se ha cumplido de manera ininterrumpida hasta nuestros días y ha servido para que muchos huérfanos pudieran tener unos segundos padres muy dignos.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 1, versos del 29 al 39, en el que se relata la visita de JESÚS, a la casa de Simón Pedro, para desde allí asumir una intensa labor de sanación de enfermos, comenzando por la suegra de Simón. Acción que es concatenada con otras dos muy importantes, la ORACIÓN y la MISIÓN de llevar a otros lugares Su Presencia Sanadora.

JESÚS distingue perfectamente lo urgente de lo prioritario. Lo urgente, es atender a todos los que necesitan aliviar sus enfermedades físicas y espirituales, con sus Palabras de Liberación, Sanación, y Sabiduría. Lo prioritario, es ANUNCIAR el Reino de DIOS a todas las personas sedientas de esperanza. Esa claridad de discernimiento nace de Su Oración constante, que no le quita tiempo a Su MINISTERIO, sino que lo alimenta y fortalece. Atrás deja un grupo humano que como la suegra de Pedro lo recibe y lo apoya, adelante aparece el gran desafío de Su Misión, que son los conglomerados humanos que “andan como ovejas sin Pastor” (Mc 6,34), agobiados por los problemas y las necesidades.

Al confrontarnos con el texto, junto al momento histórico que estamos viviendo, podemos concluir que, a parte de la situación económica, política y social que nos “pone contra la pared”, también se le suma un sinnúmero de informaciones y de problemas, locales, nacionales e internacionales que parecieran no tener fin. Por eso es que quienes nos confesamos seguidores de JESÚS, debemos centrar nuestra mirada en Su Palabra y en Su Estilo de Vida, porque son las referencias a las que debemos acudir en nuestro diario discernimiento, para distinguir muy bien lo urgente de lo prioritario.

De esta manera podremos atender las urgencias de cada día, relacionados con la familia, el trabajo y otras preocupaciones reales, pero sin perder de vista lo prioritario de nuestro compromiso cristiano, que es el de Anunciar las Buenas Nuevas de JESÚS, con nuestro testimonio de vida, poniendo nuestra Fe y Esperanza en DIOS, para tener un mañana mejor. Si lo hacemos así, veremos que todo va a cambiar en nuestras vidas, ya que vamos a tener una mejor manera de enfrentar los problemas y dificultades, que obviamente van a seguir existiendo, pero no van a rebasar nuestras fuerzas, ni nuestra paciencia para poder solucionarlos.

Con esa actitud, podremos ver que alrededor nuestro hay miles de personas que tienen un montón de problemas mayores a los nuestros, que no se amilanan, sino que los asumen con entereza y con Fe. Por eso es que el Evangelio de hoy, nos hace una invitación para que salgamos de nuestros encierros y vayamos al encuentro de los enfermos y excluidos, tal como lo hace JESÚS que entra en una casa y con Él llegan la Paz y la salud. Para enseñarnos cómo hay que visitar a los enfermos y demostrarles un cariño que por intermedio de nosotros Él les envía, y que nos hará experimentar a todos la Grandeza de ser Hijos de DIOS.

Señor JESÚS, te pido encarecidamente, que me tomes de la mano y me restablezcas, para así poder curar mis males físicos y espirituales, y con la seguridad que da Tu Presencia Sanadora me abra al servicio solidario de todos mis semejantes.

Amén

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